Los ecosistemas de humedales, que enfrentan continuas amenazas debido a las prácticas agrícolas y económicas no sostenibles, desempeñan un papel ambiental y ecológico muy significativo. Entre la variedad de beneficios que brinda este ecosistema se destacan los que inciden positiva y directamente en el ser humano, como el abastecimiento de agua y de recursos alimenticios (peces y mamíferos). También son un apoyo para la agricultura, gracias a que colaboran con el mantenimiento de las capas freáticas y la retención de nutrientes en la llanuras inundables. Asimismo, son un sostén para la producción de madera, la obtención de turba, el transporte, oportunidades educativas, recreativas y de turismo.

Claro que no siempre existió esta visión positiva de los humedales, una categoría que incluye bañados y pantanos (asociados a lo sombrío y tenebroso). Tal vez por ello durante mucho tiempo se les restó importancia a sus funciones y por lo tanto tampoco se pensó en protegerlos.

Según el coordinador general del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), Guillermo Scarlatto, ha habido un importante cambio conceptual sobre los humedales a nivel de todo el mundo. “Antiguamente y hasta avanzada la segunda mitad del siglo pasado se creía que los humedales eran tierras improductivas e insalubres. Se pensaba que lo mejor para ese ecosistema era drenarlo y recuperarlo para diferentes usos. En todo el mundo los drenajes de bañados han sido numerosos. Sobre los años 60 se descubrió que son ambientes valiosos y productivos desde el punto de vista biológico, con funciones ambientales relevantes”, explicó a la diaria.

Desde entonces, según Scarlatto, “cambia el sentido de la acción y primero se da un debate, y luego se llega a tener la convicción de que lo que queda de humedales en el mundo, incluyendo Uruguay, debe ser protegido. Son ambientes que debemos cuidar más, ya que durante siglos lo que hicimos fue eliminarlos”.

Esta idea, en un contexto de cambio climático, adquiere aún más relevancia ya que los humedales son apreciados por sus beneficios para la mitigación y adaptación a este fenómeno. Entre otras cosas, son considerados sumideros de carbono (o sea, ecosistemas capaces de absorber más CO₂ del que emiten), son reservorios de agua dulce, contienen las inundaciones y tienen un papel importante en la conservación de la biodiversidad.

Entre Ramsar y SNAP

Los humedales están distribuidos por todo el territorio uruguayo. En el sur del país, algunos de los más característicos son los humedales del Santa Lucía (área compartida entre los departamentos de Canelones, Montevideo y San José) y los bañados de Carrasco (Canelones y Montevideo). En el oeste están Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay (Río Negro) y en el este los humedales de Rocha, conocidos mundialmente como Bañados del Este. Estas dos últimas áreas fueron designadas “sitios Ramsar”, por lo que se incluyeron en la Convención sobre los Humedales, un tratado intergubernamental que proporciona el marco para la acción nacional y la cooperación internacional en pro de la conservación y el uso racional de los humedales y sus recursos. Fue firmado el 2 de febrero de 1971 en la ciudad iraní de Ramsar y entró en vigor a finales de 1975; es el único tratado ambiental mundial sobre un ecosistema en particular.

“En nuestro país, los humedales son uno de los ambientes prioritarios, especialmente considerados para incorporar al SNAP. En 2008, Uruguay incorporó a este sistema el Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay y al Parque Nacional Cabo Polonio. Los Humedales del Santa Lucía y varias áreas incluidas en la Reserva de Biósfera Bañados del Este, entre ellos la zona de San Miguel y de Laguna de Castillos, se encuentran en proceso de ingreso”, señaló.

Según Scarlatto, actualmente se está trabajando para que las instituciones que tengan que ver con el convenio Ramsar estén vinculadas con el SNAP. “Hoy por hoy, el encargado de coordinar el convenio Ramsar en Uruguay es el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, y el responsable del SNAP es el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. En los últimos años trabajan en conjunto los dos ministerios; asimismo la Comisión Nacional Asesora de Áreas Protegidas está trabajando y funcionando junto con el Comité Ramsar”, dijo.

En ese sentido, el coordinador del SNAP explicó que mañana en San Javier (Río Negro) se instalará la Comisión Asesora Específica del Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay, integrada por ambas instituciones.

Allí, según Scarlatto, el convenio Ramsar no fue tomado en cuenta durante muchos años y no se protegió como era debido. “Después que fueron declarados sitios Ramsar, los humedales del este sufrieron modificaciones importantes vinculadas con la actividad arrocera y ganadera que allí se realiza, lo cual afectó el ecosistema. Ahora se está trabajando para revisar eso. Hay áreas que hay que reclasificar, ya que por lo general los arrozales, si están bajo manejo adecuado, son aceptados como parte de las zonas que los países incluyen en Ramsar, aunque hay que tener claro que no es lo mismo que el ambiente se conserve original. En ese sentido hay que rever los lugares que están siendo conservados e identificar otros lugares para proteger”, concluyó.