Recién llegado de España, Soler recibió a la diaria en el hall del hotel Sheraton, donde comentó que éste es el cuarto año en que se entregan certificaciones internacionales de asesoramiento financiero en Uruguay por parte de la EFPA. Esta asociación fue creada en el 2000 como una iniciativa de autorregulación en los servicios financieros.

Por buen camino

-¿Cómo evalúa la situación de Uruguay en materia de asesoramiento financiero? -De forma bastante positiva por varias cosas. Muchas entidades financieras en Uruguay están trabajando arduamente para mejorar la capacitación de sus profesionales desde hace años, y esto es algo que en otros países no sucede de una forma tan potente. Además, el Banco Central del Uruguay se planteó hace años que tenía que proteger al cliente final, y promulgó una serie de normas que han llevado a que ahora se exija una determinada calificación a la gente que asesora financieramente. También hay programas educativos y capacitaciones, como los certificados que entregamos. En resumen, en Uruguay las cosas se están haciendo bastante bien, y mucho mejor que en otros países.

-¿Qué desafíos le quedan al país? -Avanzar en la misma dirección.

-¿Qué implica eso? -Que la cultura financiera sea cada vez más transparente, avanzar más en la protección al cliente que existe, profundizarla más, y exigirle a las instituciones financieras que sigan haciendo lo que están haciendo pero con más intensidad. Creo que sólo es decir: “sigan e intensifiquen lo que están haciendo y vigilen que la práctica se esté dando bajo parámetros correctos”. Porque una cosa es lo que se dicta, y otra cómo se practica. Regulación y control.

Ayer por la tarde, Soler entregó las certificaciones a una veintena de profesionales vinculados con la banca local, y presentó el informe Ideal Advine elaborado por la consultora PricewaterhouseCoopers y el grupo bancario Caceis, donde se analiza la situación de Europa.

-¿Cuáles son los principales contenidos del informe?

-Principalmente afirma que cualquier país debe ir hacia una mayor transparencia cuando se dan consejos financieros. Debe haber menos conflictos de interés, lo que quiere decir que cada vez más el asesor ha de actuar en forma independiente, en forma más autónoma, para recomendar a cada cliente y a cada persona el producto o los productos financieros que más le convienen a su situación personal, a su horizonte temporal, a su nivel de riesgo. Otra recomendación del informe es que haya una mejora en la capacitación profesional de los asesores financieros, avanzar más en eso a nivel de profesionales –por ejemplo, con los certificados que hoy entregamos- pero también avanzar hacia un crecimiento de la cultura financiera de la clientela y de la población en general.

-Teniendo en cuenta esas recomendaciones ¿Cuáles son las claves para brindar un asesoramiento financiero de calidad?

-Profesionalidad, actuar en interés del cliente, en la personalización del servicio. Cada persona necesita un servicio y un consejo personalizado. Por eso lo primero es conocer al cliente, y una vez que se le conoce, adaptar las recomendaciones a sus necesidades y no darle más riesgos de los que pueda asumir, o productos con horizontes temporales demasiado largos o demasiados cortos. Y por supuesto, diversificación.

-¿Cómo evalúa la situación general de Europa en la materia?

-En Europa en general nos regimos por una normativa general de la Unión Europea que se promulgó hace siete u ocho años, y en esta directiva (de la EFPA) por primera vez el asesoramiento financiero ocupa un lugar de servicio central y regulado, y se considera en toda su entidad. A partir de esta directiva las legislaciones nacionales han ido poco a poco adaptándose para dar cobijo legal al asesoramiento, protegiendo, diciendo lo que se debe hacer. Ahora, por ejemplo, todos los países de Europa están haciendo la adecuación del producto al cliente, un test de idoneidad, pero esto no ha sido suficiente, y en muchos países se está legislando de manera más compleja para seguir avanzando.

-¿Por ejemplo?

-El ejemplo máximo es el Reino Unido, en el cual a partir del 31 de diciembre del 2012 todos los que tengan un trato con el cliente deberá estar certificados y decir qué tipo de vinculación tienen con las entidades, con los que hacen productos, explicando muy claramente las comisiones que les cobran. El Reino Unido marcará la pauta en Europa.

-¿Y en España?

-En España se han creado unas figuras de asesoramiento independiente, pero se han olvidado de todo el resto de los asesoramientos: los que se dan en bancos, en cajas de ahorro, en entidades de inversión. [Éstos] no tienen ningún tipo de regulación, cualquier persona puede brindar servicios financieros sin tener una calificación especial. Por eso diría que en España vamos a la cola en la creación de este marco que proteja al cliente pero que además genere un auténtico mercado profesional del asesoramiento financiero. Nos tenemos que dar cuenta de que avanzar hacia eso va a generar un mayor mercado; que los clientes conozcan esto, que sea más transparente, va a generar más actividad, así que no es en contra de las entidades y a favor del cliente, sino a favor de todos.

-¿Qué papel tuvieron los malos asesoramientos financieros en la crisis internacional?

-No es que la hayan generado, pero estuvieron muy vinculados. De alguna manera lo que vivíamos [antes de la crisis], la situación de desregulación en algunos ámbitos, generó por ejemplo que se elaboraran algunos productos muy complejos, demasiado, poco estructurados y muy poco adecuados para el inversor final. La consecuencia fue que se terminó dando una mala recomendación al cliente final. No está en el origen [de la crisis] pero sí es una consecuencia, y eso se ve claramente en que durante los últimos años haya crecido tanto la desconfianza de los clientes, la no satisfacción con el servicio.

-¿Qué rol deben jugar los gobiernos en materia de regulación?

-Se debe procurar que haya una buena autorregulación generada por los propios agentes del mercado, la existencia de sistemas de autorregulación que digan que “aquí no entra nadie que no esté calificado”, que estén sujetos a un código ético. La autorregulación sería muy conveniente.

-¿Y si no existe?

-Si no existe se pueden establecer criterios de regulación. La salud financiera de la gente es muy importante, quizá no tan importante como la salud física, pero casi, casi. Entonces, se ha de procurar que así como los diagnósticos y recetas sólo deben ser proporcionados por médicos calificados, a nivel financiero sólo actúen asesores calificados. Esto redunda en el mejor interés del paciente, o del cliente en el caso del asesoramiento financiero, entre otras cosas para que no se automedique, no se autodiagnostique. Y todo eso se debe hacer con transparencia, con los mismos criterios que se aplican para regular la práctica médica.