María quedó embarazada en 2002 de un hombre que estaba casado con otra mujer y que se desentendió por completo del asunto. La legislación vigente en ese año, además, no contemplaba el reconocimiento voluntario de los hijos habidos fuera del matrimonio. María ya tenía a cargo dos hijos en edad escolar, se había divorciado de un matrimonio anterior en el que vivió episodios agudos de violencia doméstica y contaba con pocas redes sociales.

En ese contexto, un abogado le comunica que había un matrimonio dispuesto a “cuidar a la nena” para que ella pudiera trabajar, y a pagar el parto en una mutualista. “Ella está autoconvencida de que nunca pensó en darla en adopción, pero tampoco nunca se habló claro de qué significaba el ofrecimiento. Lo que es seguro es que María nunca pensó en no verla nunca más”, indica su abogada Alicia Deus, integrante de Iaci, quien tomó el caso en 2005, tres años después de que Ana* naciera. Para entonces, habían transcurrido numerosas instancias judiciales, que María afrontó sin apoyo.

El abogado del matrimonio con el que hasta ahora convive Ana permaneció en la mutualista hasta que se produjo el parto. “Cuando salen la hace ir a su estudio y entregar a la nena. Se queda con su cédula y con el certificado de nacido vivo”, relata Deus. María llamó al abogado muchas veces hasta que la atendió y le dijo que se “quedara tranquila”, que la bebé “estaba con una familia” y se negó a darle el domicilio. Logró conseguirlo y se presentó ante el matrimonio para reclamar a su hija, pero fue retirada del lugar por la Policía. “Cuando eso sucede María todavía tenía leche. Fue a hacer la denuncia a la comisaría pero como no tenía la partida de nacimiento no se la aceptaron”, completó Deus.

Un mes después, el matrimonio inició un juicio de tenencia al que María se opone. Ambas partes solicitan como medida cautelar la tenencia provisoria. “Son medidas que adelantan el resultado del juicio o algún aspecto del fin del proceso y se disponen cuando existe apariencia de tener derecho y cuando se prueba el peligro o un daño en la demora. En un bebé, la demora produce efectos definitivos y en ese caso era notorio que el buen derecho lo tenía la madre biológica. La jueza no hace lugar a ninguna parte y con esa decisión decidió el destino de la niña”, resumió la abogada.

Con este panorama, María pidió visitas con su hija y se las concedieron después de más de dos años, pero con la condición de que Ana no supiera que era su madre biológica. Se concretaban una vez por semana en el Departamento de Asistentes Sociales (DAS), cuyos informes dan cuenta del buen vínculo que establecieron, destacó Deus. Al año se suspendieron temporalmente y se retomaron en forma progresiva, pero la jueza obligó al matrimonio a decirle, con el apoyo psicológico correspondiente, la verdad a Ana. Pero una vez más, las visitas se interrumpieron.

En el expediente, el matrimonio añadió como prueba un acta de entrega que María siempre negó haber firmado. En 2006, cuatro años después de iniciado el juicio por la tenencia, una pericia caligráfica demostró que la firma de María fue falsificada. Sin embargo, la jueza de Familia no pasa el caso al fuero penal inmediatamente sino cuando dicta sentencia, en 2008. “Después de tantos años de juicio, le dan la tenencia a los tenedores de hecho. El argumento fue la estabilidad de la niña, el tiempo que pasó con ellos. La demora que provocó el propio Poder Judicial sirve de fundamento a la sentencia. Eso es insólito”, cuestiona Deus. La sentencia quedó firme en casación.

En materia penal, el caso insumió tres años. En octubre fue archivado. Para Deus éste no es un caso más, la ha marcado en lo profesional y también en lo personal. Ahora está dedicada a ordenar papeles y a pensar el escrito que presentará ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. “La madre siempre es estigmatizada. Cuando lo da en adopción es abandonante y cuando lo reclama… ¿Sabés lo que le dijeron a María en el juzgado penal? La receptora del juzgado, que ni siquiera había leído el expediente de Familia -y aunque lo hubiera hecho-, le dijo: ‘No te dieron a la nena porque sos una mentirosa, lo mejor que podés hacer es dejarla en paz’. Al padre, que no existió en todo el juicio, ¿nadie lo llama a responsabilizarse, nadie lo cuestiona?”.

*El nombre es ficticio.