No insistas
El “Análisis de la persistencia inflacionaria en Uruguay a través de pruebas de estabilidad” fue un estudio elaborado por Cinve y divulgado en las Jornadas de Economía por una de sus autoras, Bibiana Lanzilotta. Este trabajo determinó que la persistencia o inercia de la inflación es un proceso que “debilita la eficiencia de las políticas destinadas a estabilizar las economías”. Por ello, trazaron una “caracterización de la persistencia inflacionaria” en Uruguay durante los últimos 25 años, la cual identificó durante los años 90 un comportamiento significativamente distinto al observado pos crisis financiera de 2002, siendo “notoriamente más reducida a partir de mediados” de ese año que en las décadas previas. Ello implica que hubo un giro a comienzos de la última década, en coincidencia con el inicio de una transformación significativa en el régimen monetario-cambiario del país. Cinve menciona: “El descenso de la inercia inflacionaria habilita una mayor eficacia de la política monetaria en el control de la inflación”, y afirma que “la menor propagación de los diversos shocks externos [...] permite que las políticas de estabilización tengan hoy en día menos costos asociados”.
Así surge del estudio “Price setting in retailing: The case of Uruguay” (Fijación de precios en el comercio minorista: el caso de Uruguay), elaborado por Luis Zipitría, de la Universidad de Montevideo (UM), y Fernando Borraz, del Banco Central, difundido en el marco de las XXV Jornadas Anuales de Economía.
Zipitría describió que la intención del estudio fue investigar los movimientos que se registran en el mercado minorista, partiendo de la base de una lista de precios de supermercado y almacén relevados por la Dirección General de Comercio.
Para ello se estudiaron valores diarios de 125 productos/marcas “uniformes” entre los distintos establecimientos, que alcanzaron en conjunto un total de “20.000.000 de precios”. Al realizar el análisis, sólo se consideraron las grandes superficies, es decir, que fuesen cadenas de supermercados o locales individuales con al menos tres cajas.
Uno de los objetivos buscados fue establecer la frecuencia en la variación, detectar si existen elementos estacionales que incidan en los cambios, ver cómo responden a la inflación que releva el Instituto Nacional de Estadística, y cómo oscilan los precios según el día del mes.
Primero, lo primero
Zipitría graficó que la frecuencia para que un producto modifique sus precios en un día es de 0,015%, es decir, que tienen una duración promedio de “algo más de dos meses” (2,2 meses). Con este dato, el investigador concluyó que los precios en Uruguay son menos rígidos que en Estados Unidos, pero más que en Inglaterra.
Asimismo, consignó que el porcentaje de baja de precios fue de 40%, algo que fue calificado como “un dato interesante” porque implica que casi la mitad de las variaciones se producen a la baja. Las bebidas son los productos que tienen mayor rigidez, mientras que en el extremo opuesto se ubican los artículos de higiene; los alimentos están “cercanos al promedio”.
En respuesta a una de las interrogantes que se habían planteado desde un principio, el académico reveló que “no se aprecia estacionalidad” en las fluctuaciones: “No hay un patrón en la inflación [minorista], incluso no hay un shock marcado cuando hay aumento del nivel de ingresos”. Respecto a la incidencia de la inflación sobre los precios, destacó que existe una correlación que se observa en las expectativas de los agentes privados, ya que cuando éstos esperan mayor inflación, suelen incrementarse más rápido o con igual frecuencia pero en mayor medida.
En el análisis día a día del fenómeno, se destaca que la probabilidad de que los precios se alteren el primer día del mes (cualquiera de los doce) es siete veces más alta que en cualquier otro, y también que las bajas se concentran en la primera jornada mensual.
Te noto preocupado
En la misma sesión, el martes durante la clausura de las jornadas de Economía, se presentó otro trabajo, en este caso denominado “Una medición de la preocupación social por la inflación en Uruguay”, que fuera elaborado por Carolina Rocha y Santiago García, el Departamento de Economía de la Universidad Católica.
De acuerdo a lo argumentado por García, en los últimos episodios de aceleración inflacionaria hubo una particular atención por si el indicador llegaba a dos dígitos, al mismo tiempo que las autoridades encargadas de establecer políticas antiinflacionarias “mostraron su preocupación” actuando en ese sentido.
Para la investigación, sus autores construyeron otro indicador vinculado a la temática, con la intención de cuantificar “la preocupación” que mostró la sociedad uruguaya por la inflación en el período comprendido entre diciembre de 1999 y setiembre de 2009, a partir del repaso de noticias publicadas en medios escritos. En particular, tomaron en cuenta las publicadas por el El País, pero algunos períodos fueron contrastados con los de La República.
A partir de eso, se encontró que los agentes consideran de su “preocupación” la evolución histórica y otras variables cuando forman su opinión actual, y que existiría un proceso de aprendizaje en la sociedad sobre la relevancia del tema.
Además, advierten que la coordinación de la política monetaria y fiscal se corresponde con elevados niveles de preocupación por parte de la sociedad, y que hay “evidencia preliminar” acerca de que esa preocupación influye en la conducción de la política monetaria.