Luego de la eclosión de la crisis internacional muchos analistas se han referido al crecimiento económico en relación a dos velocidades, con los países desarrollados expandiéndose lenta y tortuosamente y con los emergentes, a ritmo de tren bala (ver la diaria del 29/03/11). Por esa misma condición, los problemas y vulnerabilidades que deben enfrentar los países son sumamente diversos.
El mundo industrializado, aún con dificultades financieras y en el mercado laboral, debe apuntalar su incipiente recuperación mediante políticas expansivas, mientras que las naciones en desarrollo deben evitar un sobrecalentamiento y apelan a medidas contractivas. Así, se ha hablado en reiteradas oportunidades de cómo el combate a la inflación se convirtió en una prioridad para las economías de Asia y América Latina, entre ellas la de Uruguay.
Sin embargo, cada vez cobra mayor fuerza entre los países desarrollados la necesidad de evitar presiones inflacionarias que sumen una vulnerabilidad adicional a sus todavía complicadas economías. De esa forma, se especula con una posible contracción de sus políticas monetarias tanto en Europa como en Estados Unidos (EEUU).
Igualmente, las posturas están lejos de ser unánimes en ese sentido, y todavía hay quienes entienden que es muy temprano para retirar los estímulos fiscales y monetarios, que se aplicaron (y aplican) para salir de la crisis financiera global estimulando la actividad con inyecciones de liquidez.
En el viejo continente, los temores por un brote inflacionario hacen que las autoridades del BCE estén evaluando un aumento en la tasa de interés de referencia. El presidente de la entidad, el francés Jean Claude Trichet, declaró recientemente que es probable que se eleve la tasa de la política monetaria en un cuarto de punto porcentual (0,25%), debido a que la inflación está “persistentemente” por encima de la meta oficial del banco.
Lo mismo sucede en EEUU, donde el alza registrada en los precios de los combustibles, sumada a los problemas internacionales de oferta de materias primas como el trigo, con la que productores claves como Rusia han tenido problemas de cosecha, provocó una marcada baja en marzo del índice de confianza del consumidor. “Las expectativas inflacionarias de los consumidores aumentaron de manera considerable en marzo, en contraste con las de sus ingresos, una combinación que posiblemente repercutirá en la decisión del gasto”, dijo en un comunicado Lynn Franco, directora del Centro de Investigación del Consumidor del Conference Board. Pese a ello, la inflación subyacente (que excluye los precios de alimentos y energía) se ubica en 1,1%, cifra menor a la meta informal de la Fed, de 2%.
Que sí, que no
En la principal economía mundial, la Fed se debate internamente sobre el mejor camino a tomar. Ayer, Eric Rosengren, presidente de la Fed de Boston, aseguró que con la inflación subyacente aún en un bajo nivel, no es el momento adecuado para endurecer la política monetaria. De acuerdo a lo informado por la agencia británica de noticias Reuters, Rosengren reconoció como probable que la economía estadounidense crezca en el primer trimestre a un ritmo similar al 3,1% registrado en el cuarto trimestre de 2010, pero advirtió que esa expansión no será suficientemente fuerte como para bajar rápidamente la tasa de desempleo. La falta de trabajo en EEUU se ubica actualmente en 8,9%. “La tercamente alta tasa de desempleo es un impedimento real”, aseguró el funcionario. Rosengren, uno de los miembros más moderados de la Fed, no tiene derecho a voto este año en el Comité de Mercado Abierto de la Fed, que fija la política monetaria.
No obstante, el presidente de la Fed de St. Louis, James Bullard, aseguró que las autoridades monetarias norteamericanas podrían “no estar dispuestas, ni ser capaces, de esperar a que todas las incertidumbres globales sean resueltas para comenzar a normalizar su política monetaria”. Estas incertidumbres incluyen las tensiones políticas en Medio Oriente y en el norte de África, las consecuencias del terremoto y el tsunami en Japón, la crisis de deuda soberana en Europa, la situación fiscal estadounidense y la posibilidad de que Washington se quede sin recursos, dijo Bullard, quien tampoco tiene derecho a voto este año. Sin embargo, matizó que “el proceso de normalizar la política, incluso una vez que comienza, todavía dejará una política expansiva sin precedentes sobre la mesa”. Explicó que las perspectivas de crecimiento de su país habían mejorado desde mediados del año pasado, y que una economía que mejora 18 meses después de una recesión es “fuertemente positiva”. Añadió que la política monetaria no podía mantenerse ultraexpansiva indefinidamente, y que “la discusión de la normalización de la política estadounidense probablemente será el tema clave de 2011”.
El funcionario fue más allá y aseguró que la Fed debería considerar la reducción de su programa de compras de bonos por 600.000 millones de dólares dados los sólidos datos de la economía, pero esa propuesta fue rechazada por otros miembros de la Fed que consideran vigente la necesidad de apoyo al programa. Está previsto que éste finalice en junio.