El sábado la diaria publicó los resultados del monitoreo que hizo la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea) en todo el país durante 2019 y 2020, en el marco del Plan de Vigilancia de Calidad del Agua Potable. Se controló aproximadamente 200 localidades y se tomó 500 muestras anuales; a su vez, el ente aclaró que los datos buscan ser complementarios y no representativos de la calidad del agua potable. Se encontró coliformes y valores de arsénico, cloroformo y otros componentes por encima de lo permitido en el Reglamento Bromatológico Nacional en 65 muestras de 14 departamentos. También se halló glifosato y AMPA en el agua potable de muestras de Florida, Soriano y Colonia, pero en niveles permitidos –si bien no se determina la cifra exacta, estaría dentro de 700 μg/l, valor máximo permitido por el Reglamento Bromatológico Nacional–.

Raúl Montero, presidente de OSE, manifestó a la diaria que para garantizar la potabilidad del agua lo primero que se necesita es tener una “fuente buena”. “Muchas veces el control total de una cuenca no tiene demasiado que ver con las funciones que cumple OSE; nosotros podemos incidir, pero en realidad nos dedicamos a producir agua”, apuntó.

Moreno también fue consultado sobre la calidad de las fuentes principales de abastecimiento del agua potable y respondió que “las condiciones del agua bruta en el correr de los años, lógicamente, pueden deteriorarse porque están expuestas a una mayor influencia de las actividades en el ambiente”. Además, reconoció que la administración de OSE “no ha sido capaz de mostrar que el organismo también ha ido siendo mucho más estricto con los procedimientos para potabilizar el agua”. “La gente se queda con la sensación de que se empeora la calidad del agua bruta y que no sabemos nada del agua potable e interpreta que el mismo deterioro se puede representar en el agua potable, y yo creo que no es así: cada vez nos exigen más”, señaló.

Declaró que lo “peor” que puede hacer el ente es “esconder”. “Estoy seguro de que hay muchísima gente de pocos recursos que es el único líquido que tiene para beber, y lo peor que podemos hacer es sembrar la desconfianza”, sumó. Manifestó: “Nosotros hacemos casi ocho millones de análisis de diferentes parámetros en el año, va a ser mucho más lógico que nos crean que la mayoría de esos parámetros son aceptables si mostramos los que no son aceptables”.

Sobre los niveles de glifosato y AMPA dijo que “en concentraciones como las que se presentan, las usinas son capaces de evitar que pase al agua potable en cantidades preocupantes”. Según Montero, OSE estudia diferentes herbicidas y fungicidas, pero han pensado en coordinar con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) para “estar más atentos ante las diferentes zafras que pueda haber de cultivo y estudiar la presencia de diferentes elementos en la cuenca”. Aclaró que los contactos están, pero podrían “profundizarlos”.

Definió que los datos de arsénico “son muy difíciles de manejar a nivel de la información pública” porque “es una palabra fuerte” y “golpea un poco”. “A nivel de arsénico hay alrededor de 160 lugares donde el nivel está entre 10 y 20 microgramos por litro, en todo el país. En 2011 se recomendó 20 [microgramos], pero se dijo que en diez años se recomendaba que pasara a 10 [microgramos] el nivel más alto permitido de arsénico. Ya estamos en 2021 y estamos viendo cómo hacemos para dar ese cumplimiento”. Contó que para cumplir con los parámetros se necesitaría entre 20 y 30 millones de dólares. “No está muy fácil”, admitió.

El monitoreo de la Ursea encontró valores de arsénico por encima de lo permitido en siete localidades del país. Una de ellas es Punta Tabárez, en San José, donde se tomó a dos escuelas –la 75 y 93– como punto de recolección de datos. Sobre la primera Ursea manifestó que en 2019 se muestreó por primera vez el sistema, que OSE “continuará monitoreando” y que “si se identifica la persistencia de resultados se solicitará partida de agua de beber y cocinar a ANEP”. Se preguntó a Montero si este tipo de medidas son tomadas con frecuencia y respondió que “la tradición de OSE es producir agua potable. No es común, pero se ha hecho. En esta administración no creo que hayamos hecho esa gestión, pero sí tengo claro que es una gestión que se ha planteado”. “Hay algunas zonas en las que va a ser muy difícil en el futuro sacar agua de la calidad que se nos exige”, resaltó.

Carlos Santos, integrante de la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida, resaltó que los datos de la Ursea permiten evidenciar “una serie de denuncias” que los integrantes vienen “manifestando desde hace tiempo”. Observó que el agronegocio y sus productos “contaminantes” generan que “algunos sectores de la producción se enriquezcan” mientras “el resto de la sociedad ve privatizado su acceso al agua potable” porque no accede “a agua de calidad”.

Santos argumentó que “el problema es que los monitoreos se realizan, pero la información no se hace pública. Existen un montón de estudios que se hacen sistemáticamente y la información no llega a donde tiene que llegar, que es a la población”.