En su disertación “Incertidumbre global, vaivenes en Argentina y euforia en Brasil: ¿Qué implica ese cóctel para Uruguay?”, Talvi resaltó la importancia del contexto internacional en la economía local, por lo que el instituto divulgará trimestralmente un Índice Ceres de Condiciones Externas (ICCE) para determinar qué tan favorable o desfavorablemente evoluciona el marco externo, considerando: economía mundial, regional, precios de los commodities y condiciones financieras. El indicador cubre un rango de 0 a 100 dividido en cinco zonas: muy desfavorable (0-20), desfavorable (21-40), neutro (41-60), favorable (61-80) y muy favorable (81-100). El economista valoró que los datos más recientes “confirman algo que se sabía”: “[Tabaré] Vázquez tuvo las mejores condiciones externas de los últimos años” y “[Jorge] Batlle tuvo las peores”.

En cuanto al tema de su exposición, analizó que el mundo desarrollado “crece vigorosamente en Estados Unidos, con algo de vigor en Japón y muy poco en Europa”; entre los emergentes, China volvió a crecer a tasas de precrisis empujando arriba el precio de los commodities; y América Latina se recuperó fuertemente con Brasil liderando la tendencia. Sobre Argentina, “nuestro volátil vecino”, recordó que debió afrontar previo a la crisis una “importante salida de capitales” por problemas internos, y que “pese a ello la economía argentina creció 9%” arrastrada por la “euforia” de los commodities; pero eso cambió con la crisis y entró en una “fuerte recesión, cayendo 2% del PBI” y “aumentando su déficit fiscal”. Ante las dificultades internas, el gobierno de Cristina Fernández apuntó a “un cambio de postura respecto a los mercados [...] mostrando voluntad de pago para volver a acceder al financiamiento” externo, lo que podría generar “tasas de crecimiento a niveles elevados” y, derivado de ello, “una situación enormemente promisoria pese a lo que uno podría pensar de entrada”.

Blow by blow

Antes de la crisis, China se convirtió en un importante demandante de productos pero también en una gran competencia, acumulando un importante ahorro en deuda estadounidense que provocó en la principal economía un aumento de la tasa de interés, del consumo, reducción del ahorro, aumento del endeudamiento para la compra de inmuebles y de productos importados, en gran parte provenientes de la propia China. “Este mundo se terminó con la crisis”, aseguró Talvi, describiendo la posterior “dramática” suba de la tasa de ahorro, el colapso del mercado inmobiliario y la contracción de las importaciones en Estados Unidos.

En el nuevo orden económico y financiero, prosiguió, se verifica una reasignación de la demanda desde las economías industrializadas hacia las emergentes, y del exceso de ahorro desde los industrializados hacia los emergentes. La coyuntura ofrece en lo local perspectivas favorables porque aumentará el flujo de capital hacia la región a un costo bajo, aunque también implica desafíos como rediseñar la estrategia de inserción internacional conforme al nuevo contexto global; facilitar la reconversión productiva; facilitar la intermediación del financiamiento y los flujos de capital externo hacia proyectos socialmente productivos; y evitar desajustes macroeconómicos y financieros originados por la afluencia de capitales. “No podemos permitir que nos burbujeen y terminemos en seis o siete años con una crisis”, añadió.

Vuelan palos

Respecto del viejo continente, opinó que la Unión Europea está “tratando de comprar tiempo” apostando a que la recuperación económica mundial resuelva su severa crisis financiera, al tiempo que viene “ajustando el gasto a la nueva realidad”. En ese sentido, vaticinó que el mundo se enfrentará a tres escenarios posibles: uno de expansión, el más optimista; el segundo de enfriamiento; y el tercero de crisis, que retrotraería la situación a la posterior a la caída de Lehman Brothers.

Para Uruguay, Talvi proyectó que en el primer escenario, el ICCE marcaría una situación muy favorable y favorable durante todo el período de gobierno; en el de enfriamiento, habría condiciones favorables en la primera mitad y neutras en la segunda; en el de crisis vislumbra un rápido deterioro llegando incluso a terreno muy desfavorable, contexto que antes se verificó únicamente en el gobierno de Batlle. Por eso, el economista criticó que en el Presupuesto proyectado por el gobierno “no existe una gota de prudencia”, al diseñarse sobre la previsión de que las condiciones externas serán positivas. “Debemos exigirle al gobierno una gran dosis de cautela, prudencia, y sobre todo de humildad”, señaló.

En torno a la decisión de gravar los ahorros que tienen fuera del país los residentes locales, explicó que esas colocaciones tienen como objetivo “diversificar los riegos del mercado” y “protegerse contra el poder confiscatorio del Estado”. Interpretó que “aun confiando en las muy buenas intenciones del actual gobierno” nadie puede asegurar que “un gobierno futuro, con afán oportunista, no utilice la información proporcionada sobre los ahorros en el exterior para subir la tasa del Impuesto al Patrimonio en tiempos de necesidad fiscal, o legislar la repatriación compulsiva de parte de los ahorros colocando, por ejemplo, un bono patriótico en tiempos de crisis”. La medida anunciada es “la mejor forma de asegurarnos de que los capitales que los uruguayos tienen en el exterior nunca vuelvan”, y añadió que supone “un cambio drástico e inesperado en las reglas de juego”. Talvi concluyó que el anuncio representa “un quiebre dramático con las tradiciones liberales de nuestra República”.