La crecida del río Yí tomó de sorpresa a varios duraznenses que dicen que el curso del agua se comportó de forma distinta, ya que llegó a zonas que no habían sido afectadas en otras inundaciones, ni siquiera en la de 2007, que fue superior a ésta. “Nunca sabés cómo se va a comportar el río. En esta última crecida llegó a zonas a las que nunca antes había llegado. Su curso está cambiando”, comentaron varios vecinos de la ciudad de Durazno a la diaria.

Carlos Garcés, integrante del Centro Coordinador de Emergencia Departamental de Durazno, explicó que “no todas las crecientes son iguales” y que esta última “invadió lugares que estaban habitados y que antes no se inundaban”. “El río agarró por otro lado, no sabemos si como consecuencia de alguna obra que se realizó o por qué”, dijo.

Según Jesús Mario Rodríguez, coordinador del Comité Departamental de Emergencia (CDE), esta situación “amerita un estudio técnico para ver si tiene que ver con modificaciones que se han hecho en el entorno del río”. “Algunas personas que se habían visto afectadas por las inundaciones y otras trataron de prevenirlas, rellenaron zonas que antes eran ocupadas por el agua y que ahora la desplazan para otro lado. No hay una política de estudio de impacto sobre determinado evento, en algún momento llegaremos a encontrar el equilibrio”, señaló.

Consultado al respecto, el director nacional de Aguas y Saneamiento, José Luis Genta, dijo a este medio que “ninguna obra que se haya hecho actualmente cambia la cota del río. Eso puede justificar que un sitio que no se inundaba se inunde, pero no que haya habido un cambio en el régimen del río. Ésas son situaciones locales que pueden corresponder al drenaje pluvial urbano que no tiene capacidad para desagotar. Ese análisis es mucho más complejo y sólo se puede responder si se estudia en forma particular. Son estudios que en general exigen una ingeniería muy fina, exigen profesionales de hidráulica que en general no sobran en Uruguay. La dinámica del río poco tiene que ver con lo que esté pasando con cosas pequeñas, sino que depende del régimen de lluvias”.

En ese sentido, explicó que se realizará un estudio, mediante la red temática iberoamericana sobre monitoreo y pronóstico hidrometeorológico Prohimet, en conjunto con la Facultad de Ingeniería y el SNE, con el apoyo de la Dirección Nacional de Aguas y Saneamiento (Dinasa), para determinar el comportamiento de la cuenca del río Yí. Según el coordinador del SNE, “eso permitirá realizar una alerta hidrológica precisa y temprana con 24 horas de anticipación. Actualmente se están tramitando los permisos para ingresar a los campos privados, a los efectos de poder analizar la cuenca, estudiarla para establecer qué es lo que causa qué y conocer qué cantidad de agua cabe en la cuenca del Yí y de qué manera se desplaza”.

Rediseñar el sistema

En relación con el funcionamiento de las represas y con cómo éstas influyen en el aumento del nivel del río, el director de Aguas y Saneamiento señaló que “la represa amortigua las crecidas y por su propio funcionamiento nunca es perjudicial. En el caso del río Uruguay trata de realizar un régimen de regulación de las crecidas, informando a las autoridades para que las personas puedan ser evacuadas con anticipación”.

En las inundaciones de 1959, explicó Genta, la represa Rincón del Bonete se vio sobrepasada. “Fue una crecida muy extraordinaria en momentos en que no había mucha información hidrológica, y eso llevó a rediseñar la represa y a hacer un monitoreo más afinado de las precipitaciones y de los registros de caudales. Hace una década se realizó un estudio en el sistema de las tres represas del río Negro [Rincón del Bonete, Baygorria y Palmar] que llevó a que el nivel de manejo y de operación considerara situaciones extremas más extraordinarias de las que se habían planteado”.

La cuestión es hasta qué punto el actual sistema de represas podrá responder al aumento de las precipitaciones. En ese sentido, Genta dijo que “actualmente hay que trabajar sobre la adaptación al cambio climático, ya que todo lo que se ha diseñado fue sobre parámetros que hoy están cambiando. Hay que rediseñar la infraestructura, que fue pensada con determinados criterios técnicos que se tenían hacia fines del siglo XX. Si esta variabilidad climática se consolida será necesario hacer una revisión profunda de las infraestructuras de los puentes, las represas y las carreteras, lo cual puede significar costos altísimos. El problema es cómo se responde a eso que supera la capacidad de cada Estado; por eso es necesario el apoyo de otros países como se planteó en la Cumbre del Clima en Copenhague”.

La Dinasa lleva a cabo un trabajo conjunto con el SNE y la Universidad de la República, para visualizar y analizar las nuevas líneas de inundación de los ríos. “Las ciudades se han construido sin tener en cuenta estas líneas de inundación. Se han promovido urbanizaciones sobr la base de una noción totalmente local y acotada en el tiempo. Hay que reubicar a la gente y eso se ha hecho, el problema es que hay lugares que se han vuelto a ocupar. Este tema exige un trabajo social y económico nada sencillo, además de los aspectos hidráulicos y todo lo que tiene que ver con la física del clima y la dinámica de los ríos. Entre no tener una casa y tener una casa que cada tanto se inunda, la gente elige esto último. Si se inunda cada diez años es manejable, pero si se inunda todos los años no es aceptable. La rambla de Mercedes está construida en una zona inundable del río Negro y la gente que vive allí ha resuelto a su forma la situación porque tiene una infraestructura capaz de soportar la crecida, debido a que tienen un nivel económico alto. Eso es aceptable porque está bien resuelto, el problema es cuando permiten a la población de bajos recursos que construya en zonas inundables”, concluyó.