En los asuntos vistos socialmente como “cosa de hombres”, la murga aparece como una de ellas. Pero de un tiempo a esta parte muchas murguistas integran la categoría, en la mayoría de los casos ocupando un lugar en la cuerda de sobreprimos, pero también las hay cupleteras, encontrándose a la actriz Mary da Cunha como una de las primeras mujeres de teatro en salir en murga. Hoy en día es común la murga mixta, fomentada también desde el Encuentro de Murga Joven, en el que la presencia femenina está totalmente incorporada.

Este año son dos las que compiten con un coro formado y dirigido por mujeres: La Bolilla que Faltaba y Cero Bola. La Bolilla participó del concurso de Carnaval en los años 1999, 2001, 2002 y 2011, quedando curiosamente en la ubicación número 17 en las cuatro ocasiones. Está fundada, dirigida y arreglada en vocales por la cantautora Gabriela Gómez, quien pasó por murgas como La Soberana, Antimurga BCG, Curtidores de Hongos y Araca la Cana. Por su parte, Cero Bola está debutando en el concurso oficial, luego de ser una de las murgas ganadoras en cada uno de los años que participó de los encuentros de Murga Joven: 2007, 2008 y 2009.

La presencia de ambas pareciera ser casual, ya que las murguistas no creen que sea éste el comienzo de una corriente de murgas femeninas. Gabriela Gómez considera que siempre existieron estas murgas, pero no tienen permanencia porque cuesta acostumbrarse a un coro de murga femenino. Históricamente, se reconoce a la murga de mujeres Rumbo al Infierno, como precursora en el género. Salían desde la ciudad de Las Piedras y la dirigió Juanita Pochola Silva, en 1962.

Cero Bola aparece este Carnaval como la única murga formada íntegramente por mujeres, al incluir tres percusionistas en la batería. Jimena Márquez, dramaturga, letrista de carnaval, cupletera (el año pasado fue nominada a figura de murgas por su actuación en La Gran Muñeca, para quienes escribió los libretos entre 2009 y 2011) y fundadora de Cero Bola, afirmó a la diaria: “El prejuicio de ser feministas siempre está, pero no nos plantamos desde ahí a la hora de elaborar el discurso. Ya hay una cuestión de género al parar 20 mujeres arriba del escenario, pero no quiere decir que armamos la murga porque queremos abrir un lugar para la mujer, esa puerta se termina abriendo sola”.

La letrista contó que para escribir los textos utiliza el mismo método, ya sea para que sean cantados por hombres o por mujeres. Sin embargo, destaca un caso en particular que sería la excepción a la regla: el cuplé de la menstruación, “tendría diferentes connotaciones si lo cantara un coro de hombres, ahí sería una parodia del género”, dice Márquez. “Pero no buscamos cantar cosas que sólo pueden decir las mujeres; ese cuplé circunstancialmente sí, y nos gusta porque es una novedad respecto a un repertorio de murga, pero el cuplé de actualidad y una crítica que hacemos al Plan Ceibal, por ejemplo, podría haber estado en una murga de hombres”, agrega.

Según cuenta, la propuesta de formar la murga surgió en una charla de amigas, con el propósito de cumplir el sueño de salir en Carnaval. En un principio fue un proyecto “a puertas cerradas”, recuerda Márquez, “entre las primeras integrantes de la murga no había cantoras, es más, nos juntábamos a cantar entre nosotras porque decíamos que la gente no merecía escuchar esto”. El año pasado, al toparse con la decisión de presentarse a la prueba de admisión para entrar al concurso mayor, se sumaron a la murga varias cantantes. Cuentan además con la colaboración en arreglos y armonía de Fernando Paleo, un histórico de la murga La Mojigata, y único integrante masculino en Cero Bola. “Nos planteamos jorobando la idea de que salga Nando algún día, así como hay murgas que tienen una mujer de sobreprima, se nos ocurre que algún día podríamos salir con un sólo hombre en la cuerda”, comenta la letrista.

Tremendo coro

El sonido de un coro de murga íntegramente femenino es algo de lo que más se les critica a estas murgas. Cero Bola utiliza ese concepto en algunos pasajes de su repertorio denominado “Las reinas de la mentira”. “La murga miente todo el tiempo desde el comienzo, dice cosas acerca de nosotras que no son ciertas, como que tenemos tremendo coro, por ejemplo”, avisa Márquez, y en una de sus cuartetas cantan: “Si dejaron que cantara / la nefasta payadora / no se puede quejar nadie / cuando cante Cero Bola”.

La joven cantautora Victoria Gutiérrez vive su primera experiencia en la dirección coral de una murga. Luego de salir en la cuerda, cuando Cero Bola participó en Murga Joven, se ofreció para dirigir y arreglar. “Hay notas que las mujeres no pueden cantar, hay un tema de registro y, a veces, se hace difícil encontrar una mujer que llegue a los graves que llega un varón”, explica. Para que la murga se desarrolle en este aspecto, durante el año realizan trabajos vocales por cuerda y a nivel individual, para mejorar la forma de emisión y el empaste. “Tenemos que trabajar muchas cosas: el timbre, el color de la voz y las alturas. En la murga originalmente no participaban mujeres, entonces la sonoridad va a ser distinta, necesariamente. Trato de tener cuidado con eso para que no suene chillón, hay que buscarle la vuelta para que suene agradable”, dice Gutiérrez.

Entre las cantantes que se sumaron el año pasado al grupo, está Lea Bensasson, integrante del cuarteto vocal La Otra. Es la primera vez que sale en Carnaval y lo considera “un berretín, un gusto de los que hay que darse, y a mí el trabajo con la murga me permitió tener una excusa todos los días para hacer una actividad vocal y grupal”.

Resalta el trabajo integral que requiere la murga como la principal diferencia al compararla con el grupo coral al que pertenece: “Nunca hice expresión corporal ni teatro, así que estoy aprendiendo a incorporar gestos, movimientos y puesta en escena”. También se arraiga al concepto del trabajo en equipo, para equiparar talentos: “Las que venimos del canto no estamos acostumbradas al código carnavalero y las que vienen de la murga tienen que adquirir códigos del canto. Hay un trabajo de meses en empatar esos dos procesos. Igual creo que no tenés que ser buena en todo, la cosa está en complementarse con la otra; cada una es parte de un engranaje en dónde la individualidad artística debe ensamblarse con lo demás”.