El programa Uruguay Trabaja se creó por ley en el año 2008 a través del Plan de Equidad del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Mariella Mazzotti, directora nacional de Desarrollo Ciudadano del Mides, dijo a la diaria que se trata de un programa de inclusión y promoción social y no exclusivamente de generación de empleo. “Busca contribuir al desarrollo de capacidades culturales y técnicas de las personas, para facilitar su proceso de integración social y aumentar sus oportunidades de ingreso al mercado de trabajo. Eso se logra a través de la práctica laboral y de talleres de formación y capacitación”.

El programa, que dura ocho meses, exige una dedicación de seis horas diarias, durante la mayor parte de las cuales sus integrantes realizan tareas comunitarias, como reparación de veredas y espacios públicos, tareas de albañilería en instituciones del Estado, etcétera. Quienes participan en el programa cobran una prestación de seguridad social (3.700 pesos mensuales).

Los beneficiarios son aquellas personas que están en condiciones de vulnerabilidad social y son deso-cupados de larga data que no concluyeron el Ciclo Básico. “Hay dos desafíos fundamentales: lograr que a una empresa le resulte de interés contratarlos y que a su vez ellos puedan sostener un trabajo, lo que tiene que ver con la capacidad de sostener el propio hogar, llegar en hora, no faltar y tener disciplina”, señaló.

El año pasado se anotaron 35 mil personas para participar en el programa pero hubo cupos sólo para 3.100; de ellos sólo 18% logró conseguir un empleo formal y otros pocos mejoraron sus emprendimientos productivos. Este año se anotaron 24 mil personas y están participando 3.800. El programa se ejecuta en conjunto con 27 organizaciones sociales que tienen alrededor de 130 cuadrillas trabajando a su cargo en todo el país. “Hemos constatado que la gente quiere trabajar y cuando se le da una oportunidad tiene una capacidad y unas ganas enormes de demostrar su responsabilidad y sus capacidades. Se sienten útiles y valorados”, concluyó.

Washington Bolla es coordinador de la ONG Acción Promocional 18 de Julio y trabaja junto a la cuadrilla que realiza tareas en INAU. Según explicó, el grupo está trabajando en el programa desde hace cuatro meses; primero realizó su faena en un club de niños llamado Caleidoscopio, en La Unión, y ahora está trabajando en el del barrio Marconi. Pintura, revoque, reparación de cielo raso y otros trabajos de albañilería son algunas de las tareas que realizan. “Se entusiasman mucho con este trabajo, todos quieren aprender y conseguir un empleo”, explicó Bolla. La cuadrilla trabaja de lunes a jueves en la mañana, mientras que la jornada del viernes está destinada a realizar cursos de computación, soldadura, serigrafía, herrería, entre otros.

Lilián Rodríguez, de 32 años, y Francis Castro, de 29, estaban rasqueteando una pared en un salón del club de INAU, para luego dedicarse por entero a las tareas de pintura, como ya lo hicieron en otros salones en los que se podría apreciar el fruto de su trabajo. Espátula en mano contaron a la diaria que a ellas el programa les resultó “bárbaro”. Lilián, que tiene un hijo de dos años, ya había trabajado en empresas de limpieza, pero no tenía conocimiento de este tipo de tarea, el que adquirió en poco tiempo. “Ojalá que este programa se vuelva a repetir. A mí me gustaría trabajar de lo que sea. Dicen que te ayudan a conseguir trabajo, vamos a ver”, dijo con entusiasmo. Francis, en cambio, nunca había trabajado, más que en su propia casa, pero le gustó el programa. “Ya había estado buscando trabajo, me había anotado en varios empleos pero nunca quedé en ninguno. Ahora esperamos que se abran otras puertas laborales”, dijo.

Héctor Castillos, de 20 años, es uno de los más jóvenes de la cuadrilla. Antes trabajaba en la construcción pero por falta de trabajo decidió entrar al programa. Junto a él estaba Rosa Díaz, quien consideró que el programa “esta buenísimo”. Rosa, que tiene 37 años, vendía ropa pero apenas sacaba 50 pesos al día, por lo que decidió buscar otra salida laboral. “La tarea ésta me encanta y a través del programa aprendés de todo. Después de esto todos nos vamos a rebuscar para conseguir algo. Aprendí a hacer soldaduras y me gustaría trabajar en algo de eso, ya que ahora las mujeres estamos siendo más aceptadas en la construcción”, dijo.

En el marco del programa también se brindan charlas sobre cómo enfrentar situaciones de violencia doméstica. “Nos están avivando para que mandemos presos a nuestros maridos”, dijo, bromeando, y agregó: “De verdad está buena la idea. Más firme que te abre los ojos”.

Alba Niche tiene 48 años y quiere que el programa continúe porque le brinda muchos beneficios. “Tenemos acceso al oculista y al arreglo de nuestros dientes, cosas que mucha gente no puede hacer. Ahora tenemos otras puertas abiertas porque sabemos hacer algo. Además, si queremos hacer un emprendimiento entre todos el Mides nos ayuda”, señaló.

Otros, como Víctor Medina, trabajaron toda su vida, pero a los 59 años no le resultaba sencillo acceder a un empleo como oficial de albañilería. “El programa me dio una gran oportunidad. También a la gente que está sin trabajo y a las mujeres que nunca habían salido de su casa. La gente que no tiene hábito de trabajo aprende a levantarse temprano, a cumplir un horario, a depender de un sueldo y a convivir entre todos”.