Catarsis

“Querida vieja, te juro que nunca pensé si te lastimaba o no, pero terminé en el manicomio. Dejemos de aparentar y contame cuánta rabia y cuánto dolor bancaste, y yo te contaré el cansancio y la indiferencia que soporté. Querida vieja, aunque nos duela y parezca de nada servir, contame cómo era el hombre ese con el que soñaste cuando yo no podría ni hablar, porque yo también soñé con un hombre que podía ser cuando era niño. ¿Y sabés una cosa?, yo no bajé los brazos, y sueño hacer de mí un hombre mejor...”, fragmento escrito durante 2003 por José. “Paradójicamente en nuestro país hay un jugador que marca récord guinness: un gol por partido, y se llama el loco Abreu. [...] Yo tengo todo de loco y nada de Abreu. Así que ni tan tan ni muy muy. Aquél de pelo largo y vincha y barba bien cuidada es el loco Abreu. Él, loco por el fútbol y yo, loco por discernir en la cordura sensible del Espíritu Santo, Amén”, fragmento del cuento Sebastián, escrito por Walter, también en 2003.

La publicación compila cuentos y fragmentos de textos realizados en el taller de escritura del Hospital Vilardebó entre 2002 y 2009 (con excepción de los años 2005 y 2007, cuando hubo una interrupción de la actividad). La obra fue concebida a través del Programa de atención a colectivos vulnerables del Área Ciudadanía Cultural, de la Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura (MEC).

En las primeras páginas del libro, el compilador del material y docente a cargo del taller de escritura, Pablo Trochon, explica cuál es el proceso de trabajo que se desarrolla jueves a jueves en el Centro Diurno del hospital. Luego, los propios autores de los cuentos se dirigen a los lectores, explican qué es lo que encontrarán y qué se busca mediante los cuentos publicados.

“Encontrarás detrás de estas líneas dolor, amor, vergüenza, sueños y frustraciones”, detalló Gabriela, una de las autoras.

Luis explicó el cometido del taller y lo que buscan generar cuando escriben: “Nuestra expresión literaria es inducida por un profesional en la materia. Su cometido es que podamos escribir aquello que tenemos escondido en nuestro subconsciente y tratar de que nuestra fantasía fluya como musa inspiradora. Dejamos ver que de un mismo tema o consigna salen diversos cuentos con contenidos diferentes. [...]. También nos sirve como terapia, en la cual nuestra mente y nuestra concentración nos sirve de parlante comunicativo, con ganas propias de hacernos sentir”. Mulambo África, quien también colaboró con sus cuentos para hacer realidad el libro, fue más explícito en sus pedidos y a la vez más removedor: “Querido lector, te digo así por tener la suerte de que tú nos leas. Espero que sea por sana curiosidad, porque nosotros pertenecemos a un grupo que no todos ven con los mismos ojos. Nosotros no somos tan distintos a cualquiera de ustedes; soñamos, amamos, vivimos y también somos discriminados, al igual que todos”. Y posteriormente agrega: “Leenos con el corazón, olvidá a qué grupo de gente pertenecemos, encontrarás relatos apasionados y una poesía rica, conmovedora, que te llegará al alma, te doy mi palabra”.

Leer sin discriminar fue uno de los puntos que destacó Pablo Trochon en conversación con la diaria. “El propósito de la publicación es acercar las cosas que ellos escriben a la gente (entre muchas comillas) normal, para que se interioricen, conozcan y a partir de la interiorización no discriminen”, explicó. “Ellos son absolutamente conscientes de su enfermedad, saben que no se puede curar, que pueden estar internados nuevamente y que están sometidos a medicación, no lo niegan, pero eso no tiene que ser una barrera para que exista la comunicación”, agregó.

Tarea compartida

La dinámica de trabajo que se repite cada jueves, día en que los pacientes asisten al taller, comienza con una consigna de trabajo y continúa con una puesta en común de lo escrito.

“Se plantea la consigna, tienen entre 20 y 40 minutos -dependiendo de la cantidad de gente para escribir-, luego ellos leen los textos y finalmente los comentamos”, detalló el responsable del taller.

Las consignas que funcionaron como disparadores de los textos publicados pueden apreciarse en el libro. Las propuestas son variadas: “Escribir el sueño de un personaje inventado o de una persona conocida. Escribir una breve biografía del soñador. Escribir un texto que dé cuenta de por qué se escribe, hacia quién, qué temas, qué sensaciones produce, de qué modo... Escribir un texto a partir de un folleto de cursos de Reiki. Inventar un mito. Escribir la historia de un verdulero que se convierte en presidente”, entre muchas otras propuestas planteadas. Trochon reconoció que pensar las consignas implica mucho trabajo porque busca originalidad y que las ideas no se repitan.

El taller permite a los pacientes del Vilardebó apropiarse de la escritura como medio de expresión en sí mismo y a la vez como un medio terapéutico. “La escritura es vivida como un canal de expresión de angustias, es un medio catártico, no es un trabajo literario exhaustivo”, comentó el docente.

Además de Trochon, dos psicólogos coordinan y participan en los talleres y cada uno tiene su tarea asignada. “A grandes rasgos te puedo decir que hay pacientes psicóticos y esquizofrénicos, pero no puedo agregar mucho más porque tomé la decisión de no averiguar más sobre sus historias, porque no soy un profesional en psicología, y para poder concentrarme en la escritura”, detalló. Aunque reconoció que a través de los textos que los talleristas escriben se reflejan historias de vida y episodios que los marcaron.

Crecimiento

La edición de Privilegio de volar generó un movimiento interno dentro del taller que promete cambios en la modalidad de trabajo y en el encare de los temas propuestos.

Desde que se realizó el lanzamiento del texto, la lectura de los cuentos y poemas cobró otro sentido, se evidencia un análisis más profundo que no se reduce a “me gusta o no me gusta”.

“Esas discusiones empiezan a ser un poco más exhaustivas, más metidas en el texto, no se quedan en eso de ‘me gustó o no me gustó’, sino que se adentran más en lo literario”, dijo Trochon.

De aquí en más la apuesta de los coordinadores del taller es profundizar el trabajo. “No tengo claro hacia dónde vamos, pero pretendo profesionalizar el trabajo, es decir, empezar a trabajar en el tema de la escritura más en sí misma y en la apropiación de la literatura pero no solamente para utilizarla como un medio catártico o terapéutico, sino para hacer otras cosas, por ejemplo, textos que no tengan ninguna relación con las vidas de ellos, que muchas veces aparecen, o por lo menos que se empiece a hacer de forma más consciente”.

El cambio está orientado a pensar un poco más en la escritura y no tanto en la historia que los pacientes van a contar.

Por último, cabe destacar que muchos de los cuentos están firmados por sus autores con nombre y apellido, hecho relevante puesto que es un forma de plantarse frente a la sociedad, a pesar de la discriminación que a veces padecen.