Constructoras

De mañana, mientras el mapa de género todavía no había revelado su nueva geografía, en el kilómetro 21 de la avenida Giannattasio, más de 650 personas esperan el sorteo que definirá quiénes accederán a 40 puestos de trabajo. El 2 de setiembre la Dirección Nacional de Coordinación en el Interior (Dinacoin) del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social había abierto la inscripción para peones prácticos y obreros no especializados de la construcción para participar en la “Obra 3 Saneamiento y Pavimentación Zona Oeste de Ciudad de la Costa”. Podían anotarse ciudadanos legales o naturales que acreditaran vivir en un radio de hasta 100 kilómetros de la zona en la que se realizará la obra. La mayoría de los inscriptos y buena parte de los que salieron sorteados fueron mujeres, un punto que remarcó el ministro de Trabajo, Eduardo Brenta, quien presidió la jornada junto con su colega de Desarrollo Social, Ana Vignoli, y el intendente de Canelones, Marcos Carámbula. “Lo más significativo es que cerca de la mitad de las personas sorteadas son mujeres”, destacó Brenta en diálogo con Radio Uruguay. El jerarca reconoció que tanto el femenino como el juvenil son los sectores más golpeados por el desempleo, pero resaltó el hecho de que en la construcción, un rubro históricamente vedado, “ya hay 1.500 mujeres trabajando”.

El informe fue elaborado por Soledad Salvador y Gabriela Pedetti, integrantes del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo-Uruguay (Ciedur), a pedido del Departamento de Género del PIT-CNT y con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El material puede consultarse en la página web de Ciedur.

El mapa de género fue presentado a fines de abril en base a los datos de la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística de 2008; en esta oportunidad se actualizaron los datos de 2009 y los indicadores sobre negociación colectiva.

Las inequidades de género se acentúan en el interior del país y en áreas rurales. En 2009 el desempleo masculino se situó en 6% y el femenino, en 10%. La tasa de actividad masculina en el país es de 74%, mientras que la femenina es de 54%; en las áreas rurales la tasa de actividad masculina es de 78% y la femenina, de 46%; el mayor impacto se da en las mujeres que tienen entre 25 y 34 años.

Discriminando según quintil de ingresos, la tasa de actividad femenina es inferior en los quintiles más bajos. Se estima que esto sucede porque los estratos económicos altos tienen posibilidades de pagar por el cuidado de los hijos pequeños. El subempleo también es superior para las féminas. Por otra parte, las que están ocupadas trabajan menos horas semanales que los hombres y, ocupadas o no, siempre tienen mayores responsabilidades que ellos en el trabajo no remunerado.

¿Y por casa?

De los tres actores de negociación colectiva -Estado, empresarios y trabajadores-, la participación de hombres y mujeres sólo es equitativa en los representantes del Estado; incluso hay un predominio femenino (59%). La cifra cae abismalmente para los referentes empresariales (sólo 15% son mujeres) y de trabajadores (14% plantel femenino). Para evaluar esta brecha a nivel de los trabajadores se consultó la cantidad de mujeres delegadas en el Congreso del PIT-CNT de 2008, que fue alta, situándose por encima de 30%. Pero se vio que el porcentaje de participación femenina decae abruptamente si de cargos de decisión se trata: el secretariado ejecutivo de la gremial está compuesto por mujeres apenas en 12,5%, mientras que en la mesa representativa abarcan el 10%.

Por otra parte, el informe evaluó qué grupos y subgrupos de la negociación salarial han incorporado cláusulas que contemplan el marco legal que apunta a garantizar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres (leyes 16.045, 16.063 y CIT 103, relativas a igual remuneración, oportunidades, protección por maternidad, entre otras). Si bien estas normas abarcan a la totalidad de empresas, se sostiene que se tornan más visibles si son avaladas internamente. Los grupos que aún no las han incorporado son pesca, industria de la madera y actividades rurales. En el otro polo, se encontró que los grupos que incorporan cláusulas en la totalidad de sus subgrupos son hoteles y restaurantes; servicios profesionales y entidades gremiales y deportivas. Es decir, en varios sentidos, la discriminación de género es mayor para quienes viven o trabajan en el medio rural.