La citada empresa elevó la nota de la deuda soberana uruguaya desde un nivel de BB a BB+, lo que implica que el país quedó a un solo escalón del investment grade o grado de inversión. Además, fijó la perspectiva de la calificación en “estable”, a diferencia de la anterior que era "positiva". Es la segunda agencia que coloca en ese nivel a la deuda uruguaya, ya que en diciembre de 2010 Moody’s había sido la primera en situar a Uruguay a sólo un paso de dicha calificación, que sostuvo desde 1997 hasta 2002. Otras agencias que analizan la perspectiva de la deuda local, como DBRS, R&I y Standard & Poors, ubican a Uruguay en un nivel de BB, dos peldaños debajo del grado inversor. Cabe destacar que la suba de la nota llega en un momento de gran incertidumbre a nivel internacional, y cuando esas empresas recortaron la nota de varios países europeos, como Grecia, Irlanda y Portugal, o amenazan con hacerlo por las vulnerabilidades que enfrentan, como en el caso de Estados Unidos.

Cuaderno de quejas

El papel que juegan las agencias calificadoras en la economía ha sido duramente cuestionado, principalmente a partir de la crisis global de 2008, con el ministro de Economía, Fernando Lorenzo, contándose entre sus más duros críticos locales. En este punto, Arispe dijo sobre las valoraciones de Fitch: “Tratan de presentar los fundamentos que vemos en la economía a través de los ciclos”, enmarcó, precisando después: “Creemos que las valoraciones de las calificadoras no están en sintonía con el mercado porque a veces éste se ve influenciado por indicadores coyunturales, y nosotros tratamos de ir más allá de indicadores puntuales y ver la fortaleza crediticia”. Y defendió a la agencia en base a una de sus metas: “Ser coherentes con una metodología que está a disposición del público: todos los números se pueden ver, y basados en eso es que hacemos nuestras valoraciones”. Lorenzo ha fustigado varias veces a las calificadoras por no establecer límites específicos para la recuperación del grado inversor, señalando que no se mide a todos los países con la misma vara. Al respecto, Arispe sostuvo: “Es difícil hablar de objetivos cuantitativos porque cuando hacemos una valoración de crédito no comparamos al Uruguay 2011 versus 2005, sino que nos basamos en categorías, y éstas están compuestas por países cuyas variables cambian permanentemente”. De ahí que “establecer parámetros fijos no es lo que nosotros reflejamos”.

Buenas noticias

El analista de Fitch para Uruguay, Erich Arispe, dijo a la diaria desde Nueva York sobre la mejora de la nota: “Refleja nuestra visión de que los fundamentos de la economía uruguaya se han fortalecido, tanto el marco de la política económica como la mayor credibilidad de la política monetaria, flexibilidad del tipo de cambio y una responsabilidad relativa del lado fiscal”. Al mismo tiempo, subrayó la magnitud de que el país haya registrado “importantes niveles de crecimiento” del Producto Interno Bruto (PIB) y de la inversión extranjera directa. “Eso ha ayudado a la reducción de la deuda en términos del PIB a niveles que ahora son comparables con países con una calificación similar, mientras que antes Uruguay estaba bastante por encima de éstos”, evaluó. Arispe resaltó que “no sólo hubo una mejora en el nivel de deuda sino en la composición de la misma”, con una prevalencia de moneda local y un “aumento del colchón de liquidez externa”. “Claramente eso aumenta la resistencia de la economía a choques externos”, destacó. Respecto de la política fiscal, explicó que la situación del país es “mucho más conservadora” comparada con la de otros, pero “si se lo pone en contexto de la circunstancia económica del Uruguay vemos que todavía se está generando déficit, cuando las cosas dan para ser un poquito más ambiciosos con los objetivos fiscales”. Recomendó que “generando ahorro en las épocas buenas, se tiene más capacidad de estimular la economía y de aplicar una política contracíclica efectiva sin subir los niveles de deuda”. Y para recuperar el investment grade se debe “mantener un buen ritmo de crecimiento en comparación con la media histórica”, así como “mejorar la estabilidad de precios”. “Si uno ve la categoría de [países con] grado de inversión, los niveles de inflación y estabilidad macroeconómica son mejores que en Uruguay”, agregó. Asimismo, sugirió seguir reduciendo la deuda pública hasta niveles “comparables al grado de inversión”, ya que el país aún está por encima de los que tienen esa calificación, y mejorar su composición: “Se han dado avances impresionantes en los últimos años […] pero se debe seguir trabajando en ese aspecto”. También ponderó el objetivo de aumentar la liquidez externa -acumular activos de reserva-, meta que “han reconocido las autoridades […] para enfrentar dificultades”. Arispe apuntó que se vive “un ambiente incierto” en el escenario internacional, pero “la buena noticia para Uruguay es que no se ve contagiada de esa incertidumbre que está focalizada en otra región del mundo”. “Obviamente hay que ser cuidadoso con esto porque los niveles o indicadores del mercado tienden a ser muy volátiles”, reconoció.

Es lo que hay, valor

Consultado por la diaria, el ex presidente del Banco Central, Juan Carlos Protasi, valoró que el aumento de la calificación “es muy importante, porque el país va a poder acceder a fondos con tasas de interés menores, lo que va a ser muy beneficioso al implicar menores costos de financiamiento”. “En realidad, ya se tendría que haber logrado” la obtención de la “codiciada” nota, explicó, porque los mercados están pagando por la tenencia de deuda uruguaya precios idénticos a los que pagan por bonos emitidos por países que ya la tienen.

La novedad “es importante para el arribo de inversión extranjera, no tanto a nivel de individuos, pero sí en el caso de fondos de inversión: quienes gerencian esos fondos tienen que contar con una referencia crediticia” y, “mal o bien”, las calificadoras son “lo que hay” en ese sentido.

Protasi celebró que se aprecia “cierta tranquilidad fiscal”, aunque no está de acuerdo con el anuncio del ministro de Economía, Fernando Lorenzo, de establecer “un aumento de la meta de déficit público, ni con la de inflación”. “Eso no es bueno: muestra una inconsistencia entre la política fiscal y monetaria, como dos trenes que van en la misma vía pero en sentido contrario”. Enfatizó que un objetivo central de política económica deber ser la generación de “un superávit fiscal” durante el actual ciclo económico positivo.

Por su parte, su colega Ramón Pampín, de la consultora PricewaterhouseCoopers, comentó a este medio que la noticia “es importante”, aunque mejor aún “sería llegar al grado inversor”. “Si bien esto ya lo avala el mercado, obtener el grado inversor sería importante” en virtud de que “da una señal de valor país […] y esta ‘insignia’ también permite acceder a fondos [a los] que con grado especulación no podríamos acceder”.

Sobre la situación del mercado, analizó que “Uruguay ha sido muy exitoso en las colocaciones [de deuda]. Esto se nota en que se han realizado a tasas muy atractivas y, en muchos casos, han tenido una demanda importante”, y añadió que, “en ambos casos, ésto demuestra cómo los inversores valoran la deuda soberana uruguaya”. Indicó que para obtener el grado inversor el gobierno debe mantener “los mismos objetivos que se persiguen para consolidar la economía uruguaya”, aunque atendiendo a los criterios que marcan las calificadoras. En ese sentido, entiende que debería priorizarse una posición fiscal sólida así como una administración de la deuda orientada a la reducción de su tamaño con relación al PIB y la mejora de su perfil, tornándola “menos vulnerable” vía menor dolarización y conveniente estructura de vencimientos. Advirtió que “los procesos de desdolarización no son rápidos ni sencillos y necesitan generar confianza en la moneda, lo que implica la necesidad de tener una economía sana en cuanto a inflación, a su posición fiscal, entre otras características”.