Cosmos proclive

Oddone celebró las condiciones externas que enfrentará la economía uruguaya en el futuro inmediato al afirmar que “todos los astros están alineados a favor de Uruguay”. Las razones para sostener eso refieren a varios factores. “El dólar está débil”, lo que debilita las presiones inflacionarias y disminuye el valor de la deuda pública nominada en esa moneda. “Los precios de nuestros productos están tonificados”, lo que favorece los términos de intercambio. “Las tasas de interés internacionales están en los niveles más bajos en años”. Y Brasil, “nuestro principal socio comercial”, exhibe un dinamismo económico sin igual. Sobre la base de estas consideraciones, estimó poco probable la configuración de “un mejor escenario para manejar la política económica”.

La economía del país está en una situación “bastante sólida” y durante 2010 experimentaría un “crecimiento importante” de aproximadamente 5%, valorado como “muy bueno” por Oddone en el marco del seminario Estrategias de Desarrollo, organizado por el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales.

El técnico evaluó que dada su condición “pequeña y abierta” la economía uruguaya “requiere de un manejo de shocks adecuado”, aunque, a juzgar por el modo en que soportó la última crisis internacional, exhibió “cierta capacidad instalada en la administración de choques con relación al pasado”. En ese sentido, señaló tres factores que explican el escaso impacto local de la crisis: el choque fue corto y afectó especialmente a sectores agrícolas, en los que la economía nacional no tenía una “alta exposición” a diferencia de otras de la región; en segundo lugar, la “flexibilidad cambiaria” permitió que “operaran mecanismos de caída de las importaciones” y sustitución por producción doméstica en algunos rubros; finalmente, una situación fiscal “relativamente razonable” al comienzo del shock, factor que, sumado a la expansión del gasto asociado al “ciclo electoral”, posibilitó un “apoyo a la demanda” en el primer cuarto del año pasado.

Oddone recordó que en las valoraciones acerca del impacto de la crisis se produjo un cruce de opiniones entre los analistas uruguayos y los técnicos del Fondo Monetario Internacional: mientras que éstos se mostraban “muy pesimistas al inicio”, los locales “decíamos que estábamos mejor preparados para enfrentarla”, especialmente “si era corta”.

Sólo te pido dos cosas

Oddone expresó preocupación en torno a dos aspectos del manejo macroeconómico inmediato. Por un lado, valoró que el debate sobre el Presupuesto Quinquenal de Gastos es una instancia central para asegurar los equilibrios macroeconómicos necesarios del crecimiento en lo referente al gasto público; sobre el punto, afirmó la conveniencia de aprobar “un Presupuesto Quinquenal muy alineado” con el objetivo de obtener un resultado fiscal primario (antes del pago de intereses de duda) de 3% de superávit, a la luz de una relación deuda neta/PIB cercana al 30%. Por lo tanto, “si el Presupuesto que se apruebe no tiene en cuenta esta restricción, tendremos una amenaza de corto plazo”, sentenció. Su segundo motivo de preocupación guarda relación con los ajustes que emergerán de la próxima ronda de Consejos de Salarios, porque sería inconveniente la aprobación de aumentos que no reflejen subas de la productividad en cada sector de la economía, vista la necesidad de preservar la competitividad de la producción nacional. “Si hacemos estos dos deberes [fiscal y salarial] podemos estar fortaleciendo la posición para enfrentar un choque externo, dado el escaso margen de maniobra que tenemos con la política monetaria y cambiaria”, recomendó.

Tormentas lejanas

El economista lanzó una advertencia respecto del futuro con relación a la competitividad regional, por su temor de que el crecimiento de Brasil derive en un “sobrecalentamiento virtual de la economía brasileña”, activando “alguna política más contractiva” y, como consecuencia, “alguna modificación del régimen cambiario”, lo que podría afectar negativamente a Uruguay. “Hoy tenemos un problema de competitividad enorme contra todos nuestros socios comerciales: […] contra el único que tenemos tipo de cambio real favorable es Brasil, que es [el comprador de] el 25% de nuestras exportaciones”, ilustró. Si bien tal escenario no resulta “muy probable a corto plazo” conviene estar “muy atentos, porque una alteración de la regla cambiaria en Brasil […] nos dejaría en una situación muy vulnerable”, señaló.

El día después de mañana

Respecto del mediano plazo, Oddone sostuvo que “Uruguay tiene una serie de temas largamente postergados”, cuyo tratamiento se torna necesario en virtud del desafío de desarrollo. Uno de ellos es “repensar” su inserción externa, estructurada dos décadas atrás “bajo el consenso del Mercosur”, proyecto que “está esencialmente en cuestionamiento”, entre otras razones porque “hoy el motor está siendo el comercio extrarregional”; en esa línea, advirtió que los “sectores dinámicos”, aquellos cuya competitividad les facilita una inserción exportadora en el mercado extrarregional, no superan el 20% del empleo, mientras que los sectores de bienes “no transables y transables regionales son el 80% del empleo uruguayo”. De ahí la existencia de “un problema de capacidad de competencia” en los sectores más exigentes en materia de desempeño.

Además, el “stock de capital humano” del país “está en peores condiciones relativas” que hace algunas décadas, realidad que se aprecia al comparar la cantidad de años de educación de los uruguayos con la del conjunto de países de referencia; ello supone una restricción relevante “para competir con nuestros socios comerciales”, agravada por la condición de “país chico”, lo que genera “escasos grados de especialización”.

También reseñó los problemas del país en materia de infraestructura, sobre todo en lo que refiere a puertos, carreteras y ferrocarriles. “En un país que se está integrando globalmente con mercaderías agroindustriales hacia el resto del mundo, estas dificultades son un obstáculo al crecimiento”, alertó.

En cuanto al déficit energético, puntualizó que “si Uruguay crece solamente al 3,5% anual en los próximos cinco años […], la demanda por energía eléctrica va a ser 25% superior en los próximos diez años”. Y dado que Uruguay alcanzó su “máxima capacidad de utilización de la energía hidráulica”, deberá necesariamente “migrar a otras fuentes energéticas”.

No todo es crecimiento

Finalmente, el analista del Cinve y CPA/Ferrere se refirió al “problema de inclusión social” que padece el país, afirmando que, “en Uruguay, crecer no es suficiente para reducir los niveles de pobreza”. Es que un elevado porcentaje de su población sobrevive “en fuertes condiciones de exclusión” que el crecimiento económico no logra resolver, por lo cual “se requieren políticas específicas” para atender el fenómeno; y si bien el país ha “avanzado mucho en eso”, tiene que focalizar las políticas para revertirlo. A propósito del eslabón más débil, representado por la pobreza infantil, el economista apuntó que “por cada adulto mayor en situación de pobreza, hay siete niños pobres”, y todas las políticas de tipo “generalista”, es decir las no focalizadas, “tienden a discriminar en favor de la tercera edad y en contra de los niños”. Por ello, “en ausencia de cambios” en materia de políticas específicas de atención, el país continuará acumulando bolsones de pobreza.