Definiéndolo como “un coloso de pies de barro”, el analista argentino Eduardo Oviedo se refirió a China como una “gran fortaleza” en materia económica pero que, no obstante, contiene “grandes debilidades” en su interior.

La aseveración fue realizada en el marco de las VIII Jornadas de Investigación organizadas por la Facultad de Ciencias Sociales, de las que participaron destacados investigadores y académicos de la región, que se refirieron a los aspectos de integración en el “orden internacional del siglo XXI”. Según explicó Oviedo, experto de la Universidad de Rosario (Argentina), China tiene una “doble faceta” o “dos caras de una misma moneda”. Ello en virtud de su condición de nueva potencia económica internacional con fuertes proyecciones de crecimiento y, por otro lado, de ser una nación con “serios problemas internos” y varios aspectos de su política que aún debe resolver.

Bienvenido al club

El académico remarcó que “no importa si estamos en un período de transición” sino que lo relevante “es que estamos en un nuevo orden económico”, como consecuencia de las fuertes transformaciones experimentadas por las potencias tras la finalización de la Guerra Fría.

En ese sentido, detalló que en menos de un siglo China pasó de vivir en un “orden feudal” a ser uno de los principales motores de crecimiento económico a nivel internacional. Estos cambios se hicieron evidentes “a partir de 1978”, cuando su gobierno comenzó a promover un proceso económico “que no fue innovador porque aplicaba medidas occidentales, pero sí renovador para un régimen comunista”. Tal proceso condujo a “una modernización económica de China, aunque todavía no política”, subrayó el analista, añadiendo que ese camino llevó al gigante asiático a ingresar “en el club de las grandes potencias” sobre finales de la década del 90.

Al respecto, indicó que previamente a los años 90 había una “gran descentralización económica”, y que durante esa década se comenzó a registrar una nueva “concentración”. La emergencia de China como potencia en el tablero internacional “nuevamente vuelve a desconcentrar la economía”.

Nuevos participantes

En el pasado mes de junio se celebró en la ciudad rusa de Ekaterimburgo la primera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de los países BRIC, con el propósito de marcar la cancha a nivel internacional y demostrar la fortaleza de esas cuatro naciones en “el nuevo orden internacional”. Poco a poco, los BRIC están formulando exigencias orientadas hacia una mayor participación en la toma de decisiones en el sistema financiero internacional, y ello se ha visto reflejado en otras cumbres políticas, como las del G-20. Se trata de cuatro estados con una extensa superficie, cuantiosos y variados recursos naturales, una apabullante (aunque desigual) demografía, que desempeñan un papel cada vez más importante en la economía internacional.

La actual crisis financiera “frenó” esa tendencia descentralizante, pero el experto estimó que “el proceso va a continuar” a partir de la salida de la coyuntura negativa. “Estamos ante un nuevo epicentro económico”, remarcó Oviedo. En esa línea, agregó que se está registrando una “decadencia europea” y un “ascenso internacional de las naciones del noreste asiático e India, y se le puede sumar Brasil, aunque todavía no alcanza del todo su potencial”.

De esta forma, el especialista argentino destacó el papel que están jugando las economías BRIC en el nuevo mapa mundial de distribución del poder económico y político, aunque resaltó “algunas limitaciones” que presenta la potencia sudamericana.

Dentro de los objetivos de China para los próximos años, mencionó la continuidad de “ese proceso de reforma económica, especialmente en materia de ciencia y tecnología, que lo llevó a dejar de vender las ‘porquerías chinas’”.

Hemorragia interna

No obstante, el importante desarrollo económico registrado por China en los últimos años no ha evitado que la potencia aún tenga “grandes debilidades” en su interior.

En ese sentido, Oviedo remarcó que “el eje central de la política exterior china” consistirá en “conservar el poder e identidad del Estado”.

Al respecto, fundamentó que el poder central de ese país está “cuestionado por la llama del movimiento decimonónico de las nacionalidades”, que ha generado problemas entre el Estado y la sociedad civil “con fuerte represión y violación a los derechos humanos”.

Sobre este punto, criticó “la gran hipocresía de las naciones y el silencio de la comunidad internacional”, haciendo directa referencia a Estados Unidos y a América Latina. Respecto de la potencia del norte, señaló que “en medio de la crisis está más interesado en tener un aliado para salir del pozo”; en cuanto a América Latina, opinó que los países que la integran “están más preocupados por venderle commodities que en cuestionar su política de derechos humanos”. “El incierto futuro es la cara negativa de esta China que crece”, evaluó el expositor.

A su entender, el eje central para el gobierno de Pequín pasa por “resolver la cuestión Taiwán, como consolidación del poder político a largo plazo”; en ese sentido, las autoridades chinas declaran estar preparadas para discutir los problemas políticos y militares con la isla vecina.

De esa forma buscan poner fin a la tensión con Taiwán, Estado insular surgido tras independizarse, en 1949, paralelamente a la formación -en la zona continental vecina- de la República Popular China, cuyo gobierno considera a la isla una provincia rebelde. En tanto, en América Latina, China buscará obtener “dos elementos: apoyo político y acceso a recursos naturales”, enfatizó Oviedo.

Cambio de look

En lo que respecta a Brasil, el experto de la Universidad de Brasilia, Alcides Costa Vaz, interpretó que actualmente hay una preocupación geopolítica en la conducción de su país por “ajustarse a la nueva realidad y adaptarse al período pos Guerra Fría”

En su opinión, se están produciendo movimientos en las “cadenas globales de integración productiva”, al tiempo que “emergen nuevos polos económicos”. Asimismo, detalló que la crisis ha llevado a “repuntes proteccionistas” y a una mayor “presión por regulación financiera”.

Costa fundamentó que Brasil apunta a ser visto como “un actor global” y no sólo como “un gran país territorial o en desarrollo”. Es “un actor global en construcción”, sostuvo el experto, considerando que el vecino gigante “está descontento con su statu quo internacional”. Sostuvo que Brasil aspira a transformarse de un “global trader en un global player”, de ser un “líder regional a un actor global” y a “pasar de ser una potencia regional a ser una potencia emergente”.

Considera que Brasil debe “jugar ese partido” a nivel político, porque desde la perspectiva económica “es el menor de los países del BRIC”.