El Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) es financiado por el GEF e implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Financia a su vez proyectos de gestión ambiental de países subdesarrollados. Fue creado en 1992 y en 2005 se implementó en Uruguay, donde actualmente subvenciona 59 proyectos distribuidos en 16 de los 19 departamentos.

Sandra Bazzani, coordinadora nacional del programa en Uruguay, explicó a la diaria que el objetivo central consiste en “dirigir los recursos económicos y el apoyo técnico a la sociedad civil, entendida ésta como todas las organizaciones de base -comunidades locales, productores, vecinos de barrio, y los grupos más vulnerables- para que sea una herramienta de fortalecimiento de la sociedad civil y para que puedan en el mediano y largo plazo incidir e interactuar en el diseño y en la evaluación de las políticas ambientales del país”.

Bazzani indicó que a nivel mundial, cuando se hace referencia a los fondos para financiar proyectos, “muchas veces se habla de cómo empoderar a la gente”. “En este caso es al revés porque ya está empoderada. La gente que vive en los lugares es la que conoce, sufre sus problemas ambientales o es consciente de los valores ambientales que tienen ciertas zonas. Ese conocimiento muchas veces tiene que ser complementado, potenciado con el saber científico, pero en un diálogo horizontal”, agregó.

Los proyectos son presentados anualmente (ver la página www.ppduruguay.undp.org.uy), el plazo máximo de ejecución es de un año y medio y los montos van de 5.000 a 35.000 dólares. Las propuestas pueden ser renovadas sólo si están dentro de una fase operativa y en determinadas circunstancias. La coordinadora del programa remarcó: “La idea no es que el apoyo sea permanente. Parte del fortalecimiento de los grupos es que se desprendan de fondos externos y que ellos mismos puedan buscar otros apoyos o autogenerarlos”.

Por los médanos blancos

El desgaste de las dunas en la faja costera es un problema cada vez más generalizado, agravado por la intervención humana en el territorio. El tránsito peatonal y vehicular, la extracción de arena (para la construcción de bloques) y la edificación frente a la costa (y en algunos casos sobre las dunas) son los principales factores que llevan a la desaparición de dunas. Éstas son importantes porque amortiguan el efecto erosivo de tormentas y temporales; son el hábitat de especies de flora y fauna; ayudan a mantener la playa seca (las arenas húmedas no son atractivas para veranear); y son áreas de gran valor paisajístico y recreativo.

La población de La Paloma vive mayoritariamente de la actividad turística estival, de ahí la importancia de la conservación de las playas. El proyecto “Revalorización de playas a través de la restauración de dunas con la comunidad de La Paloma” fue ejecutado por la asociación civil local SOS. Comenzó a desarrollarse en enero de 2008 con una duración de 18 meses; actualmente está en etapa de finalización (el plazo se extendió porque se descontaron los meses del verano, momento de gran circulación de turistas). El monto del financiamiento fue de 25.000 dólares.

Se apuntó a la restauración de las dunas en tres playas del balneario: La Aguada, La Balconada y La Serena. La intervención consistió en colocar pantallas de tejido sombra (un total de 1.400 metros) sujetas a postes de madera en el lugar donde deberían estar las dunas, desaparecidas o altamente desgastadas. La idea es que la arena no se vaya de la costa cuando sopla el viento desde el mar. Uno de los vecinos explicó a este medio que antes de ser habitada la zona, cuando el viento soplaba y se llevaba la arena fuera de la costa, ésta volvía a ser traída cuando el viento cambiaba de dirección, pero ahora las construcciones sobre la costa impiden ese retorno. En las tres playas visitadas se mostró el grado de la recuperación dunar, y en las más avanzadas las pantallas de tejido van siendo cubiertas por arena. Con la fijación de ésta, aparece nuevamente la vegetación propia de las dunas, que también contribuye a su fijación (pasto dibujante, hierba redondita y chirca de monte), a lo que SOS sumó la plantación de ombúes enanos. Como acciones complementarias, se establecieron topes para evitar la circulación vehicular y siete bajadas de madera para el tránsito peatonal. También se realizaron talleres de sensibilización en escuelas y liceos de la zona.

Los encargados del proyecto señalaron que el gobierno departamental de Rocha no se involucró desde el inicio, sino que lo hizo sólo cuando fueron visibles algunos resultados. Dijeron también que en octubre del año pasado la intendencia apoyó económicamente las obras. En la visita podían observarse varias pantallas rotas, pero el mantenimiento ya no podrá hacerse con fondos del PPD. Por eso el grupo apunta a lograr un acuerdo con el gobierno departamental y con el municipal, para desarrollar un proyecto de largo alcance. Con la iniciativa, la administración local y departamental sería beneficiada por un ahorro en el barrido de la rambla, donde se detecta que hay menos arena.

Por otra parte, continúan siendo una amenaza las autorizaciones de construcciones sobre la playa. En la recorrida, los vecinos señalaron el lugar en medio de un médano donde hace tres años la intendencia autorizó la instalación de un restaurante. El sitio que ocupó la construcción hoy está al mismo nivel de la playa, mientras que los médanos aledaños superan los dos metros de altura. También en diciembre del año pasado la intendencia habilitó la construcción de un quiosco en el centro de otro médano; en ese caso, la presión de los vecinos fue tan fuerte que debió demolerse la construcción.

Todo se transforma

El proyecto “Producción de energía renovable (biogás) en establecimientos lecheros y la utilización de subproductos generados por el biodigestor” se desarrolló en siete tambos de los departamentos de San José y Rocha. Tuvo una inversión total de casi 25.000 dólares y su ejecución, iniciada en 2006, ya finalizó.

En el caso de Rocha, las organizaciones ejecutoras (y mediadoras con los productores) fueron la organización no gubernamental Creciendo (de Castillos) y el Instituto de Estudios Sociales (de Montevideo).

La ganadería realiza grandes emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera (a partir de la fermentación entérica y descomposición del estiércol), lo que repercute en el cambio climático; también incide el uso de fertilizantes químicos. Ambos problemas se ven minimizados con la implementación de este proyecto.

En la visita la diaria recorrió el establecimiento de Guzmán González y familia, en las afueras de Castillos. Allí ordeñan diariamente 44 vacas, realizan cría de cerdos y lanares, y producen queso. El biodigestor implementado en el lugar consiste en una fosa de hormigón y encima de ella un largo tubo de nailon negro (que ayuda a conservar el calor). Diariamente, González vuelca con carretilla cerca de 150 kilos de estiércol que dejan las vacas en la sala de ordeñe, a esto se agrega agua y a partir de la mezcla se forma el biogás. El productor implementó un sistema de cañerías por el que traslada el biogás para alimentar la caldera con la que se calienta el agua (que sirve para el lavado del tambo) y la olla en la que se hacen los quesos. Esa caldera antes era alimentada con leña. Además, González adaptó un sistema que le permite recargar garrafas de 13 kilos.

En el extremo final de la larga fosa (que en otros casos es tapada con invernáculos, para conservar mejor el calor) se elimina parte del estiércol, que es reutilizado como abono orgánico. En torno al biodigestor no hay moscas ni malos olores. El emprendimiento significa tanto un ahorro en energía como en fertilizantes químicos.

En diálogo con la diaria, González, de 48 años, explicó la difícil tarea del campo, que requiere un trabajo de sol a sol los 365 días del año. Dijo también que su establecimiento es intensivo, porque en apenas 160 hectáreas emplea directamente a siete personas, mientras que otros que cuentan con 1.000 hectáreas sólo emplean a dos. Dio cuenta de la despoblación rural, señaló que cuando él tenía 12 o 14 años había en la zona una docena de vecinos y que ahora no queda ninguno.