Bárcena participó en una sesión extraordinaria del Comité de Representantes de Aladi, donde presentó los desafíos de América Latina en el marco de "la difícil coyuntura que enfrenta el mundo todo".

Reflexionó que la crisis económica internacional que comenzó en 2008 marca un quiebre respecto de un modelo de concentración de la riqueza, desregulación financiera y económica, que mostró "la ineficacia de la gobernabilidad global". Estimó que el mundo asiste a "un cambio estructural", que implica el ascenso en el escenario internacional de los países emergentes, lo que viene sucediendo desde hace 15 años. "No comenzó con la crisis", explicó.

Progre

Bárcena resaltó los avances registrados en la región en materia de políticas sociales, particularmente en reducción de la pobreza. Recordó que durante la década de los 80 la pobreza creció sustancialmente, y que durante los 90 se la atacó con medidas asistencialistas que reportaron magros resultados. Por ello, aplaudió las políticas que "no son sólo asistencialistas sino que buscan atacar las diferencias sociales". Explicó que estas medidas se concretaron "gracias a gobiernos progresistas", y mencionó particularmente los de Lula da Silva, en Brasil, y Michelle Bachelet, en Chile. "Tenemos una política social irreversible. Ésta difícilmente se puedan echar para atrás, sin importar el signo político que gobierne", celebró la ejecutiva, poniendo como ejemplo el caso actual de Sebastián Piñera en el segundo país citado. Sin embargo, recordó que la región tiene "la peor distribución de ingreso del mundo", y apuntó que el país más igualitario de América Latina, Uruguay, está ubicado en un nivel similar al del peor Estado de la región Asia-Pacífico, que es Filipinas.

Por otra parte, evaluó que las materias primas, cuyas ventas sostienen el pujante crecimiento económico de la región, están exhibiendo una gran volatilidad de precios en los mercados internacionales, pero matizó que esos valores "van a seguir siendo altos".

Recordó que muchos analistas pronostican una nueva recesión económica a escala global, y agregó que Grecia y otros países ya están atravesando por una fase de decrecimiento de sus respectivos niveles de actividad. "Por lo pronto, es seguro que va a haber una desaceleración muy fuerte del comercio", vaticinó.

Bárcena fundamentó que en 2008 el comercio fue el principal canal de impacto del proceso contractivo y no así el financiero, pero apuntó que también fue la principal vía de recuperación de la actividad debido al incremento del intercambio de bienes "sur-sur". Al respecto, destacó el fuerte dinamismo de Asia, pero también de África y América del Sur, en dicha expansión comercial.

Respecto de Europa, interpretó que el viejo mundo viene de afrontar su "década perdida", vislumbrando para la región un lento crecimiento y enormes desafíos relacionados a los elevados registros de déficit fiscal y deuda pública. Por su parte, Estados Unidos también enfrenta problemas similares y China tiene latente el riesgo inflacionario.

Lección aprendida

“En esta película, América Latina está aprendiendo del pasado”, evaluó después Bárcena, asegurando que luego de las sucesivas crisis que la región ha protagonizado, se encuentra en “un momento muy interesante de la política macroeconómica, con énfasis en la estabilidad”. Luego instó a los países de la región a “mejorar la productividad y la innovación” para cambiar sus modelos de crecimiento. Para ello, es necesario “reducir la brecha” en materia de infraestructura respecto del mundo desarrollado, y también respecto de Asia. “Si queremos cerrar las brechas de infraestructura en energía, en telecomunicaciones, en transporte, América Latina debería invertir 5% del Producto Interno Bruto (PIB) en los próximos años, y estamos invirtiendo menos de 2%”, advirtió Bárcena, contrastando el guarismo con el correspondiente a la región Asia-Pacífico, que invierte “casi 9%” en esos rubros. Asimismo, lamentó la baja inversión en innovación, que alcanza apenas a 0,6% del PIB regional. “Si queremos ser socios de Asia-Pacífico -y debemos [serlo]- necesitamos mirar muy bien estas brechas”, puntualizó. No obstante, resaltó algunas fortalezas macro que presenta esta región: menor inflación, estabilidad macroeconómica, elevado nivel de reservas, reducida deuda pública, bajo desempleo y gran dotación de recursos naturales.

Además, remarcó que la región logró sortear de mejor forma las recientes crisis económicas, y en tal sentido ejemplificó con el desempeño durante 2008, cuando se aplicaron políticas anticíclicas para mitigar los impactos del derrumbe mundial.

Sin embargo, recordó que lo más difícil ha sido manejar las fases de crecimiento económico: “América Latina ha sabido manejar mejor la contracción: las recorta, las maneja, las torea, pero lo que no hemos sabido manejar es la expansión”, comparó.

Luego alertó que la economía latinoamericana está “basada en ventajas comparativas” y no en un incremento sostenido de la productividad o la incorporación tecnológica. Y sumó como elementos negativos los crecientes grados de desigualdad y violencia que se constatan entre los países del área.

Bárcena criticó después el manejo fiscal general del subcontinente, y sobre el punto caracterizó: “Somos una región que recauda poco y mal”, debido a la vigencia de una “estructura regresiva del sistema tributario”. Acto seguido instó a “hacer como hizo Uruguay”, que procedió a aplicar una “reforma sistémica” de su régimen impositivo.

En cuanto al posible impacto de la fase actual de la crisis con epicentro en Europa, la funcionaria interpretó que la incertidumbre global ya “está siendo trasladada a los países emergentes”, que están verificando una “importante desaceleración” de sus niveles de actividad económica general.

Si bien señaló que el ingreso de capitales a la zona se está viendo seriamente afectado a la baja, auguró que “el gran canal de transmisión de la crisis” será el comercial, tal como ocurrió en 2008-2009. La región aún depende mucho de la demanda desde Europa y Estados Unidos y, al mismo tiempo, una caída de las exportaciones chinas hacia esos destinos también podría repercutir en una reducción de la demanda de productos regionales desde el mercado del gigante asiático. Al respecto, evaluó que todo dependerá de las respuestas que darán países clave como China, Alemania o Brasil a los desafíos de dinamización de los mercados internos. Para cubrirse mejor frente a estos riesgos los países latinoamericanos deben dar “un salto productivo para no depender de la coyuntura”.