En los últimos cuatro años Uruguay redujo la cantidad de hogares y personas pobres, según se desprende del informe “Estimaciones de pobreza por el método del ingreso”, publicado por el INE el viernes pasado. Concretamente, la proporción de uruguayos pobres pasó de representar 34,4% de la población en 2006 a 20,9% durante el año pasado, lo que significó una caída de 13 puntos y medio en la cantidad de personas pobres para el período 2006-2009. Durante el año pasado y a pesar de la fuerte desaceleración del crecimiento de la economía, la pobreza prosiguió su tendencia decreciente, marcando un retroceso de 1,5% respecto de 2008.

El informe de referencia es el primero sobre pobreza e indigencia para cuya elaboración fue utilizada la metodología 2006, que ha sido recientemente dada a conocer por la agencia pública de estadísticas nacionales. Dicha metodología resultó de una larga discusión entre técnicos del INE y especialistas del mundo académico vinculados a las ciencias sociales y a las ciencias económicas. Al responder a un nuevo marco metodológico, algunos de los indicadores de pobreza e indigencia presentados en el informe publicado el viernes anterior no permiten ser contrastados con mediciones efectuadas en anteriores publicaciones del INE bajo otros parámetros de medición de esos aspectos.

Sobre este punto y a través de un comunicado de prensa dado a conocer ese mismo día, el INE señaló que “los cálculos correspondientes a la indigencia y la pobreza se hacen en base a la metodología 2006 presentada recientemente por el INE, obtenida a partir de la información que surge de la última Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares, realizada entre 2005 y 2006”. Agregó que “el período de referencia utilizado para la estimación de los ingresos en el presente informe corresponde al año calendario enero-diciembre 2009, por lo que difiere de los anteriores, en los que se utilizaba los ingresos captados por la Encuesta de Hogares en el período febrero año t/enero año t+1”.

Además, la nueva metodología aplicada para medir la pobreza incorpora modificaciones en cuanto a la forma de calcular la línea que la registra. Hasta ahora, el INE utililizaba la línea de pobreza diseñada en 2002, que sustituyó en aquel entonces la diseñada en 1996. Cada vez que se presentaban mediciones de la pobreza se difundía su evolución de acuerdo a ambas metodologías, cuyas diferencias en sus respectivas composición y ponderación determinaban la imposibilidad de contrastar datos provenientes de una y otra, es decir, basados en distintas líneas. Desde ahora, la nueva línea de registro de la situación de pobreza está asentada en la metodología 2006 y esto, junto con una modificación del período de relevamiento de datos para la estimación de los ingresos, explica que los nuevos resultados no puedan ser comparados con los de anteriores mediciones.

Siempre la distribución

El nuevo gobierno encabezado por José Mujica asumió el desafío de disminuir la pobreza a una cifra inferior a un dígito al término del quinquenio. En el discurso que pronunció el día de su asunción como presidente de la República, en la Plaza Independencia, Mujica afirmó que su administración sostendrá el compromiso de “barrer con la indigencia” y reducir la pobreza “un 50%”. Para ello, aseveró, es necesario aproximar oportunidades “a los que quedaron al costado del camino” del mercado laboral y la inserción social. Para que dicho desafío sea plausible a partir de la cifra vigente de 20,9% de ciudadanos en situación de pobreza, el descenso acumulado a lo largo de todo el período de gobierno debería ser de, por lo menos, 11 puntos porcentuales, lo que representaría una caída de 52% en la cantidad de uruguayos por debajo de la línea que la demarca. En cuanto a la erradicación de la indigencia, la gestión partirá del actual 1,6% de personas que viven en situación de pobreza extrema, guarismo que, de acuerdo a la información del INE, marcó el registro de 2009. Del informe se desprende que los buenos resultados verificados en los índices de pobreza e indigencia para el período 2006-2009 no fueron acompañados en igual dimensión por los indicadores utilizados para medir la distribución del ingreso. Si bien en 2009 la distribución del ingreso presentó una mejoría en relación a los valores observados en 2006, la disminución es más bien modesta si se la compara con la fuerte reducción tanto de la pobreza como de la indigencia. El índice de Gini, indicador de referencia universal para medir la distribución de los ingresos a través de una escala de 0 a 1, en la que 0 grafica una situación de máxima igualdad y 1 otra de máxima desigualdad, pasó de situarse en 0,446 en 2006 a 0,432 en 2009.

Además, esa mejora global en la distribución se explicó por el resultado obtenido en 2008, año en el que la economía uruguaya experimentó el aumento más importante de su producción desde que se llevan registros estadísticos, creciendo a una tasa interanual de 8,9%. En 2009 y con una economía creciendo a tasas mucho más modestas (2,9% interanual), se produjo un nuevo desmejoramiento en los indicadores de distribución del ingreso. Según señala el informe, “al considerar la suma total de ingresos de los hogares para el total país [ingreso per cápita a valores corrientes para 2009] se constata que el 20 por ciento de los hogares con mayores ingresos generan casi el 50 por ciento del ingreso total. A su vez, el 50 por ciento de los hogares con menos ingresos se apropia de aproximadamente el 23 por ciento del ingreso total”.

Articular y poner en marcha una mejora efectiva de los mecanismos de distribución de la riqueza que produce la economía doméstica será probablemente uno de los desafíos de mayor entidad que pueda abordar el actual gobierno. La experiencia acumulada durante los cinco años anteriores indicaría que la generación de riqueza por la economía es condición necesaria pero no suficiente para que los frutos de ese proceso lleguen a todas las personas que participan en su desarrollo. Y es que uno de los períodos de mayor crecimiento económico del Uruguay contemporáneo incubó la extraña paradoja de conservar prácticamente la misma estructura de distribución de la riqueza con la que el país convivió hasta entonces.