-Vas a tocar en Uruguay este jueves, que es el mismo día que se entregan los premios Grammy Latinos, a los que fuiste nominado en la categoría mejor álbum de música alternativa por Mundo anfibio. Coincide la hora con el show, ¿cómo te vas a enterar del resultado?
-Es medio raro, me parece que cuando termine el show me voy a enterar si gané o no.
-¿Nunca pensaste en ir para allá?
-Y no, porque tengo trabajo. Para mí siempre va el trabajo primero, y me parece más importante tocar que ir a los premios.
-Contame cómo te cayó esta nominación. ¿Tiene otro sabor por haber sacado el disco con tu sello (Viento Azul discos) y de forma independiente?
-Fue algo completamente inesperado, porque no mandé el disco ni planeé nada para estar nominado. Se ve que algún colega músico de acá llevó mi disco para postularlo. Y uno recibe siempre bien los premios, ésa es la verdad, pero me interesa más que la música llegue a la gente. Creo que es un gran premio y que sirve para que los que estamos trabajando de forma independiente por fuera de las compañías multinacionales nos demos cuenta de que esta gente está atenta a eso. Los colegas también te ayudan y cuando hacés las cosas desde el corazón también se premia. Si gano, me parece que también puede llegar a darme más trabajo. Está buenísimo porque cuando salió mi nominación me llamaron mucho los medios y eso. Hay medios que me llamaron cuando edité Mundo anfibio y después no me llamaron más.
-Esto tiene su glamour también, ¿no?
-¡Claro! Y digo: “¡Por Dios, mirá lo que hay que hacer para que a uno lo consideren!”. Estoy haciendo una gira y ya llevo como 20 shows, ¿viste? Es así el sistema en el que vivimos, es comprensible, pero bueno, como te decía, lo bueno de estos premios es eso, que por ahí la prensa te llama.
-Hablemos de “Mundo anfibio”. ¿Pensás los discos como una unidad conceptual, ya sea desde lo sonoro como desde las temáticas que tocás en las letras?
-Sí; en realidad, el primer paso que doy cuando hago un disco es siempre buscar una temática, un concepto. Eso me facilita encontrar una línea en el disco, a concentrarme en un objetivo, en algo en común. Es como que fuera el guion de una película: busco la historia, una intro, un nudo y un final. Me gusta verlo como una peli. Hasta los invitados que hay están buscados como si fueran los actores también, cada uno con su perfil para actuar en determinada escena.
-En cuanto a los “nudos argumentales”, en tus letras hay denuncias de las contradicciones humanas, las agresiones a la naturaleza y a los animales. ¿Ése es el concepto del que partiste?
-Exactamente. “Mundo anfibio” es en algún punto la mutación de los seres humanos a cosas que nosotros mismos provocamos. Hay una especie de ironía en la tapa del disco de que en algún momento vamos a terminar viviendo bajo el agua, porque estamos metiendo palos en la rueda a la naturaleza, estamos haciendo que las cosas naturales sucedan rápidamente. El calentamiento global está llevándonos a que algún día vivamos bajo el agua. Es algo irónico, pero a la vez algo que puede llegar a suceder. Mucha gente se asusta cuando ve la tapa porque se pregunta: “Uh, loco, ¿nos pasará esto?”. Tiene una cosa de conciencia: si seguís tirando basura en la calle o comiendo animales, vamos a terminar así. Lo planteo como un cachetazo: “Dale, boló, avivate que lo que está pasando es duro, no es una pavada”. Igualmente también hay que ponerle seriedad al planteo porque si no, nadie te cree.
-¿Cómo es eso?
-Hay bandas que hacen canciones de protesta medio en joda, entonces nadie les cree. A veces hacen una letra dura y arriba suena un ska y vos estás bailando. Es una contradicción. A mí me gusta que tenga contenido también lo que digo, o sea, que esté respaldado por una voz fuerte y una buena base, y que acompañe al estado de ánimo de la canción; ésa es la intención por lo menos.
-Por un lado, abrazás los sonidos modernos con el uso de samplers y elementos de la electrónica, pero, por otro, combinás un rock más crudo. ¿Cómo se dio esa combinación?
-En realidad, siempre escuché rock crudo y me encanta, lo que pasa es que nunca me sentí capaz de hacerlo. Me parece que tenía que madurar un poco para lograrlo. En algunos discos anteriores metí unas cosas pero más sutiles; en este empecé a investigar esa parte mía, creo que también tiene mucho que ver la temática que usé. Hay temas más guerreros, y qué mejor que acompañarlos con un poco de rock, para que el sonido sea más crudo y el mensaje más directo.
-Por otro lado, también hay ritmos más folclóricos. ¿Hay Patagonia en “Mundo anfibio”?
-Eso siempre está dentro de mí. El rock no, lo usé como un estilo más, como la electrónica, por ejemplo. Pero cuando agarro cualquier instrumento lo tiro para el lado del folclore, porque lo tengo adentro de tanto escucharlo.
-En el disco tocás guitarra, teclados, samplers, bajo, programación y efectos. ¿Tu principal instrumento es la voz?
-Creo que la voz es el instrumento que más me gusta, a lo que más me dedico. Pero dentro de los discos me siento más el productor artístico, como si fuera el director de la peli. Hago el guion, busco los actores, chequeo que las luces estén bien, la fotografía, eso es lo que más me apasiona.
-Hablando de cine, el video de “Elefantes”, en el que te acompaña la actriz Mercedes Morán, es bastante ambicioso. ¿Cómo te sentiste actuando?
-¡Uh! ¡Más raro! Me sentí como un pez fuera del agua…
-Como un anfibio de otro pozo…
-¡Totalmente! Mercedes me ayudó muchísimo. Está buenísimo hacer un video con alguien que tiene una experiencia tremenda y una profesionalidad absoluta. Ella me ayudó a relajarme para hacerlo, como si estuviéramos jugando. Fue un quilombo porque estuvimos todo el día. Llevaba como seis horas hacer una toma, son una cosa muy loca los tiempos. Hay que tener mucha paciencia y buen humor.
-Éste es un disco bastante visual, lleno de imágenes, paisajes, etcétera. ¿Cómo reflejás eso en la puesta en escena de los recitales?
-Es muy cierto eso. Es más, a medida que iba haciendo el disco me lo iba imaginado en el vivo. Mi idea era convertir los teatros como en una pecera, ésa era la idea que tenía y es lo que se va a ver en el Solís: la gente va a estar escuchando música dentro de una pecera gigante.
-¿Salís acompañado de toda la banda?
-Este disco es grandote y la decisión artística era tocarlo así. Viste que últimamente a los músicos nos hacen ir con la guitarra sola… Nos dicen: “Vení pero sin banda, porque no me da la guita”. Te arman el show, ¿viste? Pero este show va a ser grandote. Somos ocho personas en escena: un cuarteto de cuerdas, batería y percusión, bajo, guitarra eléctrica y yo, que tengo como una especie de plataforma de DJ a un costado donde tengo todos los samplers que disparamos también en vivo.
-El disco cuenta con las participaciones de Ricardo Mollo, Hilda Lizarazu y Nekro, de Boom Boom Kid, como músicos invitados. ¿Por qué decidiste incluirlos?
-Primero porque los admiro. Siempre me gustó esa idea de cambiar la tímbrica de la voz, porque me parece que todo el tiempo una misma voz en un disco puede ser muy cansador. Entonces la inclusión de otras voces le da un toque distinto, otro color. Como este disco tiene este concepto más rockero opté por Ricardo Mollo porque para mí él es el rock argentino.
-Dijiste que ahora que maduraste te animaste a hacer rock, ¿hacia dónde irás próximamente?
-No lo pensé. Éste fue un año muy raro para mí, primero porque soy padre desde hace siete meses, tengo una bebé y es la primera vez que no estoy trabajando en lo que viene, así que va a ser una sorpresa muy grande para mí ver para dónde se dispara mi creatividad. Seguramente, va a ser un cambio también, no sé para qué lado. Ahora estoy tocando canciones para nenes, para entretener a la beba le canto canciones de cuna y eso.
-Quizá agarres para ese lado…
-Quizá. Muchos me dicen: “Sacá un disco así, yo te lo compro”. No sé, creo que incluso en muchos de mis discos hay canciones medio infantiles también. Podría ser un compilado de eso también... El tiempo lo dirá.