Claudio no encontraba el lugar pautado para la entrevista, aunque se trataba de la cafetería de un conocido teatro montevideano ubicado sobre 18 de Julio. Es natural: Claudio Piñón es extranjero. Hace dos años que vive en el país, pero en Colonia del Sacramento. Nació en Mendoza, una de las provincias argentinas que se recuesta sobre la cordillera de los Andes. Un amigo le presentó el proyecto teatral de La ciudad diamantina de la graciosa recompensa, le gustó la idea, se interesó, consiguió un trabajo y hace dos años y medio se fue a vivir a Colonia.
Helvecia Pérez, uruguaya, es una de las coordinadoras del taller literario de los ex alumnos de Mario Levrero, es licenciada en Sociología, profesora del taller de Teatro del Oprimido en la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (Udelar) y actriz. Ambos conversaron con la diaria acerca del proyecto.
Cuento alegórico
El viernes y el sábado, cuando den las 20.00, Colonia del Sacramento se dejará invadir por un príncipe, sus cuatro esposas designadas por unos reyes, algunos astrólogos, emperadores, gobernadores de provincias, sirvientes, bufones y una historia legendaria con un despliegue inusual. Entonces se habrán visto los primeros frutos de un trabajo que comenzó siete años atrás, en el frío invierno de 2003, cuando un grupo de aproximadamente 30 personas denominado Ideah se planteó un camino común.
Provenían de ambas orillas del Río de la Plata y desde aquel día trabajan juntos en este espectáculo. La idea partió de un cuento de Langston Day que tomaron como base para la creación del guión. Se trata de una historia situada en un país legendario y las diferentes peripecias que atraviesa un príncipe a lo largo de su vida. El grupo define esta historia como “una alegoría sobre el retorno a los valores que el ser humano de nuestra época ha olvidado”.
Según cuenta Helvecia, “es una analogía del desarrollo de las posibilidades del trabajo espiritual en una persona”. “Si bien se trata de un príncipe de China, lo que se esboza se aplica a cada uno. Plantea distintos elementos que favorecen ese desarrollo pero también otros que lo obstaculizan. Las distintas fuerzas están tan presentes en la vida del príncipe como en la nuestra. A partir de eso fue creciendo la idea del guión”, agrega.
“El cuento es alegórico de nuestro grupo. Un trabajo conjunto en pos de una meta más grande dejando de lado los pequeños intereses. Ha sido difícil en estos siete años trabajar tantas personas juntas siempre con una meta. También se plantea el tema del amor, de un vínculo que perdure en el tiempo, profundo, y de la felicidad que todos ansiamos encontrar. Todo esto está en el cuento y eso nos ha movido”, cuenta Claudio.
La obra está dividida en dos actos de una hora y media cada uno. El primero se denomina “La tierra”. En él se parodian las ilusiones de la vida cotidiana, con su dosis de sufrimiento egoísta, codicia e hipocresía. El protagonista, en el papel del príncipe imperial Fu-Hai, lucha contra las contradicciones que habitan en su cabeza hasta que cree encontrar su destino. Acepta que sus padres decidan su futuro hasta que luego, después de varias peripecias, toma las riendas de su vida, comienza a decidir por sí mismo y a sacrificar algunos beneficios de su vida anterior para esto.
El segundo acto, “El cielo”, muestra cómo los personajes comienzan a ayudarse y el príncipe desterrado busca ascender a una ciudad mágica, camino en el que deberá atravesar situaciones adversas típicas de todo ascenso.
Bisagra sobre el río
Durante los dos primeros años los ensayos de la obra se hicieron en Buenos Aires, pero luego, por cuestiones de comodidad, se trasladaron a Colonia, que, según cuenta Helvecia, fue elegida porque es “un lugar de encuentro entre Uruguay y Argentina, es un lugar bisagra. Es el lugar donde era más probable que pudiera ir gente de Buenos Aires y de Montevideo; además, muchos de los integrantes viven en Colonia”.
Una vez tomada esa decisión comenzó la búsqueda de un sitio apropiado para montarla. Como se trata de un espectáculo con 30 personas en escena y una escenografía significativa, no podía realizarse en cualquier teatro. El grupo consiguió los galpones que están ubicados detrás del shopping de Colonia -donde muchos años atrás funcionaba la antigua fábrica textil Sudamtex, a pocos metros del puerto- y los acondicionó para estas dos funciones. Preparó el piso, los telones, las gradas; en definitiva, se armó allí un teatro que sólo durará dos funciones.
Colectiva
Desde los detalles más ínfimos del vestuario hasta la dirección escénica y la escenografía corrieron por cuenta del grupo, que desde el vamos tuvo el deseo de asumir la responsabilidad en cada una de las etapas: La composición musical desde la incidental hasta las canciones, la puesta en escena, las coreografías, el vestuario, el maquillaje, la iluminación, el diseño y la realización de la escenografía también fueron creados especialmente para este espectáculo por los integrantes del proyecto. Esto fue posible porque se trata de un equipo multidisciplinario compuesto por personas formadas en distintas profesiones y oficios como cine, publicidad, artes plásticas, arquitectura, antropología y economía, entre otras.
Si bien no todos participan en todas las actividades, la propuesta es de una creación de teatro total, dado que el proceso de creación es revisado por el conjunto. Claudio plantea que lo interesante de esto es que hay una constante revisión y aporte de ideas y no hay escalafones ni un jefe, sino que es un trabajo realmente de equipo.
La mayoría de las personas que estará en escena no tenía formación actoral cuando comenzó este viaje. Pero con el trabajo desplegado a lo largo de siete años por los que tenían esa preparación fueron colaborando con los otros y así La ciudad diamantina… llegó a construirse desde cero. Asimismo, debieron prepararse para las escenas musicales y la puesta coreográfica, para lo que tuvieron que realizar un gran entrenamiento vocal.
Asunto de mecenazgo
En un primer momento la idea era presentar la obra en Colonia, Montevideo y Buenos Aires, pero al tratarse de un espectáculo con un gran despliegue el dinero y los apoyos conseguidos alcanzaron para estas dos únicas funciones. Sin embargo, el equipo está abierto a diferentes propuestas, como concretar su exhibición en las dos capitales rioplatenses o participar en festivales internacionales. “Nosotros no esperamos lucrar con esto; si es por cuestión de dinero invertido sólo basta imaginar lo que llevamos gastado en estos siete años. Lo que nosotros aspiramos es que esto nos reditúe lo mínimo para poder continuarlo y no una ganancia extraordinaria”, comenta Claudio.
El espectáculo fue declarado de interés en Uruguay por el Ministerio de Educación y Cultura, el Ministerio de Turismo y Deporte y la Intendencia de Colonia y en Argentina, por la Secretaría de Cultura de la Presidencia y el Consulado argentino en Colonia. Además, fue uno de los proyectos seleccionados por los Fondos de Incentivo Cultural.
Aun cuando se trata de elencos pequeños cuyos integrantes habitan una misma ciudad suele ser complicado concretar días de ensayo, dividir tareas, hacerse tiempo, debido a que no es común que ésta sea la única profesión u ocupación de los artistas. En este caso son más numerosos que lo usual y habitan en lugares geográficos diferentes, por lo que las dificultades a sortear aumentan. En ese sentido, este espectáculo es una confirmación de que son reales los territorios adonde se puede arribar con pasión y trabajo en equipo.