El análisis surge de una investigación del Instituto de Economía (Iecon) de la Universidad de la República presentada en el seminario "Funcionamiento y desempeño de las empresas gestionadas por sus trabajadores en Uruguay", realizado ayer en la Dirección Nacional de Industria. Su objetivo es mejorar el conocimiento sobre las empresas gestionadas por sus trabajadores, para lo cual se encuestó a 200 cooperativas de producción y 172 empresas tradicionales.
Gabriel Burdín, uno de los autores y encargado de la presentación, destacó que en los últimos años creció el número de esas unidades económicas y se verificó un "cambio en la distribución de sectores". Se expandieron con más fuerza las vinculadas a "servicios y salud", mientras que decreció la participación de las cooperativas de transporte. El estudio concluye que las cooperativas registran una menor mortalidad y una mayor natalidad que las empresas tradicionales, lo que "rompe con un mito".
Destacó que en momentos de caída de demanda, las cooperativas ajustan los salarios, bajándolos directamente o reduciendo horas de trabajo, pero priorizan la defensa de los puestos de trabajo. Además, su estructura de remuneración es "más equitativa" que la tradicional. Las firmas autogestionadas también presentan "diferencias en la estructura ocupacional" respecto de aquéllas porque "tienen menos gerentes, administrativos y trabajadores no calificados", contando con más "técnicos". También disponen "menos puestos de supervisión".
Charla motivacional
Uno de los resultados que causaron sorpresa fue "la falta de motivación" constatada entre los cooperativistas, "uno de los problemas que más frecuentemente se presenta". Burdín adelantó que se seguirá estudiando este punto "bastante llamativo".
En materia de inversión "hay menos capital por trabajador" en las cooperativas que en las firmas capitalistas, es decir, menos inversión. Las cooperativas locales "parecen invertir más en mejorar condiciones laborales", pero en los rubros de inversión son similares a las otras. Y cuanto mayor es la edad de los miembros, la cooperativa invierte menos.
En materia de financiamiento enfrentan más restricciones que aquéllas por "insuficiencias de capital y de disponibilidad de garantías". En lo que refiere a la cooperación y sus encadenamientos productivos, sólo el 20% de las unidades coopera con otras y lo hacen casi exclusivamente en "intercambio de información: no en ventas, clientes ni contratación de servicios".
El investigador recomendó aplicar políticas guiadas por objetivos definidos, como promoción de las cooperativas en cuanto instrumento de inclusión social de sectores vulnerables, o bien como "modelo alternativo" de producción. Indicó que ambas opciones plantean conflictos por el uso de recursos, ya que la meta condiciona las políticas. Por ejemplo, la primera opción demanda el fomento de actividades con personal de baja calificación, pero la segunda requiere personal con calificación media y alta.
El estudio jerarquiza la segunda y recomienda identificar fortalezas, debilidades e instrumentos de política disponibles.
Nunca visto
El trabajo fue comentado por Olesker, quien destacó lo “insólito [de] que gobierno y academia discutan esto como parte de una política pública”, remarcando que era difícil imaginarlo “incluso en el primer gobierno de la izquierda”. Valoró que la investigación “desmitifica el pasillo popular” según el cual la mortalidad de las cooperativas es muy alta y éstas se concentran en algunos rubros. No obstante, lamentó su escasa cooperación, “muy marginal”, ya que “lo que importa es la cooperación en financiamiento, tecnología e inversión”. Olesker también mostró sorpresa por la “falta de motivación” constatada entre los trabajadores, dato que “es extraño” y “genera preocupación”. “Lo motivacional en una cooperativa es la clave”, recordó.
El jerarca refirió a “tres grandes escalones de autogestión”: el primero, de inclusión social; el segundo, de recuperación de empleo y mejora de la eficiencia a través de compras públicas; y el tercero, como “sistema de producción alternativo”. Pero recomendó la construcción de “una trayectoria” para que las unidades autogestionarias avancen desde el primer escalón a los siguientes.
Sobre las necesidades de financiamiento destacó la creación del Fondo de Desarrollo Social creado con parte de las utilidades del Banco República, mecanismo que representa “un cambio radical” no sólo en lo económico sino también “en lo conceptual”, y que refleja “una decisión política muy importante” del gobierno, no sólo para asignar créditos sino para asociar el financiamiento a la trayectoria.