En el seminario “Chile como plataforma de negocios para las exportaciones de Uruguay”, expertos en comercio internacional se refirieron al marco normativo que regula la relación entre ambos países y a los sectores que ofrecen “oportunidades” para las empresas exportadoras uruguayas, como por ejemplo, el minero, el forestal, el pesquero, el agroindustrial y el energético.

La apertura del evento contó con la presencia de Almagro, el embajador chileno en Uruguay, Andrés Rebolledo, y los representantes chileno y uruguayo del Case, Andrés Concha y Orlando Dovat, respectivamente.

El canciller manifestó que el relacionamiento de Uruguay con Chile es un “asunto vital” y describió a ambos como “países espejo: uno mirando al Atlántico y otro al Pacífico”.

Destacó que pese a la caída registrada en 2009 por la crisis económico-financiera mundial, el comercio entre ambos estados “se ha visto reforzado” en los últimos años.

En ese sentido, resaltó el incremento “del arribo de inversiones chilenas a Uruguay”, añadiendo que los acuerdos bilaterales “permitieron avanzar en la desgravación arancelaria de casi todos los bienes a un nivel de cero”. El secretario de Estado interpretó que, así como Chile puede transformarse en una plataforma para las colocaciones uruguayas de bienes, Uruguay “puede servir como plataforma para Chile” gracias a “las ventajas que tenemos desde el punto de vista logístico como hub subregional”. Ejemplificó el aserto informando que debido al reciente terremoto “muchas exportaciones de Chile se comenzaron a canalizar por Uruguay”.

De paso cañazo

Almagro fundamentó que el logro de los objetivos centrales fijados por el gobierno, como la eliminación de la indigencia y la reducción de la pobreza, tienen directa relación con el aumento del comercio exterior, ya que “nuestras exportaciones generan trabajos”. Además, declaró que, como forma de “abaratar costos”, también queda implicada otra de las metas del nuevo gobierno: la reforma del Estado. “Son temas a resolver para ser más eficientes y tener más posibilidades de negocios”, manifestó. Por su parte, Rebolledo evaluó que el actual es “un momento muy especial” en el que hay muchos temas en agenda, y, al igual que Almagro, valoró que ambos países “se entienden a la perfección”. “Jugamos de memoria: hacemos una guiñada y nos entendemos enseguida”, graficó.

Por su parte, Concha remarcó la relevancia otorgada por el gobierno uruguayo al relacionamiento bilateral, y celebró la fuerte expansión del flujo común de bienes, así como también de los servicios y las inversiones. Además, apuntó a la necesidad de promover la complementación entre las dos economías.

En el mismo sentido, el representante uruguayo, Dovat, se refirió a la relevancia de la “colaboración del sector empresarial junto con el público”, y puntualizó que “hay un profundo interés en el empresariado uruguayo de integrarse a la economía chilena”. Asimismo, destacó la cantidad de acuerdos comerciales que Chile tiene suscritos, fundamentando que Uruguay debería “utilizar estos instrumentos para acceder a más mercados”.

De acuerdo

Después disertó el gerente de Comercio Exterior de la Sociedad de Fomento Fabril de Chile, Hugo Baierlein, en torno a “cómo pueden beneficiarse en la práctica las empresas uruguayas de los tratados de libre comercio suscritos por Chile”.

Describió que la nación trasandina cuenta con 21 acuerdos comerciales firmados con 56 países que representan el 65% de la población mundial, es decir, que permiten llegar a casi 5.000 millones de habitantes, generadores del 85% del PIB y del 90% del comercio globales.

Baierlein, quien ya había visitado Uruguay, remitió a la importancia del mercado asiático, y en particular de China, al explicar que el gigante de Asia “comenzó comprando sólo cobre y celulosa” a Chile, pero posteriormente “fue abriendo su mercado y hoy importa cuero, leche, frutas, autopartes, entre otra gran diversidad de productos”.

En cuanto a los productos que podrían colocar firmas de Uruguay utilizando a Chile como plataforma mediante la asociación con empresas trasandinas, mencionó las actividades minera, forestal, pesquera, agroindustrial y energética, entre otras.

Sin embargo, recomendó no hacerlo con animales vivos, frutas, lácteos ni lana: en el primer caso por dificultades logísticas y en los restantes por aspectos legales de los acuerdos comerciales de Chile.