Familiares y amigos permanecían en los palcos laterales, distribuidos en los distintos pisos que tiene el teatro Solís. Al centro, en la platea, estaban los profesionales recién egresados y más atrás algunos docentes que fueron responsables de entregar los diplomas a sus alumnos del Instituto de Profesores Artigas (IPA).

El inicio de la ceremonia estuvo destinado a transmitir mensajes a los egresados de las distintas carreras de profesorado. Hablaron autoridades de la enseñanza pero también hubo espacio para escucharse entre pares. Guzmán Escardó, uno de los docentes que en la pasada jornada recibió su título de profesor de Música, fue seleccionado para hablar en la ceremonia por tener las mejores calificaciones de la generación que se recibía. Dirigiéndose a los compañeros con los que compartió años en la misma casa de estudios, recordó parte del camino educativo recorrido en el que muchos se sintieron identificados.

Comenzó contando que con su ingreso al IPA pretendía "tener una idea clara y definida de lo que era ser docente". Se decidió por la docencia porque tenía a favor dos componentes fundamentales: le gustaba la música y enseñar. Pero eso no bastó para poder enfrentar a un grupo de liceales en las primeras prácticas docentes. "Al día de hoy puedo revivir la más profunda sensación de desencanto y desazón que tuve al dar mi primera clase en Secundaria", comentó, y todos los docentes que aguardaban por su título largaron la risa. “¿Les suena?”, dijo mientras desde la audiencia confirmaban haber sentido lo mismo en sus primeros encuentros con los estudiantes.

Sostuvo que al final de la carrera todos los años de formación lo ayudaron "a ubicar el acto educativo en un concepto más amplio, que incluye múltiples aspectos psicológicos, políticos, sociológicos". "Aprendí también a ser más humilde y a no inventar la pólvora una y mil veces. Comencé a entender qué es lo que realmente estoy haciendo cuando trabajo con los estudiantes, para qué lo hago, cuándo hacerlo y por qué hacerlo", resumió.

Por último, recomendó a sus colegas: "estar dispuestos a escuchar a los adolescentes siempre, aunque no se expresen del todo bien, aunque nos hieran a veces con sus actitudes" porque "lo que más desean es ser escuchados".

El valor del papel

Si bien la ceremonia fue un momento oportuno para felicitar a los egresados y valorar la carrera docente como una profesión respetada por los jóvenes -así lo hizo Bettina Corti, directora del IPA- también fue un espacio para recordar la importancia de seguirse formando. Al respecto, Selva Artigas, consejera del Consejo de Formación en Educación y el presidente del Codicen, José Seoane, enfatizaron que la carrera no termina en la obtención del título de grado sino que una vez recibido el diploma comienza una nueva etapa.

Artigas, quien sostuvo que el sentido de la educación pasa por la transformación y transmisión de conocimiento y el desarrollo de ciudadanía, opinó que es necesario seguir estudiando porque “importa continuar la formación”.

Por su parte, José Seoane, sostuvo que en el día de ayer se iniciaba “una nueva etapa que significa el ejercicio de la actividad profesional”. En esta nueva instancia el docente encuentra la posibilidad de seguir “estudiando y aprendiendo, trabajando y aprendiendo”. Opinó que atrás quedaron los tiempos en que la persona se formaba y posteriormente aplicaba lo aprendido.

La actividad docente y la permanente actualización deben contemplar además los desafíos que presenta el sistema educativo. “El gran objetivo de la educación pública, dicho sintéticamente, es democratizar el conocimiento, y eso quiere decir coordinar ambas dimensiones para que la educación sea más integradora, más inclusiva y que más y más personas se acerquen a la vida educativa”.

Los docentes que ayer estrenaron título, en general estuvieron de acuerdo con el enfático pedido de las autoridades de seguirse formando. Graciela, egresada como profesora de Ciencias Geográficas, comentó a la diaria que este año comenzará a asistir a la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), mientras que su colega Silvana, prevé seguirse formando en los cursos que ofrezcan en el Instituto de Perfeccionamiento y Estudios Superiores, que funciona bajo la órbita de la Administración Nacional de Educación Pública, puesto que luego de finalizada la carrera volvió a Mercedes a vivir, y eso reduce el abanico de opciones educativas. Ambas consideraron que en su área la formación resulta fundamental porque “todo se va actualizando rápidamente”, es decir, el conocimiento científico y la tecnología que se aplica para el desarrollo de investigaciones.

Para Patty, recibida de docente de Educación Cívica, Derecho y Sociología, “la educación está en completo movimiento siempre” y “no hay que estancarse”. En su opinión hay que renovar esfuerzos constantemente “para incentivar a los gurises en el día a día para sacarles el Tinelli de la cabeza”. Las herramientas que los jóvenes adquieren para la vida las logran a través del “contacto humano” y no mediante la televisión.

Rita bajó emocionada del escenario tras recibir su título de docente en Filosofía. Sin embargo, dijo que el diploma “es un papel más pero que pone un punto final al esfuerzo de muchos años”. “Es como decir me recibí; ahora empieza otra etapa”, agregó. Por delante le quedan muchos años más de estudio porque ya se inscribió en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Udelar. Valoró la formación en el IPA como “la mejor” para ejercer la docencia y consideró la universitaria como más apropiada para adquirir saberes específicos.

Para Valentina, también egresada de Filosofía, el título es un papel más “si lo dejás en un cajón y no ponés entusiasmo, compromiso, energía y creatividad cuando das clases”, más aún en el ámbito de la filosofía, donde se apuesta a incentivar a los estudiantes a una reflexión crítica. Al igual que otros egresados, a ella también le quedan varios años de estudio por delante porque se inscribió en una maestría en Sociología. Todos reconocieron que es un desafío estudiar y trabajar a la vez, pero se comprometieron a hacer, al menos, el intento.