Los países emergentes presentan los indicadores de crecimiento más sólidos, y se prevé que este año exhiban un fuerte crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB); su repunte era, en buena medida, previsible, dado el menor impacto que la crisis produjo sobre sus economías. Dentro de este selecto grupo de naciones, Brasil es una de las que más se destacan por sus expectativas de expansión para 2010, de 5,2%, lo que la posicionaría como el motor del crecimiento regional. Según las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional, las únicas economías de envergadura global que proyectan crecimientos superiores a la brasileña son China e India, que lo harían a 10% y 7,7%, respectivamente.

Pero el buen desempeño del PIB brasileño está dándole algunos dolores de cabeza al equipo económico de ese país, porque la aceleración de la demanda interna (ver la diaria del 3/03/10, página 13) generó un pico inflacionario en enero, lo que hace temer que sea afectada la meta inflacionaria del gobierno, de 4,5% para el año. El aumento de precios fue de 0,75%, el más elevado desde mayo de 2008, y los principales actores económicos esperan que el Banco Central de Brasil (BCB) incremente la tasa Selic, referencia de la política monetaria que se ubica en 8,75%.

Una política monetaria más contractiva apuntaría a contener las presiones inflacionarias mediante el encarecimiento del crédito y, por tanto, una reducción del circulante; hace apenas semanas, el BCB ya había tomado medidas para enfriar la demanda, exigiendo a los bancos un aumento de sus encajes, lo que restringe la liquidez, y cabe recordar que China había procedido de la misma forma y por el mismo motivo. Ante la posibilidad de una suba de la tasa de referencia, el real volvió a apreciarse en los últimos días, quebrando la tendencia devaluatoria con que había comenzado el año, cuando cotizaba a 1,72 frente al dólar y se depreciaba 8,7% al inicio de febrero, al llegar a 1,87. Pero a partir de la segunda quincena del mes pasado la tendencia cambió hacia su apreciación, y cerró el martes a 1,78 por dólar.

Estados Unidos (EEUU) parece regresar al crecimiento, aunque sus indicadores lucen contradictorios. La cadena Bloomberg informó que su economía se expandió 5,9% en el último trimestre de 2009, incremento superior al proyectado por el gobierno, que vaticinaba una suba de 5,7%, el mejor registro de los últimos seis años; a pesar de ello, en todo 2009 se contrajo 2,4%. Sus síntomas de recuperación son débiles y se refleja en que el repunte no se tradujo en generación de puestos de trabajo ni en aumento del consumo de las familias. El desempleo alcanza 9,7%, lo que significa que más de 15.000.000 de personas están formalmente sin trabajo. Según el Departamento de Trabajo, la economía del país destruyó 8.200.000 puestos de trabajo desde diciembre de 2007, el peor resultado desde la segunda guerra. El presidente de la Reserva Federal (equivalente al Banco Central), Ben Bernanke, reiteró que las bajas tasas de interés , de entre 0 y 0,25%, no serán alteradas por un período relativamente prolongado.

Europa, Europa

No obstante, Europa es la región donde la reversión del ciclo contractivo parece más compleja. Sus dos principales economías esperan crecimiento para 2010, pero tanto Alemania como Francia exhiben proyecciones modestas. Se espera que el PIB germano crezca 1,4%, básicamente a impulso del sector exportador, aunque el dato del último trimestre registró expansión nula, interrumpiendo dos trimestres consecutivos de resultados positivos. Más auspiciosa, la economía francesa creció 0,6% en los últimos tres meses de 2009, marcando su tercer trimestre consecutivo de expansión y haciendo que entre los galos crezca la expectativa de un aumento del PIB de 1,4%. Sin embargo, los mayores problemas que atraviesa la Unión Europea se derivan de la crisis de la deuda griega y sus riesgos para la moneda única. Ni analistas ni gobiernos parecen tener claro el rumbo de la economía global para el mediano plazo, ni cuánto tiempo perdurará la incertidumbre que envuelve a los agentes económicos. Resulta cada vez más frecuente apreciar eventuales resultados positivos que generan moderados optimismos pero que son rápidamente destronados por la publicación de nuevos indicadores con resultados negativos, lo que recuerda, una y otra vez, la fragilidad de la incipiente recuperación.