Por otra parte, el alto grado de exposición de los principales bancos europeos a los títulos de Grecia y a los de otros países con problemas graves de endeudamiento hace que la salud del sistema financiero europeo dependa, en buena medida, de una salida exitosa en la crisis de deuda griega.
La fuerte especulación de la que está siendo objeto el país heleno por los mercados financieros desde la explosión de la crisis de su deuda pública tuvo un pico de máxima tensión dos semanas atrás, cuando la insaciable voracidad de sus acreedores continuó inflando las ya elevadas tasas de interés que el Estado griego debe pagar para colocar más obligaciones en el mercado. La burbuja de las tasas de interés de su endeudamiento, que se tradujo en un altísimo crecimiento del diferencial griego respecto de los bonos del Tesoro alemán, parece haber sido el factor detonante para que los países miembros de la UE decidieran ponerle número a una ayuda que, a ojos vista, demoró mucho más de lo necesario en aparecer.
El fondo europeo, del que podrá hacer uso el país a orillas del Egeo si finalmente lo estima necesario, estará integrado por recursos de varios de los países que integran el bloque, entre los que se destacan como principales aportantes Alemania y Francia en su calidad de economías más importantes de la eurozona. Según informó el diario español El País, Alemania volcaría 8.370.000.000 de euros del total de 30.000.000.000 que conforman el paquete de ayuda, en tanto que Francia contribuiría con 6.300.000.000 y España, con 3.650.000.000 de la moneda comunitaria. Adicionalmente, se prevé que, de ser necesario, el Fondo Monetario Internacional (FMI) desembolse 15.000.000.000 de euros, posibilidad que algunas semanas atrás era vista como una señal negativa por algunos de los máximos dirigentes de las instituciones de gobierno comunitario, entre ellos el propio presidente del Banco Central Europeo, el francés Jean-Claude Trichet.
El embudo
La tasa de interés que pagaría Grecia si finalmente decide acceder al plan de ayuda de la UE estaría en el entorno de 5%, considerablemente por debajo del máximo de 7,5% al que llegaron a cotizar los bonos helenos antes de que se decidiera aprobar el paquete de ayuda financiera, pero aún por encima de las tasas que pagan otros países de la UE por sus bonos a 10 años, incluso las que pagan los Estados con déficits fiscales muy similares al registrado por Grecia en 2009. De acuerdo con el portal de noticias de BBC en español, la UE ha dejado claro que un eventual desembolso con fines de asistencia financiera al gobierno de George Papandreu no puede, bajo ningún concepto, ser visto como una subvención. Por ese motivo, se fijará un interés que, si bien es más bajo que los desmedidos tipos que le está exigiendo el mercado a Grecia, de ninguna forma implica una violación a la legislación comunitaria, que prohíbe la subvención directa por parte del bloque a sus Estados miembros.
El anuncio de la UE de aprobar el paquete de ayuda financiera le otorgó a Grecia un principio de relativo respiro, lo que se reflejó en una reducción del diferencial que deben pagar los títulos helenos por sobre los alemanes, que se redujo a 340 puntos básicos, lo que significa que los bonos griegos a 10 años pasaron a pagar 6,6% de interés anual, bastante por debajo del 7,5% que alcanzaron a pagar la semana previa al anuncio. Aprovechando ese escenario, el Ejecutivo de Atenas emitió deuda en el mercado por un total de 1.564.000.000 de euros a plazos cortos y obtuvo propuestas muy superiores a las recibidas en anteriores emisiones. Pero el alivio duró muy poco para los griegos, ya que este martes el país lanzó una nueva emisión de títulos por la que tuvo que pagar la tasa más alta de la historia del euro, 3,65%, para atraer compradores a su colocación de 1.950.000.000 de euros en Letras del Tesoro a 13 semanas.
En la última operación de similares características, el país mediterráneo había pagado 1,67%, según información consignada por la agencia británica Reuters. También este martes, la tasa de interés de los bonos griegos a 10 años alcanzó un nuevo máximo, y la diferencia con los bonos alemanes (referencia continental) se situó en 483 puntos básicos, lo que implica que Grecia debe pagar 4,83% más de interés que Alemania para vender sus bonos soberanos. El nuevo aumento del rendimiento de los bonos griegos obedecería a la desconfianza de los inversores en que el plan de rescate de la UE y el FMI sea suficiente para cubrir las necesidades financieras de Grecia. De todos modos, muchos analistas consideran que la prueba de fuego ante los mercados de capitales será a fines de mayo, cuando el gobierno tendrá que hacerse con la nada despreciable suma de 11.600.000.000 de euros para amortizar obligaciones.
Ayudar es necesario
Una vez conocida la decisión europea de socorrer a Grecia, las principales autoridades económicas helenas aclararon rápidamente que no pretenden hacer uso del paquete de ayuda aprobado por las naciones del bloque, y que, de ser posible, el país saldrá de la crisis por sus propios medios. En parte, esta actitud puede ser expresión de un resentido orgullo nacional alimentado por la indiferencia inicial hacia su urgencia y por la demora en brindársele asistencia, de las que algunos miembros de la UE hicieron alarde. Pero también, y más probablemente, puede representar una previsión defensiva frente a las contrapartidas que la UE podría llegar a exigirle a la administración del primer ministro Papandreu. Las exigencias por venir podrían implicar una pesada mochila adicional para el ya drástico programa de reducción del déficit fiscal implementado por el gobierno, ya que supondría sumar nuevos recortes presupuestarios. Esto, seguramente, derivaría en una agudización del ya severo conflicto social germinado en un país en el que los trabajadores se encuentran en estado de permanente movilización para defender el poder de compra de sus atacados ingresos.
En la suerte del plan de rescate europeo a Grecia no sólo están en juego la salud económica del país balcánico y el futuro inmediato de la moneda única. Según se desprende de un informe divulgado por el Banco Internacional de Pagos, los bancos franceses y suizos tienen una exposición a Grecia de 75.500.000.000 de dólares y 64.000.000.000 de dólares, respectivamente. Por su parte, los bancos británicos presentan una exposición de 193.000.000.000 de dólares a Irlanda y los alemanes, de 240.000.000.000 de dólares a España. Mientras tanto, se estima que los bancos alemanes y franceses tiene una exposición total a los países del sur de Europa de más 600.000.000.000 de euros. Una posible caída en cesación de pagos de Grecia, o de cualquiera de los Estados de la eurozona más comprometidos, podría abrir un mecanismo perverso de contagio en el que, nuevamente, la banca tendría un papel protagónico. Es por ello que, más allá de la dilación de la asistencia y del intento de transmitir el mensaje de que la UE no subsidia a nadie, Grecia recibirá sustento del bloque. De no ser así, su crisis podría acarrear el desplome de buena parte del sistema financiero del viejo continente.