Las canciones que escuchamos durante nuestras infancias y adolescencias marcan una huella en nuestras historias de vida. Por esta razón, emociona ver jóvenes cantando al unísono, con los artistas Emiliano Bernardico y Julio Brum, letras que hacen referencia a la protección de los bienes naturales y comunes. Ellos encabezaron el cierre musical en la movilización de estudiantes de la ciudad canaria de Santa Lucía, que tuvo lugar este lunes con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente. El cancionero no era desconocido para los alumnos y alumnas de escuelas públicas y privadas, liceos y escuelas técnicas de UTU que participaron. Se los podía observar entonar con fervor, por nombrar tan sólo un ejemplo “Hay que cuidar nuestro río, nos da vida y es muy lindo. El corre libre por su cauce, como corre el carpincho”. Una de las maestras que acompañaron la marcha contó que estas canciones forman parte de “la sangre de Santa Lucía”.
Durante el día hubo dos movilizaciones, una por la mañana y otra por la tarde, para que puedan participar ambos turnos de los centros educativos. Comenzaron en la plaza principal Tomás Berreta y finalizaron en el espacio Carlos Alfredo, que queda frente al río. Esta modalidad de convocatoria se realiza desde 2015, año en que la Junta de Directores de la localidad organizó la primera “caminata por el agua”. En esta ocasión, entre el cúmulo de personas también estaban presentes integrantes de la Asamblea por el Agua y docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Pero, como era de esperarse, los niños y niñas fueron los protagonistas al turnarse para leer la proclama. En ella presentaron datos científicos sobre la preocupante situación ambiental que vive el planeta, pero también hicieron hincapié en su propio territorio. Su pedido podría resumirse en el texto que lucía la pancarta que abrió la primera marcha: “Queremos un río feliz”.
Sin embargo, este año la movilización fue distinta. Maestras relataron a la diaria que la concurrencia se vio “limitada” por una decisión que las excedió. “Las instituciones educativas empezaron a presentar los permisos de las familias que apoyaban que los niños fueran a la marcha, pero desde Inspección se aprobó que fueran delegaciones de los centros educativos, no la institución completa, como sucedía años anteriores. El motivo de la restricción lo desconocemos. Sólo pudieron participar un grupo o dos por escuela, cuando antes iban todas las clases que quisieran”, explicaron. Este punto repercutió en la cantidad de personas que asistieron. Sin embargo, eso no las detuvo. Por ejemplo, una de las docentes decidió sumarse pese a que no pudo ir con sus alumnos y alumnas, ya que no fueron incluidos en la delegación de su centro.
Pese a que la resolución les preocupó, contaron que en las aulas siempre está presente hablar del agua. “Los maestros muchas veces, sin querer, generamos ecofobia en los niños. Les hablamos de que no hay que tirar basura en el agua, que hay que cerrar las canillas. No responsabilizamos a los grandes contaminadores. Estamos trabajando el cuidado desde lo que hacemos nosotros, pero también la ‘no culpa’. Queremos romper con la idea de que todo lo que pasa en el planeta es únicamente por acciones individuales. La industria está contaminando mucho más de lo que un niño pueda contaminar”, expresó una maestra. Mientras describen sus tácticas para acercar a los pequeños y pequeñas a las temáticas ambientales, se las nota casi tan entusiasmadas como sus alumnos cantando que hay que proteger el río Santa Lucía.
Reforzar cuidados
Santiago Dárdano, integrante de la Asamblea por el Agua, dijo a la diaria que la convocatoria estuvo rodeada de alegría. “Vemos que cuando se organiza la caminata, se toma conciencia a nivel de las familias y la comunidad en general. Se marcha por la calle principal, a contramano, como corre el río, hacia abajo. Mueve la opinión de todo el mundo, pero sobre todo en las familias, porque juntos hacen sus pancartas, carteles y tienen una producción maravillosa”, acotó, y enseguida resaltó la organización que llevaron adelante las maestras.
Por otro lado, la coyuntura fue especial debido a la crisis hídrica que está viviendo el país. Con respecto a este punto, Dárdano declaró que el evento “se está registrando desde hace varios años” y ha sido agudizado por la falta de lluvias. “También se han hecho algunas investigaciones. Un monitoreo de embalses en el Santa Lucía encontró que hay 486 a lo largo de la cuenca. Las mínimas lluvias que caigan tienen que rebasar los embalses de particulares, que en su mayoría son para el agronegocio. Esto lo vemos con preocupación. A su vez, se registró en el arroyo Pando el bombeo ilegal que hacía el frigorífico Pando. Son emprendimientos particulares de privados y empresas grandes. Siempre se sacrifica a la comunidad y pequeños emprendimientos restringiendo el uso. Siempre se corta la piola por el lado más fino y vulnerable”, planteó. A su vez, puso sobre la mesa la modificación aprobada por el directorio de OSE y el Ministerio de Salud Pública de aumentar los valores máximos permitidos de sodio y cloruros en el agua suministrada a la zona metropolitana. “Modifican los parámetros para entrar en una legalidad que no es viable a nivel real y sanitario”, apuntó.
Asimismo, remarcó la importancia de que las comisiones de cuenca “sean vinculantes” porque “entre todos podemos construir ideas mucho mejores para el uso y cuidado de la cuenca del río Santa Lucía”. Sin embargo, indicó que las últimas sesiones del espacio que promete ser participativo se han destinado al proyecto Neptuno. “En enero se hicieron tres comisiones de cuenca todas juntas y fueron netamente exposiciones de OSE contando sobre el proyecto, sin consulta y mostrando más de 500 diapositivas. No se dio lugar a participación real ni a plantear ninguna otra alternativa”, puntualizó. Dárdano finalizó señalando que la iniciativa se trata de una “privatización” del suministro de abastecimiento de agua potable, situación que es violatoria del artículo 47 de la Constitución.
.