Al pensar en lo que el fútbol genera en el ámbito social, probablemente lo primero que a muchos uruguayos se les venga a la mente son incidentes producidos por barras bravas o, a partir de varios logros deportivos conquistados en el último tiempo, la posibilidad de tener un motivo de festejo que una al “pueblo oriental”. Pero rara vez tenemos la posibilidad de mirar más allá del fútbol como resultado o producto y concebirlo como proceso, y un poco más allá de lo que pasa dentro de una cancha. El domingo se jugaron las finales del primer Campeonato de Fútbol Popular, organizado por la brigada José Artigas, el asentamiento Las Cabañitas, el Grupo de Jóvenes de Malvín Norte y el Grupo La Torta Frita, y con la colaboración de sindicatos como la Asociación de Funcionarios Postales del Uruguay y el de los trabajadores de la ex fábrica de Gepax y de clubes de fútbol como Danubio y Liverpool.

La cita era en el complejo deportivo juvenil de los danubianos Ing. Héctor del Campo. A medida que los equipos iban llegando se sorprendían con el estado de una de las canchas, que parecía contar con la inédita virtud de tener pasto en toda su extensión. El campeonato contó con dos categorías, una para menores de 15 años y otra de mayores, en las que participaron en total nueve equipos. Todos ellos representaban a barrios u organizaciones sociales, dato que da la pista del porqué de un campeonato “popular”.

Pese a que el calor abrumaba y el sol apretaba, los más chicos ya estaban jugando su partido, que enfrentó al barrio Santo Domingo Guzmán con el 3 de Enero. Podemos salirnos de la jerga bélica que a menudo acompaña al fútbol y decir que más que un enfrentamiento fue un partido de fútbol en el que los equipos jugaron, se divirtieron y no fue necesario sancionar ni una sola falta. La victoria fue para Santo Domingo, pero ambos equipos se llevaron trofeo, aunque los niños del 3 de Enero se quedaron con esa sensación de disconformidad que deja el fútbol cuando no se hacen más goles que los del otro cuadro. De todas formas, con ambos equipos reunidos en torno al círculo de la media cancha, la imagen del final del campeonato fue bastante distinta a la que las consagraciones futbolísticas nos tienen acostumbrados.

Mientras los más chicos jugaban, los más grandes ya se iban preparando para la final de segunda hora, entre Nuevo Ipusa y ex trabajadores de Gepax, en la que los primeros se coronaron campeones.

Cuadros con historia

Los ex trabajadores de la fábrica productora de plásticos Gepax están ocupando el predio desde hace un año y siete meses. En ese momento se enteraron de que la empresa cerraría y dejaría de producir. Si bien era una situación que se venía manejando cuatro o cinco años antes del cierre, la noticia pegó fuerte en los casi 400 empleados, según dijo a la diaria Leonardo Martínez, uno de los ex obreros que jugaron el campeonato. Al principio hicieron la ocupación porque les prometieron que el predio de la fábrica se remataría y que con lo recaudado les iban a pagar los despidos, pero eso nunca pasó, pese a que consiguieron permanecer en el seguro de paro. Lejos de conformarse con lo que pasaba, los trabajadores resolvieron seguir con su lucha y el nuevo objetivo fue recuperar la empresa y conformar una cooperativa que la gestione.

Si bien ahora sólo quedan 44 obreros, la cooperativa ya existe bajo el nombre de Cootraplas y la actividad está muy cerca de comenzar. Los trabajadores sólo esperan la aprobación del préstamo que solicitaron al Fondo de Desarrollo (Fondes), que destina el Banco República para apoyar emprendimientos asociativos. Martínez explicó que ya tienen varios clientes interesados en comprar plásticos a la empresa, como por ejemplo Conaprole. Si bien desde un principio no ofrecerán la totalidad de productos que la fábrica producía antes de su cierre, de a poco irán aumentando la variedad de la producción.

Otra y bien distinta es la realidad de Nuevo Ipusa, con el que jugaron en la final. Nuevo Ipusa es un barrio -al que algunos también le llaman asentamiento- que se ubica próximo a la planta de Ipusa, empresa que se dedica a la producción de papel. Según dijo a la diaria Daniel Cabrera, vecino del lugar, originalmente el barrio estaba compuesto solamente por seis familias, pero de un momento para otro comenzaron a construirse nuevas casas y hoy son 140. Cabrera explicó que el nombre del barrio se debe a que en una asamblea de vecinos se puso a consideración y todos evaluaron que la empresa papelera era la referencia más clara en la zona, aunque no mantiene ningún vínculo.

Cabrera destacó que en el último tiempo algunos planes de vivienda han llegado a la zona y mostró su agradecimiento al Plan Juntos y a Un techo para mi país por la “terrible mano” que le dieron a la gente. Además explicó que si bien no todas las familias están preocupadas por progresar, la mayoría sí lo está y ve buenas oportunidades en instancias como las que organiza la Brigada José Artigas. Para Cabrera esta actividad fue más que un campeonato de fútbol, debido a que para “los gurises del barrio” significó una oportunidad de, a partir de la integración con otras realidades, salir del consumo problemático de drogas y dejar de cometer delitos. Explicó que algunos de los jóvenes que integran el equipo hasta dejaron de fumar para mejorar su rendimiento deportivo.

Además, comentó que la gente con más años en el barrio en el último tiempo veía a los más jóvenes con desconfianza y “no quería saber de nada” con ellos. Eso también generó que los mayores dejaran de proponer mejoras para el barrio porque entendían que los jóvenes no las valoraban y en algunas oportunidades iban contra ellas. Pero desde que comenzaron a reunirse en torno a un objetivo común como el campeonato, la relación con el resto de los vecinos también mejoró, según narró. En resumen, parecían haber encontrado algo que los motivaba y que hasta el momento no entraba dentro de las posibilidades, algo tan simple como jugar un campeonato de fútbol.

El plan: juntos

Santo Domingo y 3 de Enero son barrios que se ubican relativamente cerca, aunque con realidades un poco distintas. Mientras que el primero cuenta con cerca de 2.000 familias, el segundo tiene unas 250. Varios vecinos del 3 de Enero contaron que se enteraron de la organización del campeonato a partir de una invitación recibida desde la comisión de fomento barrial. Eduardo Arocena y Abelardo Morosini explicaron que para los niños y adolescentes del barrio el campeonato sirvió para organizarse e integrarse, además de tener la posibilidad de jugar en una cancha de fútbol, que ninguno de ellos había tenido antes porque sólo lo hacían en los potreros cercanos. “Acá los gurises pudieron conocer gente, se llevaron un trofeo, les sacaron fotos, son cosas que de otra forma no lograrían”, explicaron.

La presidenta de la comisión fomento, Elba Díaz, explicó que actualmente el 3 de Enero se encuentra en proceso de integración con otros barrios cercanos y junto con otros cuatro pretenden conformar una única comisión. Al barrio actualmente llegó el Plan Juntos, pero sólo están trabajando con familias compuestas por personas con discapacidades. Sin embargo, se prevé que en febrero comiencen a trabajar con todo el barrio, por lo que se mantienen expectantes al respecto.