La Alianza del Pacífico y el Mercosur no son, hasta cierto punto, procesos comparables. Con el Mercosur se planteó desde el inicio la voluntad de conformar una unión aduanera, si bien nunca alcanzó sus objetivos fundacionales y hoy hay países, como Argentina, que discrepan con ellos. La Alianza del Pacífico -conformada en 2011 por Chile, Colombia, Perú y México- es en cambio un espacio esencialmente comercial, constituido por países que comparten una visión de integración que privilegia el libre comercio.
A no superponerse
El presidente José Mujica convocó a revisar toda la institucionalidad en materia de integración y evaluar qué es “lo que vale la pena que quede” y “qué tiene que ir al tacho de los recuerdos”. Durante la cumbre de presidentes de la Unasur, que se realizó el viernes en Lima, Mujica consideró que hay instituciones que se superponen y “al final no sabemos dónde estamos parados y despilfarramos recursos”.
La Unasur aprobó el viernes un plan de integración vial y continental por el que se destinan 17.000 millones de dólares para el desarrollo de 31 proyectos que busquen mejorar la conexión de América del Sur, especialmente en zonas rurales y de frontera. También se acordó mantener la suspensión de Paraguay pero continuar las conversaciones con el tribunal electoral de ese país para garantizar la participación del organismo en los comicios que se celebrarán en abril de 2013. La Unasur expresó su voluntad de “coadyuvar a que se generen las condiciones que hagan viable el regreso de Paraguay a la Unión, sobre la base del pleno respeto al orden democrático y la vigencia de los principios y valores que lo sustentan”.
“Son cuatro países que comparten principios y visiones comunes. Cuentan todos ellos con acuerdos de libre comercio y representan entre todos 50% del comercio de América Latina”, resaltó la embajadora de Colombia en Uruguay, María Clara Isaza. Acotó que la Alianza tiene también una voluntad de proyección hacia el Pacífico y fundamentalmente hacia China y el sudeste asiático.
Para Andrés López, profesor del departamento de Economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director ejecutivo de la Red de Economistas del Mercosur, se trata de procesos con “diferentes objetivos y ambiciones”, lo que en parte “está dictado por la geografía”. “Los países andinos están mucho más vinculados con el Pacífico que con algunos países del Mercosur. Ahí la geografía impone una realidad distinta de alianzas y de relaciones comerciales. El Mercosur es mucho más abarcativo, en el sentido de que siempre quiso parecerse a la Unión Europea, aunque cada vez se aleja más de eso en la práctica”, evaluó.
Más allá de la geografía, la sintonía ideológica es un elemento que juega en todos los procesos de integración. El Mercosur se conformó en la década neoliberal del 90 con presidentes que sintonizaban con esa visión. Hoy en su ampliación también juegan elementos ideológicos; es clara la sintonía del gobierno de Venezuela con los gobiernos “progresistas” del Cono Sur. La cercanía de Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador -un país que geográficamente mira al Pacífico- con este bloque parece obedecer a las mismas razones y constituirse en un factor central para el eventual ingreso de sus países al Mercosur. La cancillería brasileña informó ayer a AFP que ambos ingresos formarán parte de los temas de discusión de los mandatarios del Mercosur cuando se reúnan el viernes en Brasilia, si bien “no hay perspectiva de que se adopte una decisión definitiva”.
Morales confirmó en los últimos días que Bolivia pretende integrarse al bloque y permanecer al mismo tiempo en la Comunidad Andina de Naciones (CAN). “Bolivia es el único país de la región sudamericana que pertenece a las tres cuencas, del Plata, Amazónica y Andina, de tal forma que esta posición privilegiada nos permite soñar con ser un país bisagra entre dos de los acuerdos regionales más importantes”, sostuvo la semana pasada el viceministro boliviano de Relaciones Exteriores, Pablo Guzmán.
El ministro de Desarrollo e Industria de Brasil, Fernando Pimentel, se mostró confiado en que el Mercosur podrá convertirse en “la tercera economía” mundial, detrás de Estados Unidos y China.
En tanto, la Alianza del Pacífico entiende la integración desde una concepción “flexible”, “abierta”, y apunta también a la integración financiera, señaló Isaza. Los cuatro países que integran la Alianza tienen acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, y a juicio de la embajadora, esto facilitará que las empresas formulen alianzas que “les permitan ser más competitivas en relación con el mercado norteamericano, porque hay una serie de puntos comunes”.
En cuanto a la proyección de la Alianza, Isaza no quiso aventurar nada. “No podría decir cómo va a evolucionar. Por ahora existe una gran flexibilidad y está planteada esa red de acuerdos. Tal vez el camino es el camino propio”, consideró. Para López, de la UBA, ambos procesos “obedecen a modelos diferentes de integración, que tienen que ver con realidades estructurales y geográficas, y también con una cuestión ideológica, o de qué tipo de inserción en el mundo uno quiere tener”. “La Alianza del Pacífico apunta a un modelo más abierto en el comercio que el Mercosur, pero a la vez el Mercosur tiene otros aspectos de solidez institucional que le dan una densidad que tal vez el otro modelo no tiene”, analizó.
Mirame
La Alianza del Pacífico y el Mercosur son procesos distintos, pero el surgimiento del primero generó preocupación en Brasil. La incorporación de Uruguay como observador a la Alianza no fue bien vista por el gobierno de Dilma Rousseff, que entiende que Uruguay “no tenía necesidad” de dar ese paso, sobre todo luego de que se creó un ámbito privilegiado de integración entre Brasil y Uruguay, indicaron fuentes diplomáticas de ese país. El gobierno uruguayo entiende en cambio que debe estar presente en todos los ámbitos de integración en la región. “La idea es tender puentes”, dijo el canciller Luis Almagro.
Para la embajadora de Colombia, ambos procesos son distintos y confluyen en la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi). “En los temas de integración, yo nunca definiría que existe competencia, sino que cada uno lleva adelante su proceso. El planteamiento para Colombia es siempre inclusivo, abierto y flexible”, afirmó.
Para López, la preocupación de Brasil respecto de la Alianza del Pacífico no pasa por una cuestión económica. “No veo que Brasil vaya a perjudicarse en términos de pérdida de mercados, sino más bien que estos movimientos pueden erosionar la posibilidad de que Brasil construya una hegemonía clara dentro de la región”, evaluó. La constitución de la Unasur fue un paso clave para Brasil en la dirección de consolidar su liderazgo en América del Sur, y es un bloque que, a pesar de ser predominantemente político, incluye tendencias ideológicas muy diversas. En su momento facilitó el acercamiento entre Venezuela y Colombia, y ni siquiera se dividió al momento de resolver la suspensión de Paraguay, un hecho que, por ejemplo, en Uruguay generó diferencias claras en los posicionamientos según las tendencias ideológicas. En la Unasur hubo sólo un matiz, y fue que Colombia y Chile resolvieron recientemente por su cuenta regresar a sus embajadores a Paraguay, a los que habían llamado en consulta.
“La movida que Brasil impulsa en América del Sur es la Unasur, finalmente. Y en la medida en que algunos países empiezan a mirar para otro lado... Lo mismo sucedió con el ALCA [Área de Libre Comercio de las Américas]. El ALCA no era muy bien vista por Brasil, y en parte porque pone a la región con un eje que está afuera, en Estados Unidos. Y acá pasa algo parecido”, consideró el profesor de la UBA. Evaluó que la disyuntiva es si “Sudamérica va a tender a una integración político-económica mayor” o si “las distintas regiones van a ir heterogeneizando sus modelos de integración en la economía mundial” y sus matrices de relaciones comerciales y políticas.