Hay 4.389 personas, entre ellas 1.811 menores de edad, evacuadas en Durazno, según el registro del Comité Departamental de Emergencia (CDE). Buena parte de ese contingente se encuentra alojado en los 18 refugios que hay distribuidos en toda la ciudad. También hay quienes no quisieron alejarse de sus casas porque, como es sabido, los amigos de lo ajeno aprovechan estas situaciones para sacar, vaya uno a saber cómo, lo poco que queda en las casas tapadas por el agua: chapas, pestillos, y cualquier cosa que se encuentre. Por este motivo es común que chalanas y botes de distinto tipo que los dueños de las casas utilizan para vigilar sus viviendas y las de sus vecinos se acumulen y encallen en lugares donde antes hubo calle y vereda.

También se repite en los distintos barrios la imagen de personas afectadas por las inundaciones que se reúnen para realizar ollas populares. En la mitad del cruce de las calles Flores y 19 de Abril, una silla con una olla encima y un cartel invitaban a colaborar. En la vereda, dos heladeras, una mesa, una parrilla en el piso y un grabador en el que sonaban Los Pericos conformaban el campamento Areneros del Yi, donde un grupo de vecinos del barrio Plaza Artigas preparaba un estofado y un cordero a la parrilla para alimentar a alrededor de 20 familias.

“Acá vienen a comer vecinos que no están afectados por el agua y no nos molesta. Que venga a comer el que quiera comer”, dijo a la diaria Ruben, quien cortaba las verduras en una improvisada mesa en la vereda junto a su mujer, Atalia. A diferencia de lo sucedido en la inundación del 2007, Ruben y Atalia tuvieron tiempo de sacar gran parte de sus pertenencias pero no pudieron evitar que el agua tapara nuevamente las reparaciones que habían realizado luego de las inundaciones de hace dos meses. Si bien la gente de Areneros del Yi convive todo el día, durante la noche las mujeres y los niños por lo general son quienes van a dormir a los refugios, mientras que los hombres quedan cuidando el campamento.

Otra vez arroz

Ayer por la tarde en la ciudad de Durazno, el río había avanzado varios metros por las calles y avenidas, rodeando buena parte de la urbe. A pocas cuadras del campamento de los areneros, el Complejo Deportivo Municipal alojaba a 38 familias. En los alrededores del complejo, el Sistema Nacional de Emergencia (SNE) había instalado una serie de carpas militares. Aquellos a quienes les tocó refugiarse allí no estaban nada contentos con la situación. Muchos fueron evacuados el domingo en plena lluvia y según Graciela, una vecina del barrio Santa Bernardina, ubicado sobre el río, tuvieron que esperar dos horas bajo el agua hasta que un camión del SNE los trasladó y los dejó en las carpas sin piso debajo de las cuales, irónicamente, corría el agua, y en las que debían poner sus colchones.

Dentro del estadio cerrado del complejo municipal, la situación era diferente. Las familias llegaron hasta allí con sus pertenencias, de modo que roperos, modulares y camas sirvieron para delimitar espacios y conformar pequeños habitáculos con un mínimo de privacidad.

Luis Alberto y María Isabel, del barrio La Calera, perdieron todo en las inundaciones de 2007 y al regresar a sus casas no recibieron ninguna clase de ayuda para acondicionarla. Ahora -dicen- estaban más preparados para afrontar la situación, pero todavía no terminaron de pagar el préstamo que habían pedido al banco para refaccionar la vivienda que otra vez está bajo agua.

Carlos Garcés, integrante del Centro Coordinador de Emergencia Departamental de Durazno, dijo a la diaria que “no todas las crecientes son iguales” y que esta última “invadió lugares que estaban habitados y que antes no se inundaban”. “El río agarró por otro lado, no sabemos si como consecuencia de alguna obra de movimiento de tierra que se realizó o por qué”, explicó.

Con el río a 11 metros por encima de su nivel normal, Garcés evaluó que en breve los menos afectados podrán regresar a sus casas. Hasta el momenyo no hubo heridos ni brotes de epidemias.

La Cruz Roja es la encargada de recibir, clasificar y distribuir la ayuda humanitaria, principalmente ropa y alimentos no perecederos que llegan de todas partes. También recibe 300 litros diarios de leche, donada por productores de la zona, para el desayuno y la merienda de los más chicos.

Según Garcés, mucha gente opta por quedarse cerca de su domicilio, saca sus pertenencias y establece una olla popular. “Se instalan con alguna carpa o en la caja de algún camión, pero si se registran en el sistema, se contemplan sus necesidades y se hacen rondas médicas. Por lógica, las prestaciones no son las mismas, es distinta la atención que se le da a una persona que se autoevacúa y se queda en la puerta de su casa a aquella que es evacuada por el Comité de Emergencia. No quiere decir que haya evacuados de primera ni de segunda, pero son responsabilidades distintas”, dijo.

Garcés mencionó que la crecida del río Yi estaba prevista, pero en la mitad de las evacuaciones la situación se descontroló un poco y el sistema no dio abasto. “El domingo contábamos con 10 camiones y había 60 pedidos de personas a las que se les venía el agua encima. Las precipitaciones abundantes en muy corto período hicieron que la ciudad se anegara más rápido, por la propia creciente y por las pluviales que no desagotaban”, dijo.

A su entender, Durazno tiene una particularidad: “Tiene una tradición de inundaciones y ya los ribereños saben, según cómo se esté comportando el río y cuánto esté lloviendo, qué es lo que va a pasar, y si se la ven venir ya tienen sus cosas prontas. De todos modos se generó mucha frustración en las personas que perdieron sus pertenencias y en el sistema, que no logró terminar de realojar a los que viven en las riberas. Luego de 2007, alrededor de 100 familias fueron realojadas, se les daba una parcela y materiales de construcción con el compromiso de que cuando se le entregaba la llave de la nueva casa, las anteriores viviendas se demolían. Entonces hoy por hoy el río avanza por partes de la ciudad que son terrenos baldíos”, sostuvo.

Las autoridades departamentales continúan insistiendo a la población autoevacuada que se registre en el CDE para ser exonerados en el pago de las tarifas de OSE y UTE. “Además, eso nos permitirá saber exactamente la cantidad de gente que está fuera de sus hogares y, al solicitarle el domicilio, uno puede graficar las zonas inundadas para prever a dónde puede llegar el agua y cuanta gente puede desplazar”, concluyó.