Salvador Rueda dice que lo primero que observa al llegar a una ciudad es cómo se ocupa el espacio público. Lo define como “la casa de todos” y lo que “nos hace ser humanos”. El catalán, biólogo, psicólogo y presidente de la Fundación Ecología Urbana y Territorial, se encuentra en nuestro país. Es un referente en materia de urbanismo ecosistémico y pionero en el impulso de las supermanzanas –una forma de organizar nuestras urbes que consiste en agrupar sucesivas manzanas y, de esta forma, se restringe el tráfico, el ruido y la contaminación, además de priorizar el espacio peatonal–. Fue invitado por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República a la proyección del documental Cambiarlo todo sin cambiar nada, que realizó la fundación costarricense Ömina e ilustra la experiencia que lideró Rueda en Barcelona. Por si fuera poco, este miércoles, la Intendencia de Montevideo lo declaró visitante ilustre.

“Estamos ante retos únicos en la historia de la humanidad y las ciudades serán el buque que permitirá que el futuro exista. Es un tema que a mí me convoca desde hace tanto tiempo que ha hecho que mucha gente me descalificara por catastrofista desde hace más de 30 años. Lamentablemente, lo que en aquel momento ya intuía, con la información que teníamos, ahora se ha desarrollado a una velocidad mayor a la que pensaba. Estamos ante una situación de emergencia y necesitamos cambiar la ciudad de arriba a abajo, y tenemos muy poco tiempo”, expresó Rueda, con referencia al cambio climático antropogénico, luego de recibir la distinción.

A continuación, planteó que estamos en un momento en el que es necesaria la acción, ya que contamos con “los instrumentos teóricos, también metodológicos, para hacer posible que el cambio sea una realidad”. Pero, ¿cómo debería ser el cambio? Para el ecólogo urbano, el centro de la planificación urbana y la acción política deben ser “las personas” y “las leyes de la naturaleza”. “Estas dos piezas nos tienen que conducir a un fin que tiene que significar una mejora sustantiva de la calidad urbana, pero también de la calidad de vida de las personas que allí habitan”, destacó.

Luego de unos días ajetreados, en los que pudo recorrer gran parte de la capital, detectó algo evidente para la mayoría de los transeúntes: “¿Quién es el que manda en el espacio público? En Montevideo manda el auto, no manda el ciudadano, no mandan las personas. Por tanto, yo haría una reflexión en este sentido, que es obligada, puesto que necesitamos movimientos ligados a las alternativas al auto que nos permitan tener un transporte público de calidad, que nos dé la oportunidad de acceder a la ciudad con ese medio de transporte muchísimo menos contaminante, muchísimo menos impactante. Incorporaría movimientos activos: la movilidad activa a pie y en bicicleta. Para eso se necesita incorporar la infraestructura necesaria que permita dar la alternativa”. A su vez, piensa que el camino de la planificación urbana debe sostenerse en instancias de participación para “convencer a partir de la propia acción y de la propia transformación”.

Salvador Rueda y Carolina Cosse, durante la ceremonia en la que Rueda fue declarado visitante ilustre.

Salvador Rueda y Carolina Cosse, durante la ceremonia en la que Rueda fue declarado visitante ilustre.

Foto: Ernesto Ryan

¿Supermanzanas en Montevideo?

Carolina Cosse, intendenta de Montevideo, participó en la ceremonia en la que Rueda fue declarado visitante ilustre. Durante la instancia se le consultó si la comuna tiene planeado aplicar las supermanzanas. “Nosotros tenemos hermanamientos y acuerdos de cooperación con muchísimas ciudades del mundo. En particular, se venía trabajando con Barcelona en el seguimiento y en el estudio de la iniciativa de las supermanzanas que aplicaron. Las soluciones no se pueden copiar ni trasladar de un lado al otro”, respondió. Enseguida, señaló que se está intentando incorporar “algunos conceptos que tienen que ver con darles vivacidad a los peatones”. Citó como ejemplo el programa Late Ciudad Vieja –que busca aumentar las áreas destinadas al tránsito peatonal– y “el compromiso de aumentar un 50% del arbolado de la ciudad agregando 150.000 árboles en el promedio de unos diez años”.

“Estamos encontrando nuestro camino, y creo que esa es la clave. Cada ciudad, igual que cada país, es un mundo. La ciudad, al tener las mayores concentraciones de población, es donde está la esperanza de que algunas cuestiones puedan cambiar. Ahora, voy a poner un ejemplo muy pragmático: cuando nosotros vamos a arreglar una avenida, cualquiera, tenemos que mover los contenedores de lugar, con lo cual las personas, en vez de tener un contenedor en la esquina o a una cuadra, lo tienen a dos cuadras. ¡Se arma un lío para caminar dos cuadras para desplazar la basura! Nosotros hablamos de que es necesario un cambio cultural, porque, si no, nos enamoramos de una supermanzana si está en la casa de otro”, apuntó. Considera que “el camino de aproximación debe ser gradual” para que “si saco papeleras de 200 plazas porque en la casa de todos es mejor no tener papeleras, nadie pondría papeleras en el living de su casa, puedas hacer el esfuerzo de llevarte la cáscara de manzana contigo”.