Aunque las preocupadas miradas del mercado internacional están puestas sobre Grecia -que debate en su Parlamento un severo plan de austeridad- la situación de España no es mucho mejor y actualmente enfrenta graves problemas derivados de la crisis internacional. El país ibérico fue uno de los más golpeados por la explosión de la burbuja hipotecaria estadounidense, que desnudó una realidad propia muy similar a la que enfrentaba la principal economía mundial.

Mi querido viejo

El Parlamento español respaldó ayer por un estrecho margen la reforma del sistema de pensiones, que prevé un retraso progresivo de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años. El texto pasa ahora al Senado, donde podría ser ratificado o devuelto a la cámara baja para el debate de nuevas enmiendas. Hasta ahora, los españoles pueden jubilarse a los 65 años con una paga completa si cotizaban 35 años al sistema de seguridad social, mientras que con la nueva norma tendrán que retirarse a los 67 años y haber computado 37 años de trabajo. Como excepción, las personas que sumen 38,5 años trabajados seguirán retirándose a los 65 con la jubilación completa.

Un artículo del diario digital Xornal de Galicia detalla que según datos del Ministerio de Fomento (antes de Vivienda), entre 2001 y 2008 se iniciaron en España casi cuatro millones de nuevas viviendas (3.978.475). Sin embargo, en 2008 ese crecimiento expansivo se frenó a raíz de la crisis y la edificación de viviendas nuevas cayó 55%, lo que terminó extendiéndose a otros sectores de la actividad.

Previo al "crack de 2008" la gente compraba viviendas gracias a las facilidades de crédito que otorgaban los bancos, que, a su vez, también eran "el oxígeno de la construcción", ya que se encargaban de financiar la edificación de nuevas viviendas. En 2006 los créditos concedidos a actividades industriales (extractivas, químicas, metalúrgicas o energéticas) ascendieron a 119.488 millones de euros, mientras que sólo a la construcción se destinaron 134.317 millones de euros.

Con la crisis quedó en la cuerda floja y ahora forma parte del grupo de países con altas deudas y elevados déficits fiscales, calificados despectivamente por su sigla en inglés como "PIIGS" ("pig" significa cerdo), integrado, además, por Portugal, Irlanda, Italia y Grecia. Salvo Italia y España, las otras economías ya debieron solicitar rescates financieros a la Unión Europea, y se especula con un nuevo salvataje a Grecia.

En este contexto, la ministra española de Economía, Elena Salgado, dijo ayer que "Italia y España en estos momentos" son los "dos países que más están sufriendo" la tensión generada por la situación en Grecia. No obstante, matizó, "España se sigue financiando muy bien. Cada vez que hacemos una emisión no tenemos ningún problema en colocar esta emisión: siempre hay cuatro veces más peticiones para prestarnos dinero que el dinero que solicitamos". De ahí el adelanto de Salgado: "No estamos, ni vamos a estar, al borde de ningún rescate", porque la economía española tiene "fundamentos sólidos".

Objetivo Empleo

Pero las dificultades españolas no sólo se encuentran en el sector financiero. La crisis en el país ha tenido un fuerte impacto sobre el mercado laboral, que registra un nivel de desempleo que supera el 20%. El estudio denominado “España: Empleos de calidad para una nueva economía”, realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), resalta que la economía española “está comenzando a mostrar señales de una lenta recuperación”, que es “impulsada sobre todo por las exportaciones, que han experimentado un incremento anual de más de 15%, en particular en lo que se refiere a los productos de alto valor agregado”. “Al mismo tiempo, la creación de empleo en sectores con alto potencial de crecimiento comenzó a contrarrestar la continua pérdida de puestos de trabajo en otros sectores como la construcción”, añade la OIT.

Sin embargo, advierte que la situación del empleo “permanece sumamente crítica”, describiendo que cerca de tres millones de empleos se perdieron después del máximo alcanzado en el primer trimestre de 2008, lo que llevó la tasa de desempleo a incrementarse en más de 13 puntos porcentuales hasta alcanzar el 21,3% en el primer trimestre de 2011, la más alta entre las economías avanzadas. Además, el desempleo de los jóvenes (entre 15 y 24 años) aumentó más de 24 puntos, superando el 45%, una de las tasas más altas del mundo.

En ese escenario, se debe “realizar una transformación estructural dirigida hacia una nueva economía, más equilibrada, y al mismo tiempo hacer frente a la situación deteriorada del empleo”, lo que se puede lograr mediante “un sistema financiero sólido, que dé prioridad a las inversiones productivas, en lugar de incentivar la burbuja inmobiliaria o de premiar beneficios a corto plazo”.

Por otro lado, insta a “facilitar la creación de empresas y las inversiones en especial en sectores que tienen un potencial de crecimiento significativo, incluyendo el apoyo a la internacionalización de la industria y servicios (...), y el desarrollo de energías renovables”. Asimismo, se debe “luchar contra el fracaso escolar y potenciar las calificaciones en sintonía con las actividades económicas emergentes”.

También recomienda “evitar una espiral de reducciones de salarios reales, que deprimiría aún más la economía y frenaría la transformación estructural”, y sugiere aplicar “un plan de choque para que a todo joven que no esté estudiando se le ofrezca alguna forma de 'garantía de actividad', es decir una oportunidad de trabajar, de formarse o de participar en alguna medida de activación”.

Por último, subraya que “si están bien diseñadas, estas políticas tienen un coste presupuestario bajo”, y promoverán el crecimiento económico y laboral, reduciendo las tensiones sociales. No obstante, advierte que “las medidas de austeridad mal concebidas, (...) podrían empeorar un mercado laboral ya débil”.