“Siempre que hay un economista hay dos opiniones, y si hay dos, va a haber por lo menos tres”, bromeó el ministro interino de Economía y Finanzas, Luis Porto, al inaugurar la jornada, para subrayar después la importancia de establecer políticas macroprudenciales para evitar los contagios de las crisis dada la falta de una política supranacional compartida entre los países latinoamericanos. Luego, se refirió al contexto internacional, en el cual Estados Unidos ha logrado estabilizarse luego de la crisis de 2008, China continúa con su crecimiento predecible y la Unión Europea es la región que presenta mayores incertidumbres acerca de cómo sorteará su capítulo en curso de la crisis. En este sentido, Penélope Brook, directora del BM para Argentina, Paraguay y Uruguay, destacó el logro del crecimiento de la economía en esta región, pero sostuvo que ello, si bien es positivo, también aumenta las posibilidades del riesgo. De ahí surge, resaltó, la necesidad de seguir discutiendo los caminos para garantizar la continiudad de la expansión.

La representante de la CAF en Uruguay, Gladis Genua, habló de la relevancia de construir puentes entre las necesidades de ahorro de los individuos y las de inversión. En esa línea, la banquera lamentó: “Estamos muy distantes de construir condiciones de acceso que permitan a los sectores de menos recursos y a las pequeñas empresas acceder a los servicios financieros”.

Ése fue el eje de la presentación del informe de Pablo Sanguinetti, director de investigaciones socioeconómicas de la CAF, quien expuso resultados del último estudio realizado por el organismo, concernientes al acceso a los servicios financieros, desarrollo y bienestar. Explicó que actualmente las familias latinoamericanas carecen mayoritariamente de acceso a créditos y a cuentas bancarias, y sostuvo que este hecho entra en colisión con la preocupación de los gobiernos de lograr un crecimiento que no genere burbujas. Si bien reconoció que el crecimiento de una economía también se observa en factores como los avances tecnológicos o la educación, remarcó que el desarrollo del sistema financiero se torna vital por ser el vehículo que canaliza los ahorros de las personas, entre otros aspectos. Además, señaló que el funcionamiento del sistema no depende estrictamente del tamaño de las economías, y puso los ejemplos de Bolivia y Perú, que presentan niveles de acceso mayor de sus poblaciones que México o Argentina, países a los que definió como “portadores de un sistema financiero con valores similares a los de África”. Sanguinetti dijo que, en general, los registros de acceso de los países latinoamericanos, con las excepciones de Chile y Panamá, son menores a los de la media mundial.

Son números

Según los datos de la CAF, 50% en promedio de la población latinoamericana no tiene acceso a una cuenta bancaria, y de ese porcentaje, 38% no tiene idea de los requisitos para crearla. En el caso de Uruguay, se relevaron las ciudades de Salto y Montevideo, en las que 55,4% de la población tiene cuenta abierta en un banco.

En América Latina, 63% de la población toma decisiones de ahorro, pero solamente 40% utiliza el sistema financiero formal. En el estudio, que releva información de 17 ciudades de la región, solamente 20% de las personas consultadas dijo tener un crédito vigente y únicamente 65% lo toma de instituciones formales. Mucha gente, e incluso pequeñas empresas, acuden a la familia o a prestamistas informales, aunque las tasas de interés de éstos superan ampliamente a las que fijan las instituciones formales, siendo en algunas oportunidades diez veces más altas.

En el caso de las microempresas, una de cada cuatro personas obtiene de ellas su principal fuente de ingresos. Sin embargo, la proporción de su acceso a créditos formales es de 14% en promedio, 19% en el caso de Uruguay. Los números demuestran que 81% de los préstamos solicitados por las pymes recibe aprobación, pero solamente 31% de este tipo de empresas lo ha solicitado y 41% de ellas presenta contratos con fuentes informales de 
financiamiento.

Finalmente, Sanguinetti apuntó que, en este momento, se expanden las empresas que menos recursos necesitan, pero las que más los precisan son las que exhiben menor crecimiento. También afirmó que hay fallas del mercado que justifican la intervención pública, pero que las políticas no deben olvidarse de la banca privada.

Mirada complementaria

El informe del BM fue presentado por Sergio Schmukler, economista líder del Grupo de Macroeconomía del Departamento de Investigación de la entidad multilateral. El experto indicó que América Latina siempre tuvo su talón de Aquiles en el sistema financiero, pero que esa tendencia se revirtió en los últimos años. Sin embargo, admitió que no está claro cuál debe ser el modelo a seguir por la región debido a la ausencia de una referencia mundial clara, lo que hace un poco más difícil proyectar el futuro latinoamericano en la materia. Otro de los aspectos que resultan dificultosos para el análisis y la planificación es la total fragmentación de los modelos entre los distintos países del área, en los que se puede encontrar políticas bastante distantes entre sí.

No obstante, Schmukler destacó el creciente desarrollo regional de bancos y mercados de capitales, tanto en bonos como en activos de renta variable. No obstante, alertó que las grandes compañías privadas no están acudiendo con mucha frecuencia a captar fondos en los mercados de capitales, con algunas excepciones puntuales como Facebook, Google o Apple. En lo que hace a la emisión de bonos, evaluó positivamente las nuevas formas de financiamiento, la ampliación en los vencimientos, la menor dolarización e incluso la emisión en moneda local en el extranjero, algo impensado a principios de la década de 2000, explicó. Acto seguido comentó que el financiamiento de los bancos a las empresas disminuyó porque el crédito bancario se estancó en varios países, y lamentó el subdesarrollo del crédito respecto del Producto Interno Bruto de los países. El informe también arrojó que las regulaciones no son el principal obstáculo, pese a que “mucha gente se queja” de eso, indicó.

Finalmente, Jorge Ottavianelli, ex superintendente de Servicios Financieros del BCU, destacó la necesidad de respetar los derechos de propiedad y de lograr sistemas de divulgación y contabilidad transparentes, así como sistemas legales que garanticen el cumplimiento de los contratos. A su vez, recalcó la importancia de generar marcos regulatorios que contemplen el ahorro, protejan a los consumidores, promuevan la competencia y controlen la toma excesiva de riesgos.

En casa

El presidente del BCU, Mario Bergara, señaló a su turno que la principal preocupación en torno al crecimiento es que se verifique bajo condiciones ordenadas y que a la vez pueda brindarse acceso a las personas y empresas al sistema financiero sin generar elementos que pongan en riesgo a la economía. Consultado acerca del modelo que está siguiendo Uruguay, Bergara respondió que se centra en el fortalecimiento de la institucionalidad y de la infraestructura, así como de la promoción del acceso a los servicios financieros, con una buena regulación.

Según el funcionario, aquí se han seguido políticas para “mitigar vulnerabilidades” y que los riesgos existentes no se concreten en problemas. Esta situación se ilustra con la estabilidad mostrada por la economía uruguaya frente a shocks globales muy grandes, situación distinta a la que se vivió en 2002, “ante una situación de impacto mucho menor, que generó fuertes inconvenientes”, expresó. Además dijo que espera que el otorgamiento del grado inversor a la economía uruguaya atraiga nuevos capitales al país, “que hasta ahora eran absorbidos exclusivamente por Brasil”.