La decisión argentina de fijar un nuevo régimen de importaciones para bienes de consumo, que en los hechos implica mayores restricciones para el ingreso de productos al vecino país, ha generado gran polémica en ambas márgenes del Río de la Plata. A partir del 1º de febrero, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) pondrá en marcha un nuevo registro de importaciones, denominado Declaración Jurada Anticipada de Importación, que obligará a las empresas y operadores a anticipar el detalle de las compras que quieren hacer en el exterior antes de remitir los pedidos, otorgándole así al organismo la posibilidad de habilitar o no la compra de divisas para concretar las operaciones. De esa forma, quienes operan en comercio exterior estarán incluidos en el control de operaciones cambiarias creado a fines de octubre para limitar las compras de dólares a las personas, un esquema del que, hasta ahora, estaban excluidos.

El gobierno argentino defendió la decisión, fundamentando que "la disponibilidad de información estratégica anticipada" sobre ese tipo de compras externas "posibilita una mayor articulación" entre áreas del Estado, "potenciando los resultados de la fiscalización integral que compete a cada una de ellas" (http://ladiaria.com.uy/articulo/2012/1/lista-grisada/ ).

Según publicó el diario argentino La Nación, la medida sorprendió a los operadores locales, que sospechan que se trata de un nuevo paso hacia un esquema de mayor control de las operaciones cambiarias y de comercio exterior, con el objetivo de preservar un saldo comercial positivo que, a su vez, asegure dólares al Banco Central (BCRA) y le permita al gobierno continuar utilizando reservas para cancelar deuda. "Hace seis meses firmamos un convenio con los ministerios de Economía e Industria y la Cancillería para trabajar en forma conjunta en mejorar la transparencia y trazabilidad de las importaciones. Nunca se avanzó. Y la semana pasada tuvimos una reunión con la flamante secretaria de Comercio Exterior, Beatriz Paglieri. Pero de todas estas cosas nos terminamos enterando por los medios...”, lamentó el presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina, Diego Pérez Santisteban.

También los exportadores argentinos levantaron su voz en contra de la nueva disposición, y se solicitó a las autoridades que la vigencia del régimen de compras sea prorrogada para "abrir un período de consultas" con el sector privado.

Una más y no jodemos más

A este lado del río, la Unión de Exportadores ve con preocupación la nueva medida tomada por el gobierno vecino, pero interpreta que es apenas "otra más" de las restricciones que impone Buenos Aires al comercio. "Es otra medida que complementa las anteriormente tomadas por Argentina y que cada vez se profundizan más", dijo a la diaria la secretaria ejecutiva de la gremial, Teresa Aishemberg.

Explicó que "frente a la crisis que se avecina, Argentina está tratando de resguardar sus fuentes de trabajo y su superávit comercial, entonces toma este tipo de medidas".

Recordó que Uruguay tiene déficit comercial con el vecino del Plata, y aseveró que la medida "lo va a profundizar más". "Evidentemente vamos a tener algunos retrasos o enlentecimientos en el flujo de comercio, y nuestros clientes argentinos van a buscar comprar en el mercado interno, y, por ende, nos van a dejar de comprar a nosotros", proyectó la directiva. "El tema es qué medidas se toman en Uruguay para contrarrestar esta situación que vino para quedarse", apuntó Aishemberg, para quien las autoridades locales deberían "promover la mayor cantidad posible de tratados de libre comercio con otros países, para redireccionar los productos que van hacia Argentina". "Visto y considerando que la situación que está planteada no fue consultada, y que además no cumple con los compromisos internacionales que asumimos como [país miembro del] Mercosur, el gobierno debería gestionar aperturas de otros mercados rápidamente", reclamó.

Destacó que desde el sector se han mantenido contactos permanentes con los ministerios de Economía y Relaciones Exteriores, e incluso una "charla" con el presidente José Mujica. Pero, en esta oportunidad, también "se mantienen contactos" con las cámaras de exportadores e importadores de Argentina, con las que se tiene consenso en cuanto al rechazo a las nuevas restricciones.

Aishemberg dijo que "todos los sectores" locales se verán afectados por la norma "sin excepción", a diferencia de lo que ocurre con las licencias no automáticas, que "se aplicaban para sectores particulares como plásticos, vestimenta y textiles". "Es como si se hubiese extendido las licencias no automáticas a todos los productos, y ahora todos van a tener que pedir permisos para entrar en Argentina", evaluó.

Te sigo

Para atender la nueva restricción aplicada por Argentina, el gobierno uruguayo apunta en dos direcciones: negociar y diversificar nuevos destinos de exportaciones.

El subsecretario de Economía dijo a la diaria que “la política a seguir es la que marcó el presidente: tratar de seguir negociando con Argentina y apoyar la diversificación de las exportaciones en el país”, caracterizando después la coyuntura: “Comprendemos la estrategia argentina, comprendemos la estrategia de Brasil, comprendemos que las políticas que está tomando Argentina no son de corto plazo sino que pueden durar más de dos o tres años”, puntualizó Porto, por lo que “la mejor respuesta es negociar, negociar y negociar, y al mismo tiempo apoyar la diversificación de aquellas empresas que exportan a Argentina hacia nuevos mercados”. Aseguró que se podrá analizar la instrumentación de apoyos a empresas locales afectadas por una caída del flujo comercial hacia el vecino país, en la medida en “que sigan la línea que marcó el presidente, de diversificar exportaciones”. Sin embargo, pese al énfasis de Porto en la necesidad de negociar, los exportadores se mostraron ecépticos respecto de esa opción. “En la última reunión con Argentina [en el marco de la Cumbre del Mercosur, en diciembre] no hubo posibilidad de negociar nada porque a todo lo que solicitó Uruguay Argentina dijo que no”, recordó Aishemberg. “No hay margen de negociar. De dialogar sí, pero no de negociar”, concluyó.