Transformar una historia de conflicto en una historia de cuidado. La Isla Brasilera es un punto de encuentro entre las fronteras de Uruguay, Argentina y Brasil; el territorio está en disputa desde 1940 cuando se determinó que estuviera bajo la administración brasileña. El Movimiento Transfronterizo de ONG ambientalistas busca crear un corredor biológico trinacional que junte las áreas protegidas de Rincón de Franquía, al norte de la ciudad de Bella Unión, y el Parque Estadual do Espinilho de Barra do Quaraí en Brasil. La idea implica también sumar el límite de Monte Caseros de Argentina, pero como del otro lado de la frontera está el Campo General Ávalos -propiedad del Ministerio de Defensa, de 49.000 hectáreas- se apostó a convertir, al menos una parte, en una zona de protección ambiental.

Luis Schiro, uno de los activistas argentinos, explicó que le solicitaron al Concejo Deliberante de Monte Caseros que declare de interés departamental la creación del área protegida y del corredor biológico. “Todas las fuerzas políticas nos dieron el apoyo y fuimos a la Cámara de Diputados de la provincia. De ahora en más tenemos que coordinar con Parques Nacionales y, a través del Ministerio de Defensa, realizar un convenio para que el terreno se convierta en reserva”, sumó. Contó que el predio es un campo militar que se usa pocas veces al año para “los adiestramientos militares”. “Nosotros queremos lograrlo mediante acciones conjuntas, no buscamos interferir, nosotros queremos preservar el sector ecológico en la parte del río Uruguay y del río Miriñay”, indicó.

“El medioambiente no tiene fronteras”, afirmó Daniel Macías, integrante del Grupo para la Protección Ambiental Activa (Grupama). Es una de las organizaciones sociales que integra el movimiento transfronterizo; también está Atelier Saladero de Barra do Quaraí y el Club Náutico Jangaderos de Monte Caseros. Ven a Isla Brasilera como una oportunidad para crear un lugar de integración, cooperación regional y promover el cuidado de la naturaleza. “La isla es el corazón, de repente el territorio puede seguir bajo la administración de Brasil, pero queremos que pase a ser un lugar de hermandad”, relató.

Integrar los pueblos junto con educación y protección ambiental

“Las aves cruzan de un lado al otro, no se paran en la frontera, ni se ponen a ver si el límite es contestado o no”, enfatizó Macías. Y tampoco saben de fronteras el algarrobo, el ñandubay, los humedales, los pastizales y las más de 220 especies de aves. Rincón de Franquía tiene 1.150 hectáreas de bosques ribereños, de espinillos, pajonales y lagunas. Los integrantes del movimiento transfronterizo afirman que “no existe la invasión de especies exóticas”.

Educación ambiental, conservación de la biodiversidad y el impulso del turismo sostenible son algunas de las ramas que abarca el proyecto. Macías contó que la unión de las áreas protegidas permitiría una “continuidad del paisaje y los ecosistemas, el aumento del área conservada y la reproducción de especies”, sobre todo las que están en peligro de extinción. “Puede ayudar a cooperar para un mejor control de las amenazas, como la caza furtiva, la pesca ilegal y la tala de árboles”, se indica en el proyecto que presentaron a las autoridades locales de los tres países.

El representante de Grupama planteó que el proyecto nació de la sociedad civil y también observó como necesarios la coordinación y el trabajo en base a consenso, por eso solicitan una “amplia participación de la sociedad civil”. Agregó que en cada uno de los países les dan “un poco más de importancia” por “estar unidos”.

Otra de las puntas del proyecto consiste en desarrollar el “turismo naturaleza”; Macías resaltó que por definición es “sostenible” y “con pequeños emprendimientos”. “No estamos pensando en grandes inversiones ni en hoteles cinco estrellas, queremos que la gente venga, visite y se puedan manejar como circuito integrado”, desarrolló. Dentro del movimiento transfronterizo ven positivo el “intercambio de gente de manera natural”. Señaló que es una “preocupación” porque hay una “incipiente corriente turística informal”.

Desde 2007 están intentando que se implemente el corredor biológico; recién en abril de este año recibieron apoyo del alcalde de Bella Unión, William Cresseri; el intendente de Monte Caseros, Miguel Ángel Olivieri, y el prefecto de Barra do Quaraí, Maher Jaber Mahmud. El apoyo fue “unánime” por parte de los gobiernos locales.

Macías se refirió a que la idea del corredor biológico “ha ido escalando”: “No queremos abarcar demasiado en este primer momento; cuanto más grande sea la idea, más difícil va a ser empezar”. Sin embargo, el 30 de abril presentaron en el Comité para el Desarrollo de la Cuenca del Río Uruguay la idea de formar una red de áreas naturales protegidas. “La idea es formar un gran corredor de biodiversidad del río Uruguay, es un sueño a largo plazo, pero todo tiene comienzo”, explicó Macías. En primavera tendrán reuniones con organizaciones sociales de los departamentos involucrados.

Cuando la pesca es un problema

El 25 de mayo de 2020 el Movimiento Transfronterizo envió un “manifiesto por el río” a las autoridades locales y provinciales. Se resaltó que el estiaje -el caudal mínimo que alcanza un río o laguna en algunas épocas del año- del río Uruguay estuvo en su “menor nivel en casi 80 años”. Transmitieron su preocupación por la “conservación de los recursos ictícolas” porque habían detectado la presencia de pescadores. “Sus consecuencias sobre la vida del río serán largas y severas, exponiendo a todo el ecosistema a un grado alarmante de vulnerabilidad”, se dice en el comunicado.

La organización solicitó prohibir la pesca en épocas de estiaje severo en la cuenca del río Uruguay para “evitar los impactos predatorios” y al mismo tiempo brindar subsidios a los pescadores involucrados y sus familias. También llamaron a “armonizar la normativa de pesca en toda la cuenca y hacer efectivo control” y a realizar en conjunto, las autoridades y la sociedad civil, una “tarea de concientización” a los pescadores de la región sobre la necesidad de un “uso sostenible de los recursos”.

Como ejemplo de normativa se citó la disposición N°120 de la Dirección de Recursos Naturales de la Provincia de Corrientes, Argentina; según el comunicado, “se prohíben todas las actividades de pesca en su área hasta que se normalicen los niveles del río como forma de resguardar la fauna y los recursos pesqueros”.

Argemiro Rocha es integrante del movimiento transfronterizo por Brasil. Desde 2004, año en que se empezó a articular la organización, denuncian la situación de la pesca ilegal en la zona. “Desde aquella época hasta ahora ha avanzado muy poco. Encontramos que, en períodos de seca, cuando el río sufre mucho, pescadores se aprovechan criminalmente del río [Uruguay], y hacen cualquier tipo de ilícito con las especies”, remarcó. También sumó que no han visto que las autoridades hayan sido “comprensivas con las alertas” de la sociedad civil. Desde su visión, la fiscalización ha sido poca y planteó que no hay una unión entre las autoridades de los diferentes países para “hacer un combate eficaz”.

Macías explicó que el área protegida no incluye el río. “Cuando se logró que Rincón de Franquía ingresara al Sistema Nacional de Áreas Protegidas, como estaba en el límite de la isla contestada, era todo un problema el río, porque se iba a trancar por un tema internacional”, expresó. Resaltó que en Rincón de Franquía también se pueden ver cazadores de carpinchos, y Schiro sumó que en el río Miriñay también hay “caza furtiva”.

Rincón de Franquía fue la novena área protegida que ingresó al Sistema Nacional de Áreas Protegidas; el impulso nació desde la sociedad civil y ahora Grupama se encarga de cogestionarla junto con el gobierno local. “Nadie vino a imponernos nada”, planteó Macías. Con el corredor biológico tampoco. Tres organizaciones de la sociedad civil presentan soluciones para problemas locales, como un acuerdo de las normativas en los diferentes países para frenar la pesca ilegal, y para la protección de la biodiversidad.