Tres licenciados en ortoprótesis -carrera que no existe en nuestro país- son los que lideran el trabajo de laboratorio; el gobierno uruguayo contribuye con recursos humanos y financia el emprendimiento. El laboratorio pertenece al Programa Nacional de Discapacidad (Pronadis) del Ministerio de Desarrollo Social y tiene por objetivo que las personas de bajos recursos puedan acceder a una prótesis.

Jorge Luis Echavarría, licenciado en ortoprótesis que está al frente del equipo cubano, dijo a la diaria que participan en nuestro país así como en otros, puesto que “estamos a disposición para prestar nuestra ayuda a cualquier país que lo necesite”. Comentó que además de recibir a los habitantes de Montevideo y sus proximidades en la sede del laboratorio (ubicado próximo al Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatología, en la misma manzana que el Hospital de Clínicas), visitaron los departamentos de Rivera, Tacuarembó, Durazno, Florida, Paysandú y que hoy estarán en Melo, con la meta de llegar a todo el país.

Otra cosa

El equipo hace una evaluación social de la persona interesada, que debe contar con una constancia del médico tratante que certifique que está apto para usar una prótesis, especificó Adriana Pérez, directora del laboratorio. El centro se encarga también de hacer correcciones o reparaciones que puedan necesitarse.

En la puerta del Laboratorio de Ortopedia Técnica estaban ayer los beneficiarios de las prótesis número 99 y 100. El número 99 se llama Guillermo Hebert Shtorne y compartió con la diaria su experiencia. Tiene 50 años y hace cinco que le amputaron la pierna, por padecer una enfermedad arterial; no tenía prótesis y usaba bastones canadienses para trasladarse. Contó que se había anotado en el Banco de Prótesis pero que nunca lo habían llamado y contrastó esa situación con la atención que recibió en el laboratorio donde se presentó; a los 15 días le tomaron la medida y a la semana siguiente se llevó la prótesis. “Te cambia toda la vida, es como si hubieras nacido de vuelta con una pierna pero de plástico, nada más”, expresó, a la vez que relató que ganó en autovalía, además de retomar algunos gustos, como andar en bicicleta.

Luis Galusso, de 67 años, fue el beneficiario de la prótesis número 100; vive en Solymar, Canelones, y accedió al laboratorio por medio de Guillermo. Hace dos años que le cortaron la pierna, también por tener las arterias obstruidas pero, a diferencia de su conocido, ya tenía una prótesis; sus familiares y amigos habían juntado dinero para comprarle una a un ortopedista que costó 4.000 dólares. A pesar de su valor se trataba de una prótesis rígida, lo que lo obligaba a caminar mal y forzar el pie contrario.

Las prótesis que se hacen en el laboratorio no sólo son gratuitas para los beneficiarios, sino que cuentan con una articulación, en el tobillo, en el pie y en la rodilla (si corresponde), que permite imitar el movimiento normal.

Echavarría aseguró que “se está utilizando tecnología de punta” y que, al igual que en su país, compran Polior, la base del producto ortopédico, a Brasil, y en el laboratorio le dan la forma anatómica, que es lo que está en contacto con el muñón. Omar Ricardo, otro de los licenciados del equipo cubano que está trabajando en el laboratorio, mostró que se van colocando diferentes capas, compuestas por una malla o fibra tubular (que puede ser nailon, algodón o una mezcla de ambos), luego se le adhiere una fibra que puede ser de vidrio o de carbono, que es lo que le da resistencia a la cavidad, y luego una capa de resina. El sistema de adhesión a la pierna es al vacío “el muñón entra y hace una compresión, se forma una cámara de aire”, precisó. El desgaste de las prótesis depende del uso que se le dé y de los cuidados que se tengan. De todos modos, Ricardo destacó que las que elaboran son higiénicas y duraderas.

Continuidad

María José Bagnato, directora del Pronadis, afirmó que la continuidad del programa está asegurada y que el presupuesto “se ha ido ajustando a las necesidades de crecimiento del proyecto”.

Anunció que en junio comenzará “la formación de jóvenes uruguayos en estas técnicas con el objetivo de que una vez que se retiren los cubanos quede más gente formada en Uruguay. Echavarría dijo que los cursos durarán 11 meses y que los cinco jóvenes que serán seleccionados recibirán ocho horas diarias de aportes teóricos y prácticos, que serán en el laboratorio.

Bagnato agregó que “el proyecto pretende ser un centro nacional de ayudas técnicas”. Estas últimas son ayudas dirigidas a todos los discapacitados, como sillas de ruedas o bastones. La directora, que asumió recientemente, comentó que se están haciendo reformulaciones para que el laboratorio de ortopedia, el apoyo a las ayudas técnicas y el centro Tiburcio Cachón para discapacitados visuales no sean proyectos aislados, sino que se complementen, para mejorar la autonomía de las personas con discapacidades.