El informe recuerda que en 2010 la inflación tuvo un crecimiento de 6,9%, lo que implica que por segundo año consecutivo se ubicó dentro del rango meta establecido por el equipo económico, de entre 3% y 7% anual.

Ese cumplimiento es “una noticia positiva desde el punto de vista de la institucionalidad del régimen monetario, en el sentido de que solamente si las metas se respetan, cumplirán su objetivo de guiar las expectativas de los agentes”. Pero advierte que para 2011 las expectativas señalan que la inflación “se ubicará casi un punto porcentual por encima del techo del rango objetivo”, ya que la mediana de la Encuesta de Expectativas del Banco Central proyecta un incremento de precios de 6,85%, al tiempo que el rango objetivo se reduce a entre 4% y 6%.

Cinve detalla que ese comportamiento estaría explicado por “dos actores principales” que “no logran anclar las expectativas de los agentes”. En primer lugar, “la inflación tendencial (componente más permanente de la inflación) se encuentra actualmente en 7,7%, siendo amortiguada por el componente residual de la inflación (tarifas públicas y precios de mayor volatilidad)”. Agrega que si esta última no ayuda a bajar el índice global este año, es esperable que la inflación se incremente en lugar de evolucionar a la baja, como sería necesario para cumplir la meta. Este escenario es muy probable, ya que a raíz del incremento del precio del petróleo, posiblemente suban los combustibles, y a que, como consecuencia de las condiciones climáticas previstas, seguramente aumente el precio de los alimentos frescos.

En segundo lugar, detalla que si bien en 2009 y 2010 la inflación se ubicó dentro del rango, de los siete años en que se han dado a conocer metas de inflación, solamente se cumplieron en cuatro, por lo cual “los agentes no consideran la desviación de las metas como un escenario extraordinario sino como uno probable”. “Será necesario trabajar en la credibilidad de las metas de inflación si se pretende que las mismas operen guiando las expectativas, aunque dicha credibilidad probablemente sólo se consiga con varios años de cumplimiento de las metas”, añade.

Una buena y una mala

La inflación de 2010 presentó dos características que se espera persistan al menos durante la primera mitad de 2011. Por un lado, tuvo una evolución moderada y relativamente estable, fluctuando siempre entre 6% y 7,5%. En cierto sentido supone algo positivo, ya que no obstante las presiones inflacionarias internas de demanda y de algunos precios internacionales, “no se observa un proceso creciente en la inflación interna”. Sin embargo, esta característica también plantea un desafío, porque el objetivo para este año es colocar la inflación en entre 4% y 6%, es decir, dentro de “valores que hace más de un año no se registran en nuestro país”.

Del otro lado, registró un “significativo proceso de ajuste en los precios relativos, donde los precios de los bienes no transables han crecido persistentemente en relación a los transables”. “La fortaleza de la demanda interna, impulsando los precios no transables y la apreciación de la moneda nacional amortiguando el incremento de los transables, son los factores que determinaron dicha evolución”, sostiene.

Cinve estima que en 2011 la inflación tomará un cariz similar al del año pasado, cerrando con un crecimiento de 7,2% (1,2 puntos por encima del techo del rango objetivo) y prolongándose el encarecimiento relativo de los bienes no transables.

El análisis menciona la reunión del Comité de Política Monetaria (Copom) del 23 de diciembre, donde, “como era esperable”, se mantuvo la tasa de interés de referencia en 6,5%, lo que fue “una solución de compromiso entre los objetivos de controlar la inflación y evitar una apreciación significativa de la moneda nacional”. Se buscó “evitar un deterioro de la competitividad”.

Para Cinve, el mismo “dilema” se le planteará al Copom en su próxima reunión, cuando deberá optar entre mantener la tasa en su nivel actual o incrementarla. “La decisión final dependerá de lo que ocurra con la inflación y con la política monetaria a nivel internacional, y con el balance externo de la economía”, sostiene.

Si la inflación supera el 7% crece la probabilidad de que se aumente la tasa de referencia, escenario más factible si “algunos de nuestros principales socios comerciales comienzan a adoptar políticas monetarias más contractivas, flexibilizando el escenario de ‘guerra cambiaria’ que se planteó en la economía internacional en los últimos meses”, agrega. El reciente aumento de la tasa de referencia en Brasil y la previsión de nuevos ajustes tornan “más probable que se concrete un sesgo más contractivo en la política monetaria local”.

Si la inflación se mantiene relativamente estable y en el plano internacional los gobiernos siguen esforzándose por depreciar sus monedas, o bien si se percibe un importante deterioro del balance externo, “es posible que prime la opción de no realizar nuevos incrementos en la tasa de referencia, priorizando el objetivo competitividad al cumplimiento de las metas de inflación”.