Dosi es profesor de la Escuela de Estudios Avanzados Sant’Anna de Pisa, Italia, y se especializa en áreas de investigación que incluyen la economía de la innovación y el cambio tecnológico, organización y política industrial, y crecimiento y desarrollo. De visita en Uruguay, donde participó del Foro de Innovación de las Américas, el experto dedicó unos minutos a dialogar con la diaria, resumiendo su mirada sobre los principales aspectos de la crisis internacional y las perspectivas a futuro.

-¿Cómo analiza la actual crisis internacional?

-Pienso que estamos repitiendo la crisis del 29’, y repitiendo también todos los errores de esa crisis. Es una enorme crisis financiera que se transformó en una crisis en la economía real por la falta de demanda efectiva, que repercute en un sistema que muestra un patrón de crecimiento muy bajo o nulo. Para salir se precisarían políticas expansivas. El problema es la demanda efectiva, no la indisciplina financiera, no el déficit público y tampoco la inflación, que es bajísima y va a continuar siendo bajísima.

-¿El déficit público no es el problema?

-No, el déficit público es una consecuencia del bajo crecimiento. Con un crecimiento más alto el déficit público va a arreglarse. Hay países que sí tienen un problema de déficit público serio, como Italia. Italia va a conseguir pagar, con una política de austeridad y disciplina, al costo de no crecer por diez años. Mi idea, mucho más radical, es que Italia, España, Portugal deben hacer una reestructuración de deuda, una bancarrota controlada. Sé que es muy serio, porque una quiebra de Italia tendrá serias consecuencias para el sistema financiero internacional, pero al final va a ser muy buena porque va a cortar los cabellos del sistema financiero. ¿Quiénes van a perder? Los banqueros y los financistas, pero va a ser absolutamente inevitable. Italia podría ser el país que lance esa bomba atómica y genere ese cambio.

-¿Hay margen para aplicar las políticas expansivas que propone?

-Sí. Los alemanes podrían aplicarlas pero no lo hacen, y si países como España o Italia hacen bancarrota también tendrán margen, porque de momento no lo tienen por esa tasa de 5, 6, 7 puntos de sus PIB para pagar sus deudas. En Italia, (no pagar la deuda) sería (como) hacer un leve superávit primario, y no precisaríamos ir a un rescate internacional.

-El mundo teme que España e Italia requieran un rescate como sucedió con Grecia, Irlanda y Portugal, ya que se duda de la capacidad de la Unión Europea para rescatarlos, debido a sus tamaños. ¿Estos países van a terminar cayendo?

-Espero eso, porque produciría la bancarrota, única solución para retomar el crecimiento. La cuestión de Grecia es que no es una crisis griega sino una potencial crisis de los banqueros alemanes o franceses. Y las ayudas no son ayudas para el pueblo griego, sino a las bancas alemanas y francesas. Con España e Italia los efectos serán veinte veces más grandes, y si hacen bancarrota, también los norteamericanos necesitarán nacionalizar el sistema bancario.

-¿Y cómo golpearía esta situación al resto de Europa?

-Todos los países van a nacionalizar el sistema bancario. Eso no tiene nada de dramático: los suecos lo hicieron en los años 90’ y no va a ser caro hacerlo. Pero no salvar a los banqueros... es una diferencia muy grande: no hacer como (el presidente estadounidense Barack) Obama, que salvó a los bancos y a los banqueros, sino salvar el sistema bancario excluyendo a los banqueros y los financistas.

-¿En el fondo estamos frente a una crisis política?

-Sí, y es una crisis muy extraña, porque la reacción de un presidente democrático fue salvar a los más corrompidos banqueros-gángsters utilizando una parte significativa del paquete de rescate, y los banqueros, para agradecer que los salvara, financiaron al Tea Party contra él. Hay una crisis de liderazgo y de democracia. En Europa también hay una situación parecida porque (los gobiernos) no tienen el coraje para, primero, pensar y luego, organizar un consenso social para una salida a la crisis que no sea de lágrimas y sangre para la mayoría de la población.

-¿Puede haber un quiebre en el euro?

-No lo creo necesario. Pienso que se puede hacer una bancarrota y continuar con el euro. Es como si California estuviera en bancarrota: no sale del sistema del dólar.

-Pero Estados Unidos es una unión fiscal, no sólo monetaria…

-Sería bueno tener una política fiscal europea, ratificada por un Parlamento europeo, donde un presidente de la Unión Europea (UE) elegido por ese Parlamento tuviera poderes fiscales.

-¿Qué debe hacerse en materia de regulación financiera a nivel global?

-Regulaciones globales son muy difíciles de alcanzar, pero sería muy bueno. Es difícil porque precisa de una instancia reguladora aceptada por todos, que podría ser el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero perdió toda su credibilidad con su política loca y liberal del pasado. Las cosas más posibles que se podrían hacer más fácil son a nivel regional, y los EEUU o la UE pueden hacer muchas: la primera es retomar la separación entre actividades comerciales y actividades de inversión y especulación de los bancos. Deben ser separadas. En segundo lugar, es claro que deben ser regulados los “shadow banks”, las entidades que no son bancos pero que funcionan como tales, e incluso hacen más cosas que los bancos regulares, como transacciones o seguros. Debe ser regulado. Por otra parte se precisa introducir, recomenzar, una imposición directa alta, sobre todo a las rentas, incluidas especialmente las financieras. Otras medidas son impuestos pequeños sobre las transacciones de moneda a nivel internacional, y también sobre transacciones de acciones.

-¿Colapsó un modelo económico basado en el libre mercado y vamos hacia Estados con una mayor intervención y regulación en las economías?

-Eso se precisa, pero ojo que también puede ser un mundo aún peor, con un modelo en que los europeos destruyen el Estado de Bienestar, continúa el libre mercado, un alto nivel de desempleo, una terrible distribución de la renta. Ese escenario también es posible y en él es fácil pensar en una política más autoritaria. Creo que estamos ante una bifurcación.

-¿En este contexto económico de gran incertidumbre internacional, cómo evalúa a América Latina?

-América Latina retomó el crecimiento económico cuando acabó con el Consenso de Washington y toda esa porquería. Logró un crecimiento bastante grande y no sólo en materia de producción primaria sino también en la industria. Especialmente países como Brasil consiguieron un crecimiento industrial a pesar de una política macromonetaria totalmente loca, con tasas de interés a niveles muy altos. La industria creció con capitales propios o gracias al soporte que otorga el Banco de Desarrollo Económico y Social (Bndes), logrando financiarse por esa vía. Pienso que los países de América Latina pueden aprovechar esta coyuntura favorable porque tienen demanda de commodities y primarios, un mercado interno en expansión y pueden conseguir una reindustrialización. Es una ventana de oportunidades.

-¿Hacia dónde considera que deben orientarse la innovación, el cambio tecnológico y la política industrial?

-Un eslogan que sigo repitiendo es que se necesita un keynesianismo amigo de la innovación, “innovation friendly”, y amigo del medio ambiente, “environment friendly”. En ese sentido se deben establecer políticas en estas áreas, basadas en innovación tecnológica, especialmente en aquellas amigas del medioambiente.