La jornada tuvo como objetivo saber qué pasa con la relación de los diferentes contextos educativos y cómo se abocan a la participación de los sujetos en lo que denominan comunidades de aprendizaje, tomando como dinámica de trabajo la presentación de ponencias.

Para Carola Arrúe, licenciada en Psicopedagogía y maestranda en Psicología Educacional en Argentina, “estas comunidades plantean de una forma artística pensar las prácticas educativas en contextos cerrados y la importancia debe recaer en centrarse en los procesos de aprendizaje que operan en ámbitos formales e informales, buscando determinar cómo aprenden los niños en actividades en las que intercambian con otros niños”.

Sin embargo, la educación no formal apareció presentada como “líneas de fuga”, retomando el término de Gilles Deleuze. Son líneas revolucionarias, subversivas y creativas en contraposición a las líneas segmentadas que representan el formalismo. “La educación es una codificación que tiene que ver con el poder, territorializan el escenario y espacio donde se mueven los sujetos” afirmó otra de las exponentes, María Cristina Chardon, doctora en Psicología. Además sostiene que aludir a la educación no formal es una forma de territorialización.

Chardon expresó que “la escuela es productora de subjetividad y tiene el monopolio de la educación”, ejemplificando de la siguiente manera sus palabras: “Señor/a, hasta acá mandó usted, ahora van a aprender lo que yo digo que hay que aprender y se hace de determinada manera, eso es territorializar”.

La educación no formal se toma de esta manera como líneas de fuga al carecer de tales territorios, pero presentando una disyuntiva: por un lado, buscan hacerse del poder y territorializar, y por otro, ser revolucionarias. En este doble sentido se enfocaron varios de los trabajos que se expusieron. Por dicho motivo para Chardon, quien estuvo a cargo de los comentarios sobre las presentaciones, el encuentro quizás se podría haber llamado “Educación formal con líneas de fuga”.

Si bien se presentó la concepción por exclusión de la institucionalización para definir la educación no formal, en la ponencia del grupo argentino denominada “Reflexiones sobre los procesos de aprendizaje y participación: motivos y obstáculos a la hora de participar” se priorizó el aprendizaje en lugar del ámbito.

Definieron el aprendizaje desde la participación. “El sujeto participa en prácticas situadas en reglas, relaciones y una comunidad, y aprende en relación con otros porque va construyendo sentidos. Es en esa trama que se construyen contenidos y modalidades de participación. Por eso en las prácticas de la escuela nos encontramos con una forma de participar y en el taller con otra, sería interesante pensar mucho más el aprendizaje y la propuesta educativa, las tramas que establecemos en los contextos donde los sujetos transitan más allá de la educación formal y no formal. La participación de esos sujetos en la actividad de construcción de un sentido, entendiendo la participación como la expresión de todas las voces”.

Sujetos de la educación

Luego de las presentaciones, Pablo Martinis hizo el cierre de la jornada retomando algunos apuntes para dejar planteados los esquemas para el encuentro del próximo año. Especialmente enfatizó en cómo se concibe la educación no formal pensando en los espacios educativos como propuestas de contexto sin olvidar el eje pedagógico. Sostuvo: “Parece necesario subrayar que una cuestión es que trabajemos sobre situaciones de pobreza y otra es hacer equivaler propuestas educativas pobres para pobres, no es eso lo que queremos” y con ello aparejaba el cuestionamiento del rol del educador en cuanto a las responsabilidades en esos ámbitos. “Debemos estar preocupados por los sujetos de la educación y no por las institucionalidades”; dejando la puerta abierta para repensar dicho espacio educativo más allá de líneas de fuga.

Durante el transcurso del encuentro se pudieron notar carencias en el intercambio con los asistentes, la dinámica fue de exposición por parte de los panelistas y no de debate, lo cual fue planteado como “un debe” para las próximas jornadas. Según los organizadores, no se habían imaginado tanta concurrencia, hubo 450 inscriptos y una asistencia por encima de las 300 personas, entonces la modalidad de trabajo se cambió por la carencia de espacio edilicio. El evento contó con el apoyo de estudiantes de la UTU que se encargaron de repartir los certificados de asistencia y de atender la mesa de venta de la publicación: Aportes a las prácticas de educación no formal desde la investigación educativa, que es una de las producciones del Instituto de Educación.