"El proceso de unificación de Europa se ha vuelto incierto desde hace al menos un decenio" sostuvo el catedrático, para quien "la caída del Muro de Berlín y la caída de las Torres Gemelas, con el corolario de dos ataques terroristas -el de Madrid en 2004 y el de Londres en 2005- delimitan una especie de siglo brevísimo", que ha transformado las tendencias.

Pace habla de "sociedades con inéditas diversidades culturales y religiosas" para referirse al nuevo mapa europeo, donde además de una creciente presencia de religiones no católicas debido al arribo de inmigrantes, ha habido un resurgimiento de "etnonacionalismos y de nacionalismos religiosos". Respecto a estos dos movimientos explicó que "se han fundido, sobre todo, cuando en el imaginario colectivo de muchos europeos ha aparecido un nuevo enemigo que se llama islam".

En este contexto mencionó la proliferación de nuevos templos, hindúes, gurdwaras, sij y mezquitas, que forman parte del nuevo paisaje europeo junto a los tradicionales de las iglesias anglicana, católica y protestante.

Mapa religioso

"Las proyecciones demográficas indican para 2050 un crecimiento continuo de comunidades de personas con distintas orientaciones religiosas", dijo Pace, aunque puntualizó que la consistencia real de esa afirmación todavía es limitada y que escasean los datos demográficos certeros.

Comentó que se estima que la comunidad musulmana es una de las más extensas en Europa, con 15 millones de fieles, aunque en promedio no supera el 4% del total de la población. Habló de la presencia de segundas y terceras generaciones de cristianismo procedentes de África, Asia y América Latina (sobre todo en Bélgica, Holanda, Francia, Gran Bretaña y Alemania), las que a su entender introducen "un cambio radical del panorama sociorreligioso". En ese sentido, dijo que "seguir hablando de sociedad católica o protestante en Europa es cada vez más complicado".

"No es verdad que Europa va a devenir musulmana; va a devenir ortodoxa de las distintas iglesias autocéfalas", pronosticó, en alusión a la proliferación de iglesias ortodoxas.

Mapa político

Pace afirmó: “La política en Europa no ha sido capaz de responder de manera suficiente cómo es posible el desarrollo de un modelo hipercultural sostenible”. Reforzó su conclusión citando una investigación de 2005 según la cual dos tercios de la población europea “está convencida de que la sociedad multicultural ha alcanzado su límite, más allá del cual se vuelve insostenible”. Este panorama, indicó, tiene a muchos líderes preocupados por la proliferación de “grupos políticos que programáticamente están contra una sociedad que a sus ojos está perdiendo las propias raíces culturales religiosas a causa de una invasión de extranjeros”.

Pace denominó a esos partidos “neopopulistas xenófobos” -desde el público una docente insistía en que los llamara “fascistas”- y mencionó el Partido de la Libertad de Australia (con 17% de votantes), la Nueva Alianza Flamenca en Bélgica (9%), la Unión Ataque Nacional en Bulgaria (12%), el Partido Popular Danés en Dinamarca (15%), el Auténticos Finlandeses en Finlandia (5%), el Partido Nacionaldemócrata en Alemania (5%), la Liga Norte en Italia (10%), y sin dar nombres marcó la incidencia de estas corrientes en Gran Bretaña (2%), Holanda (17%) y Rumania (3%).

Pero la mixtura está presente de las más diversas formas. Pace, a modo de ejemplo, se refirió a las nuevas generaciones que son fruto de matrimonios mixtos “anglo-paquistaní”, “anglicano-musulmán”, “ítalo-sij-católico”.

Esto determina, añadió, “una inédita complejidad” en los sistemas sociales europeos, que se encuentran “relativamente preparados para soportar la consecuencia que la diversidad cultural religiosa tiene sobre el equilibrio de los propios sistemas”. Afirmó que los mayores desafíos de la diversidad están implicados en la resolución de tres cuestiones: “Pluralismo jurídico versus la ley igual para todos; pluralismo religioso versus una religión de mayoría; laicismo del Estado versus laicismo positivo, en el sentido que le dio el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, cuando mencionó el concepto en una reunión que mantuvo en 2008 con el papa Benedicto XVI.