-Siempre estás colaborando con músicos jóvenes. ¿Qué significa eso para vos?

-Me siento un vampiro. Es sangre nueva. Soy feliz, me nutro de ellos. Para mí es una alegría enorme que me llamen, porque de lo contrario sería un señor al que no quieren molestar porque está en otra onda. Pero parece que Rada está con la barra y su música sigue siendo joven. Yo siempre me junto con ellos, los voy a ver tocar, son una gran barra: Nicolás Sarzer, los Ibarburu, Martina Gadea... Aparte tocan con mi hija Julieta o con Lucila, que ahora saca un disco.

-¿Y cómo ves la música uruguaya hoy?

-Hubo unos grupos que quedaron afuera por culpa del proceso militar y el canto popular más revolucionario, que no aceptaban el rock. Por ejemplo, Los Estómagos y Los Tontos quedaron afuera, porque era distinto de lo que veníamos haciendo nosotros y para la gente del canto popular “rock” era una mala palabra. Entonces yo me saco el sombrero por el rock porque la pelearon mucho.

-Hace un tiempo comentaste que Confidence era un poco fruto del ocio.

-Es verdad. Es lo que les pasa a los músicos que tocan con Jaime, conmigo, qué sé yo… Los músicos acompañantes son todos buenísimos, todos tienen sus grupos, pero no me llaman a mí. Todos se juntan, y por qué yo no voy a poder armar una bandita para divertirme. Así nació Confidence. Yo soy un músico también y elijo a los músicos con los que me quiero divertir. Mi hobby es la música, no voy a jugar al tenis. Para mí cantar “Cha cha muchacha plena” -aunque lo hago con todo el amor del mundo y la gente termina radiante cantando y bailando- es un trabajo. Tocar con Confidence es un remanso, una diversión.

-Hablamos de un Rada más descontracturado.

-Claro, más jazzístico, más músico. Veo que están faltando grupos instrumentales, por eso grabé este disco. La idea es que la música de Confidence, igual que la de Opa, se use para que los músicos toquen. En otras palabras, agregarle leña al fuego de la música instrumental.

-Tenés tres hijos músicos.

-Sí. Lucila [28] es la que está en el programa de los domingos y va sacar un disco en breve, producido por Francisco Fattoruso. Matías [23] toca conmigo y Julieta [19] también canta, y grabó en el cd de Nico Ibarburu.

-¿Cómo se dio lo de la música en tus hijos?

-Yo nunca los mandé a estudiar música. Lucila es fruto de mi primer matrimonio, su madre canta muy bien. Iba a todos los programas de televisión a los que iba yo. Le canté la canción “Lucila”, que debe de ser de las mejores que hice.

-¿A los tres les hiciste canciones?

-Sí, “Matías es el nuevo embajador” y “Julieta”, que está en Montevideo 2.

-¿Cómo es un día común para vos, de ocio?

-Cuando está cerrada la oficina y no tengo shows, me vuelvo loco, ¡arranco pa’ los tambores!

-¿Te gusta cocinar?

-Sí, me encanta, lo que pasa es que mi mujer trabaja en una clínica para adelgazar y no me deja, los engordé a todos.

-¿Qué extrañabas de Uruguay estando afuera?

-Los amigos, los tambores y Peñarol a muerte. Era una obsesión. El día en que vine creo que perdimos cuatro a cero. ¡No importa! Lo que yo quería era verlo salir a la cancha. Matías amaba México y no quería quedarse. Me acuerdo de que decía “pinche país”. Odiaba Uruguay y lo empecé a llevar a la cancha. Después de tres años de haber vuelto, un día le dije: “¿Volvemos a México?”. Y me dijo: “¿Y Peñarol, papá?”. Sirve de algo. Imaginate que hubiera sido de Nacional o Cerro, el que vos quieras.

-¿Te gusta o te molesta que la gente te salude en la calle?

-Yo saludo a todo el mundo. Lo que pasa es que a veces voy llegando tarde a algún lugar y me dicen: “dale, bo, tá mi vieja acá, ¿no me vas a firmar?”, o “qué berretines que tenés con la tele, no te acordás de que eras pobre”. Igual me encanta porque no me dicen “señor Rada”: me saludan como a uno más. Tengo un auto del 98, del siglo pasado, si tuviera uno del 2000 que brillara un poco ya me matarían. Dicen que sos rico. El otro día paré en una esquina con el auto y uno de una escalera me dijo: “¡Mirá vos, eh! Pensar que te veía flaquito en bicicleta cuando estabas en el correo”. No supe qué contestar.

-Eso debe de molestar un poco.

-Y sí. Pero así es Uruguay y los artistas queridos son los que son del pueblo. En otro lugar una persona que triunfa es coronada, acá no. Por eso hay muchos que tienen guita y no te enterás.

-¿Estás contento con el triunfo del Frente Amplio?

-Sí, estoy contento.

-¿Seguís estando en la Vertiente Artiguista?

-Sí. Siempre pido que me pongan por allá abajo. Este año nos fue bastante mal y lo sabía porque no estábamos bien arropados. La Vertiente era importante cuando Arana era una persona importante dentro del movimiento y estaba en la intendencia; después quedó como algo híbrido, pero yo, por respeto, seguí estando. Yo soy del Frente Amplio y lo he manifestado muchas veces, pero puedo no ser fanático de la política. De chico fui colorado porque mi vieja lo era y después me hice del Frente porque siempre estoy pensando en lo mejor para mi país. Fue difícil estar por primera vez en el gobierno, con muchos avatares y problemas, cuando los informativos de los tres canales privados te bombardean con crímenes, asaltos y violencia. Y eso está pasando en toda América y tiene que ver con la droga. Es mucho para un país tan chico como nosotros luchar contra la potencia más grande de este momento, que son los cárteles de drogas.

-¿Estás a favor de la legalización de la marihuana?

-Ah, con eso no tengo ningún problema. Un tipo que se fuma un porrito, escucha un temita y divaga o hace el amor con su mujer no va a salir a matar gente. Si lo liberaran e hiciesen conferencias informativas, como digo yo “vino tinto y pan”, vamos a comer primero. Relajo pero con orden.

-¿Viste la sala del SODRE? ¡Treinta y pico de años cerrada!

-Yo la vi antes. Fue la sala más impresionante de América Latina, con un sonido increíble.

-¿Puede haber un Rada ahí o será sólo para música clásica?

-Yo tengo mucho respeto por la música clásica. No me veo yo con Confidence tocando ahí.

-¿Un Rada sinfónico?

-Bueno, eso sí. Con una banda gigante como si fuera la Misa Criolla. Yo le debo al país un disco de candombe. Tengo 54 temas compuestos y el año que viene pienso sacar un cd doble con treinta, pero no me gustaría que estuviera abierto a cualquier cosa. Antes íbamos a los bailes de la raza todos de traje y las morenas todas divinas. Era una belleza. Sin embargo la cosa pueblerina de que somos todos iguales a veces hace que la desprolijidad triunfe, y no sé si estoy de acuerdo con eso.

-¿Cuál es tu sueño cultural para este país?

-Para mí es cultura que todos los empresarios ganen un poco menos y empleen a dos personas más; sacar a la gente de la calle y enseñarles que las ocho horas no sólo sirven para que vivas y comas sino que también tenés sociedad médica; que los impuestos que pagamos los que laburamos son altísimos, porque hay gente que no labura porque no encuentra o porque no le gusta. Me gustaría que hubiera una cultura del trabajo y que en la escuela se inculque.

-¿Va a haber un reencuentro con Jaime Roos?

-Es simple. Nosotros nunca nos odiamos. Pasó que a una cosa que podía haber tenido solución inmediata, de cascarrabias la dejamos seguir por mucho tiempo. Siempre hablé bien de él. Cuando no estaban ni los Fatto ni yo, fue Jaime quien aguantó la parada del candombe y la murga. Fue él quien inventó la onda de la murga que después pasó a Argentina. Jaime hablaba bien de mí también, pero no nos gustaba cómo nos manejamos en nuestras vidas, así que al final nos juntamos y nos dejamos de pavadas. Rivalidades tontas. Y ahora la gente espera que hagamos algo, ya se vendrá.

-¿Por qué no estuviste en la vuelta de Opa?

-No voy al Solís.

-¿Por qué?

-Dejé de ir hace bastante. En la reapertura el primer artista popular que iba a tocar ahí era Rada, haciendo toda su historia desde El Kinto hasta lo que estaba haciendo. Iba a llegar con una llamada de tambores por la calle. Un mes antes la persona a cargo me dijo que había hablado Drexler e iba a estar ese día. Me pareció una falta de respeto y no fui más.

-El día de Opa se quedó todo el Solís esperándote.

-Y bueno. También traje como productor a Hermeto Pascoal y no fui. Ya está cerrado para mí. Iré si algún día da un concierto uno de mis hijos. Pago la entrada y me siento.