Cargá el tanque
Además de la tercera mayor economía del globo, Japón es el tercer mayor consumidor de energía, y uno de los más prominentes compradores de petróleo. La suba más reciente de los precios del crudo está en curso y comenzó a producirse a inicios de año, cuando las convulsiones y levantamientos sociales en los países árabes se activaron en Túnez. Hasta entonces, los valores estaban estables con el barril del Brent (referencia de ANCAP) rondando los 90 dólares y el WTI de EEUU cotizando a entre 70 y 80; actualmente, éste se transa en torno a 100 dólares y aquél entre 115 y 120. Pero en estos días la capacidad ociosa de producción y suministro de los miembros de la Organización de Productores y Exportadores de Petróleo está considerablemente disminuida, en su nivel más bajo desde fines de 2008 debido a que el cártel está cubriendo con sus stocks la falta en el mercado del petróleo de Libia, donde la extracción es aproximadamente 65% más baja a causa del conflicto armado interno. En ese contexto, la Agencia Internacional de Energía (AIE) de Naciones Unidas explicó ayer que “las perturbaciones del suministro tienden a sentirse sólo unos pocos meses después, mientras que las perturbaciones de la demanda usualmente tienen un impacto alrededor de un año después”. El japonés Nobuo Tanaka, titular del organismo, dijo a Reuters que si los precios del crudo siguen superando los 100 dólares en el año, la recuperación global acusará un impacto negativo. Adelantó que la AIE está pronta para liberar sus reservas estratégicas de crudo si es necesario, tras el terremoto y el tsunami en su país. Pero el agravamiento de las explosiones nucleares reactivó la aversión al riesgo en los mercados financieros y ayer el Brent cotizó debajo de 108 dólares por primera vez en tres semanas. Y mientras la AIE adelantaba una leve reducción de su previsión de demanda de crudo para el año en 10.000 barriles diarios, hasta 1.440.000 barriles, el crudo WTI cayó hasta cuatro dólares, a menos de 98 unidades.
La interrupción prevista del suministro de piezas de vehículos de diferentes marcas y modelos a otros países producirá un efecto negativo sobre la industria mundial de automóviles, una de las primeras consecuencias económicas a gran escala que se vislumbran a causa del terremoto y posterior tsunami que asolaron al archipiélago asiático a fines de la semana pasada.
Esta proyección, realizada por expertos de la consultora IHS Automotive consultados por la revista de finanzas y fortunas Forbes, fue citada por la agencia rusa de noticias Ria Novosti, que consignó la decisión corporativa de las compañías Toyota, Nissan, Honda, Subaru y Mitsubishi Motors de paralizar la operativa de sus factorías en suelo japonés. Japón es el principal exportador mundial de piezas y partes de automóviles, lo que no podrá menos que afectar la logística del rubro en todo el planeta, señalaron los expertos. Por lo tanto, los mercados de Estados Unidos (EEUU), Europa y América del Sur muy probablemente padecerán en breve una escasez de repuestos para los vehículos de aquellas marcas, siendo algunas de ellas de las más vendidas en varios países occidentales. Los analistas del mercado aclararon que este aspecto supone apenas una evaluación intermedia de las consecuencias de la catástrofe sobre esa industria clave, una de las locomotoras del crecimiento económico de posguerra en el campo capitalista.
Las fábricas de Toyota en suelo nacional son el 45% del total físico de la compañía, y como su operativa fue suspendida por el gobierno, la marca reducirá el volumen físico de su producción en hasta 40.000 unidades; Nissan cerró fábricas en el país hasta el miércoles y otras hasta el viernes, y anunció una posible demora en suministro a EEUU de los modelos Infiniti, Nissan GTR y 370Z; Subaru también tiene su producción parada pero quiere reanudarla lo antes posible, mientras que Honda suspendió hasta el 20 de marzo como mínimo y Suzuki hasta el 17; Mazda también interrumpió sus actividades pese a que sus plantas en el sur resultaron intactas; Mitsubishi cerró las suyas para coordinar el trabajo con los distribuidores de las zonas afectadas.
Uno a uno
Uno de los otros polos mundiales de la industria automovilística es Europa, cuyo centro político de la Eurozona comunitaria fue la ficha siguiente en caer tras EEUU, cuando se descalabró el dominó financiero alimentado por la cadena de títulos hipotecarios subprime, convertidos por un pase de magia en papeles de deuda corrientes y transables en el mercado. En virtud de la lógica comercial de los mercados financieros, aquellos papeles redenominados alcanzaron precios exorbitantes y principalmente alejados del valor de la operación real que les había dado origen, a saber, la adquisición a largo plazo de una unidad de vivienda familiar. El mercado inmobliario europeo se derrumbó a su turno ya que los bancos de inversión, compañías aseguradoras y reaseguradoras que experimentaron el derrumbe de su castillo de naipes contable también solventaban gran parte del mercado europeo del “ladrillo”; el desplome de este sector fue particularmente dramático en España, país donde además la actividad es financiada parcialmente por “nuevos” capitales procedentes de Europa oriental y central. De hecho, la caída del sector fue el primer movimiento del mercado posterior al del EEUU en la dirección de la crisis global, y ahora, un golpe mortal de la naturaleza contra las existencias, infraestructuras y capacidad de producción de riqueza de la tercera economía mundial agrega problemas y presión a las economías centrales, y seguramente a aquellas que dependen comercialmente del intercambio con Japón. En este sentido, el presidente del Eurogrupo y primer ministro de Luxemburgo, Jean Claude Juncker, declaró que la nueva calamidad puede activar consecuencias negativas para las economías de los países de la Eurozona. “Seguiremos el desarrollo de la situación en los próximos días y semanas para valorar las consecuencias que puede tener para nuestras economías”, dijo Juncker a la prensa en Bruselas, donde se reunieron los 17 ministros de Hacienda del grupo monetario. Precisó que aún no es tiempo de establecer valoraciones concretas sobre las consecuencias económicas que dejará la catástrofe en buena parte del mundo; el Eurogrupo apoyó las medidas de estabilización adoptadas por el Banco del Japón, que prometió poner a disposición del mercado en los próximos días 18 billones de yenes (219.900 millones de dólares tomando cada billón como mil millones), suma récord en la historia de la entidad financiera del Estado.
Incendios forestales
Mientras tanto, los mercados responden a los hechos con su lógica primaria. La cotización del cobre cayó ayer al mínimo en tres meses luego de las primeras explosiones de reactores nucleares en la central de Fukushima, tras las cuales también se sucedieron operaciones bursátiles para sacarse de encima inversiones en activos percibidos súbitamente como riesgosos. La agencia británica de noticias Reuters informó que la corriente central de inversores corrió hacia la compra de Bonos del Tesoro de EEUU; cabe recordar que esto mismo ocurrió entre la segunda mitad de 2008 y la primera de 2009, cuando la crisis se extendió desde EEUU hacia todo el orbe; ahora, el temor a una megacatástrofe ecológica mundial retrajo todas las tendencias.
La Bolsa de Metales de Londres cerró su operativa de la víspera con la tonelada de cobre cotizando a 9.118 dólares, rápidamente por debajo de los 9.195 del lunes, lo que ocurre cuando este metal, además del oro y todas las materias primas, experimenta un ciclo alcista de precios; en el día, el cobre llegó incluso a bajar hasta los 8.950 dólares, valor más bajo desde el 16 de diciembre, habiéndose registrado su récord al alza el mes pasado: 10.190 dólares. “Las últimas noticias sobre fugas de radiación en Japón son muy preocupantes y los mercados detestan preocuparse. Detestan la geopolítica, los terremotos, los tsunamis y ahora se trata de otro nivel de incertidumbre”, explicó el analista Robin Bhar, del banco Crèdit Agricole; debe considerarse que esta catástrofe ambiental se suma a las convulsiones sociales y políticas en el mundo árabe, que ya generaron fuertes incertidumbres en cuanto a cómo evolucionará la economía. Ayer, la tonelada de estaño retrocedió casi 7% a un mínimo de 27.800 dólares y cerró en 28.600; el aluminio no fue transado al cierre pero cotizó en torno a 2.510 dólares, frente a 2.555 del lunes; el zinc terminó en 2.282 dólares frente a 2.330 del día anterior; el plomo se negoció en 2.505 dólares contra 2.520 dólares en la sesión previa; el níquel se transó en 24.705 dólares contra 25.850 de la jornada precedente; el oro al contado bajó hasta 3% al cotizar a 1.380,90 dólares la onza y hacia las 15.00 de Greenwich operaba a 1.399,70, respecto de los 1.426,65 dólares del cierre del día anterior en Nueva York; la onza para los futuros del oro estadounidense perdía 24,60 hasta 1.400,30 dólares.
Asimismo, las caídas de la víspera incluyeron a los índices bursátiles que cotizan en Wall Street, las bolsas latinoamericanas y el barril de petróleo, tal vez el único efecto positivo que el desastre natural deja en lo inmediato (ver nota vinculada).