Fueron más de diez años de lucha para que los Humedales e Islas del Río Negro -o, al menos, una parte de este territorio- se sumen al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP). El proceso de ingreso comenzó en 2011, cuando la Facultad de Ciencias y el Núcleo Interdisciplinario de Biodiversidad y Sociedad de la Universidad de la República, en el marco de un convenio con el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, presentaron su propuesta. El documento fue resultado de dos años de trabajo cooperativo, donde la población local y organizaciones sociales tuvieron un rol protagónico. Finalmente, la semana pasada el Poder Ejecutivo emitió un decreto donde aprobó la delimitación y clasificación del área protegida, la primera en ingresar al SNAP durante este período de gobierno. Si bien se trata de un avance, es necesario señalar que tiene grandes diferencias con el proyecto inicial.

Según manifiesta la normativa, al territorio protegido se lo denominó Humedales e Islas del Hum, y se incorporó bajo la categoría de Parque Nacional. A su vez, un documento técnico del Ministerio de Ambiente (MA) detalla que el proceso de ingreso se dará en dos etapas. La primera, que es la que tiene como resultado el decreto, sumó “las islas fluviales que actualmente pertenecen al Estado”. Los nombres de las islas son: Pimienta, Paraguay y Pepe Fernández, Chalupa, Camariños, Las Cañas, Ascencio, Barrientos, Buenaventura, Dos Hermanas, Bergalín, Pantanoso, Pichón, Redonda, Del Medio, Pepe Ladrón Grande y Pepe Ladrón Chico, De Santiago, Sauzal y Del Naranjo. En total, abarca una superficie de 2.340 hectáreas. Sin embargo, los técnicos resaltaron “la necesidad de transitar una segunda etapa de ampliación” para “poder cumplir más adecuadamente los requerimientos para la protección de los valores ambientales que constituyen los objetivos de conservación propuestos” y “controlar las fuentes de presión identificadas”. Si se realiza este próximo paso, se incluirán “cursos de agua” y “la superficie terrestre a ambas márgenes del río Negro”, donde existen predios privados. En otras palabras: sin esta ampliación, la conservación de lo que se busca proteger no está resuelta.

Son varios los hitos que rodean la zona incorporada al SNAP. Por ejemplo, en 2009, fue declarada por Birdlife International como área de relevancia para la conservación de aves. Allí están presentes poblaciones de especies que se encuentran en peligro, como el capuchino pecho blanco (Sporophila palustris), otras que se encuentran cercanas a la amenaza, como el capuchino garganta café (Sporophila ruficollis), y también se pueden observar especies de aves vulnerables, como el dragón (Xanthopsar flavus). A su vez, en febrero de 2022, la Junta Departamental de Soriano -departamento donde se ubica el área protegida- decretó por unanimidad un aval para la continuación “de las etapas necesarias del proceso de incorporación de los Humedales e Islas del Hum al Sistema Nacional de Áreas Protegidas”. Cinco meses después, la Mesa Permanente del Congreso Nacional de Ediles también brindó apoyo a las autoridades ambientales para llevar adelante la incorporación.

Volviendo al decreto, también define las medidas de protección para los padrones públicos. Está prohibida la urbanización, la realización de obras de infraestructura que alteren el paisaje o las características ambientales del área, la extracción de minerales, las plantaciones de especies exóticas o la introducción de especies alóctonas -que no pertenecen al lugar-, los aprovechamientos y el uso del agua que “puedan resultar en una alteración del régimen hídrico natural” y el “desarrollo de aprovechamientos productivos tradicionales o no”, entre otros puntos.

Llegar a tiempo

La propuesta de ingreso de 2011 tuvo como redactores principales a Alejandro Brazeiro y Carolina Toranza, investigadores del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias, Ignacio Berro, de la sección Zoología de Vertebrados, y Carolina Faccio, licenciada en Geografía. A primera vista, la principal diferencia con el proyecto aprobado es la cantidad de territorio que se buscó proteger. Los académicos plantearon la necesidad de salvaguardar 56.620 hectáreas -donde se incluían predios privados- distribuidas en Soriano y Río Negro. También consideraron que la categoría que mejor se adaptaba a la propuesta es “Área Protegida con Recursos Manejados”, definida en la normativa como “área que contiene sistemas naturales predominantemente no modificados, que es objeto de actividades de manejo para garantizar la protección y el mantenimiento de la diversidad biológica a largo plazo, así como proporcionar al mismo tiempo flujo sostenible de productos naturales y servicios para satisfacer las necesidades de la comunidad”.

El territorio que delimitaron está ubicado en la cuenca baja del río Negro. Allí se encuentra el sistema de humedales de Villa Soriano, considerado el más prominente del litoral oeste del país, que se extiende por 15.338 hectáreas. “Brinda a una de las regiones más productivas del país una amplia gama de servicios ecosistémicos, que contribuyen al bienestar humano de sus pobladores y a buena parte de la población del país, dado que en el área se interconectan los principales sistemas fluviales del territorio nacional”, expresaban en el documento. Algunos de los servicios ecosistémicos que otorga, tan importantes en un contexto de crisis climática y ecológica, son la regulación del clima, control de las inundaciones, abastecimiento y purificación de agua, protección de costas, provisión de recursos pesqueros y oportunidades de investigación científica, recreación y turismo.

Pero la riqueza del lugar no termina aquí. También existen bosques nativos, como el ribereño y el parque. “El bosque parque presenta una fuerte influencia de la provincia chaqueña y en su composición se encuentra gran cantidad de elementos florísticos y de fauna típicos de la misma. En este sentido, puede decirse que este tipo de ambiente conforma un importante corredor biológico que funciona en un estrecho vínculo con el río Uruguay. A pesar de su importancia biológica, este ambiente ha sido extensamente transformado por la actividad ganadera y el avance de la agricultura en esa zona del país, lo cual ha provocado su fragmentación y la pérdida de su superficie original”, lamentaban los científicos y científicas. De esta forma, se podría continuar detallando cada uno de los valores que posee el área propuesta por los investigadores. No se puede dejar de mencionar sus distintos tipos de praderas y sus arenales. Tampoco las cuatro especies de peces, dos de anfibios, seis de reptiles, 21 de aves y las cuatro de mamíferos prioritarios para la conservación desde la óptica del SNAP. Gran parte de estas últimas están amenazadas, casi amenazadas o son clasificadas como vulnerables.

Un punto no menor a tener en cuenta es que pasaron 12 años desde que se elaboró el documento de donde se tomaron estos últimos datos, por lo que la situación puede haberse agravado.

“La matriz paisajística donde se inserta el área presenta un alto grado de modificación, asociada a una fuerte actividad productiva, esencialmente agropecuaria con cultivos forrajeros y forestales. Una evaluación reciente sobre el cambio en el uso del suelo en el departamento de Soriano indica que en el período 1990-2008 el departamento sufrió cambios drásticos. Los mismos están principalmente asociados a un proceso de intensificación agrícola caracterizado por una fuerte expansión del cultivo de soja. El área cultivada avanzó sobre campos naturales y bosques nativos, perdiéndose 23% y 31% de estos ecosistemas”, alertaban hace más de una década.

El panorama actual no parece ser muy alentador. Según la Encuesta Agrícola de 2021, realizada por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, la mayor parte de la producción de soja se realiza en el litoral oeste del país, siendo Soriano el principal departamento. Sin dudas, es una buena noticia la incorporación de una nueva área protegida al SNAP, pero no basta con cuidar únicamente los padrones públicos. Si bien la propuesta de los científicos y científicas no va en camino opuesto al documento de planificación del MA, debemos preguntarnos si la segunda etapa llegará a tiempo para conservar estos valiosos ecosistemas.