Modus especulandi

Si finalmente la crisis de deuda griega se traslada al resto de la eurozona, las consecuencias no pasarán desapercibidas para el resto de la economía mundial. Una de las posibilidades es un nuevo “vuelo a la calidad” de los inversores, que, en buen criollo, no es otra cosa que la búsqueda de instrumentos financieros que, si bien sirven menores rendimientos, tienen una exposición al riesgo de impago mucho menor. Los mercados financieros internacionales ya habían puesto en funcionamiento este cambio de cartera en el último trimestre de 2008, cuando estallaba la burbuja de las hipotecas subprime en Estados Unidos. Paradójicamente, el refugio de los inversores en estos casos suele ser la propia divisa norteamericana, así como los bonos y otros papeles emitidos por el gobierno de Washington.

En dicha intervención pudo verse al jefe de gobierno heleno pidiendo formalmente auxilio a sus “hermanos europeos” para sacar a Grecia de la delicadísima situación económica y financiera a la que condujeron las malas administraciones anteriores y la descarnada especulación de los mercados financieros internacionales.

A pesar de la solicitud formal, efectuada el viernes pasado, y de que los Estados miembro de la UE ya habían aprobado el plan de ayuda que ponía a disposición de los helenos 30.000 millones de euros, a los que se sumaban otros 15.000 millones de esa moneda a ser aportados por el FMI, aún siguen apareciendo reticencias de algunos Estados a la hora de iniciar el trámite para concretar el traspaso de fondos a cuentas griegas. Desde que se comenzó a especular con la posibilidad de que los países de la eurozona aportarían los fondos para un posible salvataje financiero, Alemania, el principal financista, ha puesto todo tipo de objeciones y condicionantes antes de dar la luz verde definitiva a la activación del plan de rescate.

Ahora, las ambigüedades germanas vuelven a la carga en un momento en el que el gobierno socialista heleno ya no sabe a dónde recurrir y de qué forma solicitar la ayuda financiera que le permita afrontar sus obligaciones más inmediatas. Es que el gobierno de coalición alemán, liderado por la conservadora Angela Merkel, se encuentra en medio de un proceso electoral en el Estado federal de Renania-Westfalia, uno de los más ricos del país. Cuenta con una población que supera los 18 millones de habitantes y sus electores, mayoritariamente conservadores, parecen no ver con buenos ojos que, en momentos de crisis, su país financie a otro, por más europeo que éste sea. A esta altura de los acontecimientos y con el riesgo inminente de contagio que la crisis griega representa para toda Europa, las diatribas y especulaciones germanas hacen temblar no sólo al gobierno de Atenas sino a toda la eurozona. Sobre todo, provoca escalofríos en los niveles de dirección de los países del continente cuyas cuentas públicas presentan un rojo inédito desde que se pusiera en marcha la moneda común. El propio presidente conservador de Francia y aliado de Merkel, Nicolas Sarkozy, ha tenido que salir a hacer declaraciones que apuntan a presionar a Berlín para que no ponga más obstáculos. Acompañado por el presidente de la Comisión Europea (Ejecutivo), José Manuel Durao Barroso, el mandatario galo subrayó “la necesidad de una acción rápida y resuelta contra la especulación contra Grecia, para asegurar la estabilidad de la zona euro”, según información divulgada por la agencia española de noticias EFE. Con la misma intención viajaron ayer a Berlín el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, y el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, quienes tienen previsto reunirse, cada uno por separado, con la canciller Merkel. Ambos coinciden en el objetivo de convencer al gobierno alemán de que es necesario y urgente que se disponga a liberar los fondos acordados en el plan de rescate.

Medicamentos vencidos

Mientras tanto, la situación social en Grecia se torna cada vez más tensa y las principales organizaciones sindicales del país convocaron ayer a una nueva huelga general de 24 horas en protesta por los planes de ajuste fiscal implementados por el gobierno. Éstos, entre otras novedades malvenidas por la población, incluyen recortes salariales del 15% para los funcionarios públicos, privatización de empresas públicas, congelamiento de pasividades, y aumento del IVA y de otros impuestos. El durísimo ajuste fiscal que ha resuelto aplicar el Ejecutivo conducido por Papandreu fue uno de los principales requisitos interpuestos tanto por la UE como por el FMI para brindar la comprometida asistencia financiera. En tanto, el gobierno de Atenas confía en que este año pueda lograr una reducción del déficit fiscal del orden de cuatro puntos porcentuales del PIB, desde el 14% que representó en 2009. Cabe recordar que el déficit de las cuentas públicas correspondiente a 2009 fue groseramente maquillado por la anterior administración conservadora del ex primer ministro Kostas Karamanlís, la cual dejó una herencia económica nefasta al actual gobierno, que asumió funciones en octubre del año pasado.

Los canales de contagio

Desde que Grecia comenzó a ser noticia por su abultado déficit público y la altísima proporción de su deuda con respecto a su producción, la preocupación también se dirigió hacia otros países de la eurozona que conviven con cuentas públicas que exhiben altísimos desequilibrios, aunque aún no han llegado al nivel de asfixia económica que en estas horas se cierne sobre el país a orillas del Egeo. Por estos días, sin embargo, suena cada vez con más fuerza la posibilidad de un desbarajuste económico generalizado en la eurozona. Es que las vías a través de las cuales una posible cesación de pagos griega podría propagarse al resto de los países que componen la unidad monetaria europea son varias, y representan una posibilidad que, en la coyuntura actual, no puede ser descartada.

No obstante, parece estar claro que la principal correa de transmisión de la crisis griega hacia el resto de Europa es la financiera, principalmente como consecuencia de la altísima exposición de los más importantes bancos europeos a los títulos de deuda emitidos por el Estado griego. Esta realidad es muy preocupante para el caso de la banca francesa, que, en el pasado, dispuso de un inmenso volumen de dinero para la adquisición de activos helenos (ver la diaria del 22 de abril). Pero el tinglado es enorme y prácticamente incluye a todas las entidades financieras de mayor porte del viejo continente. El otro riesgo es el de la potencial huida masiva de capitales de la zona euro hacia otras regiones menos comprometidas y, particularmente, hacia Estados Unidos, cuya moneda y bonos del Tesoro suelen ser refugio de los inversionistas cuando se disparan los riesgos en otros mercados.

Esta semana, las bolsas volvieron a vivir otro auténtico “martes negro” como consecuencia de la situación griega y ante el temor de colapso financiero en otros países de Europa. Las pérdidas generalizadas de las principales plazas bursátiles del mundo también se vieron aguijoneadas por una nueva rebaja de la nota de riesgo de la deuda griega. La agencia Standard & Poors decidió rebajarle la calificación a BB+, lo que representa que el país del Peloponeso perdió definitivamente el grado inversor, eventualidad que era del todo previsible, pero que llega en el peor momento posible para los helenos. La misma agencia también recortó la calificación de la deuda portuguesa, siendo el luso otro Estado en severas dificultades.

Ball and chain

Ante este panorama, el euro tocó un nuevo mínimo y llegó a cotizar por debajo de 1,32 frente al dólar, su menor nivel desde hace un año. El índice bursátil alemán Dax tuvo una caída de 2,73%, la bolsa parisina perdió 3,82%, el Ibex español se desplomó al caer 4,12% y el índice industrial Dow Jones de la bolsa de Nueva York se contrajo en 1,9%. Como contrapartida, los bonos de la Reserva Federal de Estados Unidos con un horizonte de vencimiento de 10 años treparon 1% y su rendimiento (interés anual) descendía a 3,68% (ver recuadro), al tiempo que algo similar viene sucediendo con los bonos alemanes. En tanto, aumentaron los rendimientos (y el riesgo-país) de todos los bonos de los países europeos en apuros, lo que equivale a decir que Portugal, Irlanda, España e Italia ya ven encarecido su acceso al financiamiento internacional. De este grupo de países, Portugal parece ser el más comprometido y el nuevo destino de los especuladores que tantos dolores de cabeza le están provocando a la población de Grecia. Sin embargo, de acuerdo a cómo están planteadas las cosas al día de la fecha, ningún Estado europeo está libre de recibir alguno de los coletazos que provocaría un cada vez más probable default helénico.