“Aquí se construirá la planta de cloro-soda más moderna del mundo”, versa un cartel en la entrada de la sede industrial de Efice, ubicada en San José.

La compañía se dedica a la industria química hace 65 años. Produce cloro, soda cáustica y derivados a partir de celdas de mercurio. 14 años atrás, su proyecto para construir una nueva planta que funcione con celdas de membranas, donde el mercurio –elemento sumamente dañino para la salud y el ambiente– no es necesario, fue declarado de interés nacional por las autoridades gubernamentales. El proyecto se llamó Omega. La empresa lo definió como “la inversión más grande de la historia de Uruguay”, manifestando que le permitiría triplicar su capacidad productiva y exportar sus productos a la región. En un principio dijo que la inversión sería de 300 millones de dólares, pero actualmente en su página web figura que será de 160 millones. En informes presentados ante el Ministerio de Ambiente señala que la iniciativa inicial fue modificada.

Efice tiene como último plazo diciembre de 2025 para comenzar a operar con una tecnología libre de mercurio. Cabe resaltar que la empresa cuenta con grandes compradores del sector público y privado, por ejemplo OSE y Montes del Plata. Sin embargo, su historia también involucra pasivos e impactos socioambientales. Sin ir más lejos, existe un predio cerrado por contaminación y un trabajador que denuncia tener consecuencias en su salud tras estar expuesto al mercurio durante su jornada laboral. la diaria entrevistó autoridades del Ministerio de Ambiente y Efice para conocer la situación actual y futura del emprendimiento, conversó con el trabajador afectado y también indagó sobre las importaciones de mercurio de la compañía.

Convenio de Minamata

Minamata es una pequeña ciudad costera ubicada en el suroeste de Japón. En la década del 1950, una fábrica petroquímica de la Corporación Chisso arrojó metilmercurio –extremadamente tóxico– a través de sus efluentes a la playa de la localidad. El accionar industrial causó la contaminación del ecosistema marino y provocó miles de casos de intoxicación por mercurio en los locales. Sufrieron ataxia –falta de coordinación en los movimientos–, alteraciones sensoriales en manos y pies, deterioro de la vista y el oído, parálisis y la muerte en casos extremos. En 1968, luego de años de investigación, el gobierno reconoció que las enfermedades de las personas fueron causadas por la ingesta de pescados y mariscos contaminados del mercurio que arrojó Chisso. En este contexto, las víctimas del desastre se organizaron para pedir una compensación. En 1975, los fotógrafos Eugene y Aileen Smith publicaron un emblemático trabajo que sacudió al mundo y mostró las consecuencias del envenenamiento.

Cuatro décadas después, en 2013, se aprobó el texto del Convenio de Minamata sobre el Mercurio, un tratado internacional que tiene como objetivo proteger la salud humana y el ambiente de las emisiones y liberaciones de mercurio generadas por los seres humanos.

Uruguay, que tuvo un lugar clave en el impulso del tratado, lo ratificó en 2014 y entró en vigor en 2017. Aquí, en la actualidad, las principales liberaciones de mercurio provienen de la producción de cloro y soda cáustica. Las autoridades determinaron en primera instancia que Efice –la principal empresa que produce estos productos en el país– debía dejar de utilizar mercurio en 2021 y modificar su tecnología, pero el plazo se extendió hasta 2025, fecha límite establecida en el Convenio de Minamata.

Esta dilatación le permitió a Efice continuar operando aunque, según consignó Sudestada, medio de prensa que sigue el tema desde hace tiempo, el Ministerio de Ambiente le exigió a la empresa un seguro ambiental por el desmantelamiento de la planta y que las obras de la reconversión se inicien antes de diciembre de 2022. Recién en enero de 2024 se realizó la puesta de manifiesto de su proyecto de reconversión. A su vez, el artículo menciona que a comienzos de este año la cartera detectó que el seguro de responsabilidad civil ambiental de Efice estaba vencido y que la compañía no había presentado un plazo para la ejecución del Plan de Desmantelamiento.

Importaciones de mercurio y sitios contaminados

Marisol Mallo es la gerenta del Área de Información, Planificación y Calidad Ambiental del Ministerio de Ambiente. Cuenta a la diaria que comenzó a trabajar en la estructura ambiental en la década de 1990 y que Efice fue la primera industria que controló. “Como Ministerio, y anteriormente como Dinama, habíamos planteado mucho antes de que el convenio estuviera en vigencia la necesidad de una reconversión tecnológica para poder trabajar con alternativas que no usaran mercurio. El último plazo que tiene Efice para dejar de producir con celda de mercurio es diciembre de 2025. La nueva planta requiere la autorización ambiental previa antes de iniciarla, ellos habían presentado en su momento una comunicación inicial, pero fue demorándose el resto de la información”, dice.

Al consultarle si la compañía puede llegar a abandonar la tecnología con mercurio antes de la fecha establecida en el Convenio de Minamata, responde que “sí, con plazos muy ajustados” porque implica “el montaje de una nueva planta desde cero”.

El Ministerio de Ambiente brindó datos sobre las importaciones que realizó la compañía desde 2015 hasta 2024. En 2015 Efice trajo al país 5.520 kilogramos de mercurio, mientras que en 2017, 2019 y 2020 –su último movimiento– importó la misma cantidad: 4.485 kilogramos. En casi una década, la empresa trajo al país 18,97 toneladas de mercurio. Fueron traídas desde México, aunque no se detalla la compañía que lo suministró.

Asimismo, se nota un aumento en los precios del elemento. En 2015 los 5.520 kilogramos le costaron 327.719 dólares, mientras que en 2020 por los 4.485 kilogramos tuvo que pagar 453.988 dólares. “En el país, lo más significativo desde el punto de vista del volumen generado de residuos y de emisiones de mercurio, obviamente es tener una planta con celdas de mercurio”, enfatiza Mallo.

La gerenta de Información, Planificación y Calidad Ambiental también hizo mención al sitio que la empresa contaminó con mercurio décadas atrás. “Se detectó una zona donde se intimó a Efice para que cercara. Hoy está designada como sitio contaminado y se le hace, tanto por Efice como por nosotros, un seguimiento. Oportunamente se hizo la comunicación a la población y a los pescadores del riesgo que significaba por los niveles que tenía de determinación de mercurio”, expresa. Sobre los niveles actuales, indica que “no son extremadamente altos” y que “se está esperando el desmantelamiento de la planta para ver si se toma alguna decisión de sacar parte de lo que sería la tierra contaminada”.

La visión de la empresa

la diaria se comunicó con Guillermo Pons, gerente comercial de Efice, quien aceptó responder una serie de preguntas por escrito. Afirmó que “la planificación al día de hoy prevé el arranque de la nueva tecnología meses antes del final de 2025 por lo que hay holgura para el cumplimiento del cronograma”.

Ante la pregunta de dónde se encuentra almacenado el mercurio importado y cuál es la cantidad utilizada en la planta por año, señaló que se encuentra en “celdas herméticas y con tratamiento de gases”. “El consumo de mercurio de nuestra planta fue objeto de varias auditorías externas minuciosas a nivel nacional e internacional y los datos de estos informes son públicos”, manifestó. Enseguida, sumó que “como indica el Inventario de liberaciones de mercurio en Uruguay en el sector industrial” las plantas con tecnología de mercurio presentan liberaciones “máximas y mínimas coincidentes de 1.140 kilogramos”. Confirmaron, a su vez, que la última importación del elemento fue en 2020.

Por otro lado, se consultó a la compañía sobre si algún trabajador ha tenido accidentes vinculados a la exposición al mercurio. “La ocurrencia de accidentes laborales en la industria en general, con manejo de sustancias químicas, es parte de los riesgos de la actividad. En particular la tasa de accidentabilidad en Efice es baja y en especial la relacionada con exposición a mercurio, es excepcionalmente baja, contándose dos casos registrados en más de 60 años de historia y sin afectación funcional causada por mercurio”, apuntó.

Asimismo, aclaró que “debe distinguirse cuando se habla de un accidente, de una exposición al producto o de una enfermedad profesional” y dijo que tienen “protocolos exhaustivos de vigilancia sanitaria, con análisis permanente en los trabajadores y control médico”, así como “elementos de protección personal de primera calidad”. “La empresa tiene numerosos protocolos específicos sobre el tema, existe un programa de vigilancia sanitaria con participación de ingenieros, médico laboral, técnico prevencionista, etc. El mercurio se encuentra confinado en razón de la hermetización de las celdas y con presión negativa dentro de las mismas, lo cual minimiza en alto porcentaje las emanaciones”, mencionó. Por otro lado, señaló que “se monitorea permanentemente la atmósfera ocupacional”.

La historia de Luis

Año 2017. Luis Cardozo está mirando la televisión, escucha de la planta de Efice, decide enviar su currículum y consigue un trabajo en tareas de mantenimiento. Cuenta a la diaria que cuando se desempeñaba siempre usaba el equipo de protección que le brindaba la empresa y que incluso sus superiores lo habían felicitado por los cuidados que tenía. En su momento, fue advertido que con el mercurio se le podían “aflojar los dientes” o desarrollar “problemas neurológicos”. Por esta razón, tomaba en serio las medidas de cuidado. Relata que el pago era “bueno” y que le daban “beneficios”, como las canastas a fin de año. “No pensé nunca que me iban a causar lo que me causaron después”, lamenta.

En febrero de 2019 le ordenaron a Luis limpiar un tanque que, aparentemente, tenía sólo arena y piedras, sin equipo de seguridad. Él se encontraba dentro de la estructura cuando su compañero le dijo: “¡Mirá eso brillante que está ahí!”. “Era mercurio, el mercurio no tenía que estar ahí. Le dijimos al encargado y nos mandó salir. No se esperaban que el mercurio estuviera en ese lugar”, plantea el trabajador. Los días siguientes continuó trabajando, pero los síntomas empezaron. “No podía aguantar la caja de herramientas que llevábamos, pesaría 10 kilos. Se me bajaba. Me dolía la cabeza, como que se me trababan las palabras, la expresión, quería decir una cosa y no me salía”, recuerda.

15 días después fue enviado al Banco de Seguros. Luego de tres días allí –y 18 después de la exposición–, cuenta, registró 32 microgramos por gramo de creatinina en orina, cuando el valor máximo permitido es hasta 35 microgramos por gramo. Este análisis es el que suele realizarse para conocer el grado de exposición al mercurio. “Las doctoras me decían que se elimina con la orina, que no se sabe [el valor de los primeros días]”, apunta. Como cuenta, aún tiene rigidez muscular en la mano y pierna derecha, si bien la intensidad ha variado con el correr de los años.

Cuando los niveles de creatinina volvieron a la normalidad, en abril de 2019, retomó el trabajo por un año y medio “usando máscara”. Luego sufrió un episodio de dolor lumbar que agravó su tensión muscular y afectó su reflejo de Babinski. Pasaron los años y estudios médicos. En febrero de 2023, según describió Sudestada, una resonancia magnética constató que Luis tiene múltiples lesiones en distintas zonas del cerebro, que se extendían hasta la médula espinal. Este año, también se realizó el mismo procedimiento y no se reconocieron nuevas lesiones. Hasta el momento, si bien se han manejado distintas hipótesis, no se ha establecido una conclusión sobre el origen de sus lesiones.

“Me tocó a mí. No digo que lo hayan hecho por gusto, lo de contaminarme”, dice Luis, aunque apunta a que lo que le sucedió a él pudo haberse prevenido pero que no se hizo. “Se tienen que hacer cargo de mí. Yo tengo las consecuencias. ¿Qué hago con las consecuencias?”, se pregunta Luis. Hace un tiempo, el trabajador decidió presentar su caso ante la Justicia. Consultado su abogado, Santiago Mirande, dijo que se están “estudiando y preparando las acciones jurídicas contra la empresa y todos los involucrados en los daños irreversibles a la salud del trabajador”.