-¿Qué se entiende por humanización del nacimiento?
-Es una actitud basada en la restitución del protagonismo de la mujer en el parto. Es una síntesis de dos paradigmas antiguos: el naturalista, que deja actuar a la naturaleza, y el intervencionista contemporáneo, que incluye las cirugías, los fórceps y las episiotomías, entre otras cosas. Este último es un paradigma del siglo XX, ahora tenemos que producir otro, que es el humanista, que toma las enseñanzas de la naturaleza, valoriza la fisiología del parto, pero tiene la herramienta de la tecnología para ayudar en los casos en los que el parto se aleja de la fisiología y se acerca a la patología.
-Esta idea de un nuevo paradigma ¿puede ser aplicado a la medicina en general?
-Es una idea general. Por ejemplo, en Brasil hay un programa nacional del gobierno que se llama Humanización del Sistema Único de Salud y se aplica no sólo en la obstetricia, hay toda una metodología para que las personas sean acogidas en los hospitales y tengan más autonomía y protagonismo de y en su existencia. Es más fuerte en la cuestión del nacimiento porque tratamos de la mitad de la población del mundo que puede pasar por ese evento, que además es fisiológico y natural. Se trata de un grupo de personas que son tratadas de una forma muy negativa y despreciativa, por eso hay más urgencia de humanizar el nacimiento que otras áreas.
-¿Hay más resistencia cuando se habla de humanizar esta área en particular?
-En todas hay resistencia porque los modelos médicos son autoritarios, no se puede cuestionar la autoridad del médico y de la institución. Pero en el tema del nacimiento es más complicado porque se trata de mujeres, que históricamente son más sumisas. Las mujeres deben decir “nuestro cuerpo es sagrado, es nuestro, no se lo puede tratar mal”.
-¿Qué elementos o situaciones deshumanizan los nacimientos?
-Por ejemplo cuando las mujeres no son escuchadas. Se les dice que un parto debe ocurrir en un hospital y nadie pregunta dónde ella se siente mejor. La Organización Mundial de la Salud [OMS] es muy clara cuando dice que el mejor lugar para que una mujer tenga su hijo es donde ella se sienta segura. En Inglaterra se le pregunta dónde quiere tener a su hijo; puede ser en una casa de parto o en su casa, y el sistema público va a la casa de esa mujer a ofrecerle asistencia. Pero acá y en toda América Latina se la deriva directamente al hospital porque pensamos que es mejor allí. En los estudios actuales no hay elementos que nos permitan afirmar que el hospital es el mejor lugar para una mujer que va a tener a su hijo si no tiene enfermedad; sin embargo, en una casa de parto o en el domicilio los resultados son iguales o mejores que en los partos de bajo riesgo que son atendidos en los hospitales.
-¿Cómo ve el tema en Uruguay?
-Es muy similar a Brasil, con la diferencia de que acá escuché una entrevista al doctor [Leonel] Briozzo [subsecretario de Salud Pública] en la que sostiene que él no se interesa por la idea de partos fuera del hospital y que va a incentivar los partos intrahospitalarios. Ésa es una idea del siglo XX. Me deja muy triste ver que Uruguay aún se quiere quedar tan atrás. Otros países como Brasil e Inglaterra, que es un ejemplo asombroso, están intentando entrar en el siglo XXI, ofreciendo lo mejor de los dos mundos: el de comprender y respetar la fisiología y el de ofrecer la calidad tecnológica cuando la fisiología no es suficiente. Por lo tanto, Uruguay aún no se dio cuenta de que es importante más que simplemente actuar para que la mujer sobreviva al parto, que sea un acontecimiento de calidad para ofrecer a la mujer y al niño un buen inicio de la maternidad y de la propia vida.
-La idea de parto humanizado no excluye la intervención médica cuando hay complicaciones. ¿Cómo equilibrar estas dos ideas?
-Muchas de las intervenciones se hacen para reanimar a un bebé que nació con problemas respiratorios principalmente porque las acciones médicas en el hospital lo perjudican. Por ejemplo, la utilización de oxitocina es muy desgastante para la oxigenación del bebé y, por lo tanto, nace mal por la acción médica. En casas de parto o en el domicilio no se utilizan estas hormonas. Más allá de eso, los partos a domicilio están respaldados por un aparato médico para resolver 98% de las complicaciones allí y, si es necesario, hacer traslados al hospital; es muy raro que suceda eso, pero siempre estamos preparados. El hospital y los médicos también son muy importantes y necesarios, pero hay un prejuicio que se creó con la idea de que la tecnología siempre es buena.
-¿De qué manera cree posible aplicar estos conceptos y la idea de humanización del nacimiento al sistema de salud uruguayo?
-Se debe dar pequeños pasos. Por ejemplo el Instituto Perinatal del Uruguay tiene la idea de utilizar sus instalaciones para crear una casa de parto y para eso necesita tener una aprobación del Ministerio de Salud, pero eso es difícil porque sus autoridades tienen una visión del siglo XX. La discusión del parto casi nunca es una discusión médica, sino política. También es necesario producir educación continuada. Hay que hacer una pequeña revolución en la cultura, en la manera de ver el parto así como entrenamiento sobre este tema en los hospitales. Yo pienso que la revolución va a ocurrir con las mujeres cuando empiecen a percibir que el parto se quitó de ellas y quedó en manos de los profesionales. Debe ser un movimiento social como en su momento lo fue el movimiento sufragista femenino; es un capítulo más en la historia de la emancipación de la mujer, que no sólo la beneficiará a ella sino a la humanidad en sí.