Delegaciones de niños de 36 escuelas de Montevideo se reunieron ayer en el atrio de la intendencia, con la finalidad de intercambiar las experiencias que desarrollan cotidianamente en sus predios. Las prácticas abarcan el ciclo total de la producción en una huerta: preparación de la tierra, siembra de cultivos, cuidado de la planta y la cosecha; pero además la experiencia tiene otras ramificaciones, como la elaboración de alimentos, la preparación de abonos y, al mismo tiempo, es una excusa para aprender matemática, geometría, geografía, química, física, ciencias biológicas, ciencias sociales, idioma español y un largo etcétera. Por si fuera poco, tiene el plus de ser un trabajo cooperativo en procura de un alimento.

Esto es parte del Programa Huertas en Centros Educativos, coordinado desde 2005 por la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República (Udelar) en convenio con la Intendencia de Montevideo (IM) y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).

Actualmente comprende a 41 escuelas urbanas, de Tiempo Completo y del proyecto Aprender (de contexto vulnerable); cuenta con un equipo docente integrado por 30 estudiantes, ingenieros agrónomos e idóneos en la temática que se desempeñan como orientadores de huerta, 
coordinados por cuatro profesores de Agronomía.

El encuentro anual no se concretó en 2011, cuando los trámites burocráticos entre los diferentes organismos trancaron el pago de sueldos de los orientadores hasta octubre. Para evitar que esta situación volviera a ocurrir, se pactó la renovación automática y este año todo anduvo bien.

Muestra gustosa

Circularon grupos de mañana y de tarde; armaron stands en los que desplegaron de sus cosechas: cebollino, boniato, zapallo, maíz, habas, lechuga, rabanito, ajo, hierbas aromáticas y semillas. También producciones elaboradas en talleres con los padres, como dulce de zapallo, de membrillo, buñuelos de acelga y torta de zanahoria. El almuerzo fue un guiso de lentejas preparado por el Ejército, al que los chicos le agregaron hierbas aromáticas.

Algunos stands incluían recetarios, descripciones de las plantas y prácticas, mientras que otro mostraba maquetas de las huertas, de la célula animal y vegetal y del ADN. Al visitar otra mesa era posible llevarse algunos piques para el control de plagas y enfermedades: tenían preparados fermentos de manzanilla (para hongos), de cebollas (para repeler insectos), de anacahuita y de paraíso (para el control de la hormiga cortadora y de pulgones), enseñó una de las educadoras.

En medio hubo actuaciones teatrales y la exhibición de videos elaborados por los niños para el concurso “Ali-mente-arte bien, te hace bien”, al que se sumaron 32 escuelas utilizando las XO, con power point y cámaras fotográficas. Hubo premios para todos los participantes.

Niños y niñas estaban realmente entusiasmados con las exposiciones, con el intercambio y con el trabajo del año. En diálogo con la diaria, alumnos de las escuelas 354 de Gruta del Lourdes, 232 de Puntas de Manga, 170 de La Teja, 270 de Verdisol, 59 de Piedras Blancas y 50 de Colón no escondieron que uno de los mayores gustos es la cosecha, pero hubo quienes eligieron la tarea de desmalezar, usar la azada y la pala o de formar montañas de pasto, que al estar seco, serviría para cubrir los canteros. El entusiasmo comprendía incluso los días de lluvia, que trabajan en el aula las partes de la planta, o las características de los suelos, entre muchos otros temas.

Las maestras también consideraron positiva la experiencia. Por un lado, aprenden de los orientadores, pero también contemplan los aprendizajes de los niños, que “están comiendo tomate y guardan las semillas para sembrarlas en sus casas en un pedacito de tierra”, graficó una maestra.

Una de las madres presentes, Patricia, comentó que los niños disfrutan “de comer lo que hicieron con sus propias manos, lo que les llevó tanto esfuerzo, de preparar la tierra, plantar, regar, cuidar, sacar las malezas como lo hacen”. Para los educadores también es todo un aprendizaje: la interacción con los niños y la extensión de prácticas de la huerta hacia la comunidad: policlínicas, padres y hacia otras escuelas que piden talleres.

Rodrigo Arocena, rector de la Udelar, e Isabel Andreoni, de Montevideo Rural, unidad que coordina por la IM, destacaron también el aporte del trabajo interinstitucional.

Proyecciones

“Es una tarea de a poquito, que se va acumulando con los años”, comentó Stella Faroppa, una de las coordinadoras del programa, y más de un educador aludió al “trabajo de hormiga”.

Faroppa opinó que sería importante extenderse a más escuelas, incluso del interior del país; sugirió que podría haber algún maestro que tuviera una especie de extensión horaria de forma de hacer un apoyo permanente en las escuelas, complementando el apoyo de los educadores, que son pocos y con una carga horaria limitada.

Héctor Florit, director general de Primaria, valoró el acercamiento “del niño urbano a la producción de la tierra y eso es en sí mismo un gran valor, además del valor que implica desarrollar proyectos y propuestas compartidas”.

Respecto de las posibilidades de ampliar el programa, el jerarca indicó que esa tarea implicaría acuerdos con otras intendencias y un nuevo pacto con la IM. “No lo descartamos, pero no está programado para 2013. Requiere de un tratamiento cuidadoso para ajustar lo curricular y lo financiero”, sostuvo.