Claro que el ejecutivo de la macrobanca regional no dejó de marcar las prioridades de la orientación hegemónica en el bloque en materia de políticas macroeconómicas, y en definitiva de política general. “Grecia debe tener claro, si quiere seguir siendo miembro de la zona del euro, que no hay alternativas al programa de saneamiento acordado”, precisó Asmussen refiriéndose a la compleja situación política egea surgida de las elecciones del domingo, ya que los conservadores de ese país fracasaron en su primer intento de formar nuevo gobierno y desde el lunes intenta hacer lo propio la emergente Coalición de la Izquierda Radical, segunda formación más votada, consignó la agencia española de noticias Efe.

El jerarca siguió declarando en el mismo sentido, es decir, respaldando genéricamente la advertencia lanzada por su conciudadana Angela Merkel al triunfante candidato presidencial de Francia, el socialista François Hollande (ver la diaria de ayer). “Debe quedar claro que el pacto presupuestario no puede debilitarse”, recalcó Asmussen, antes de proponer como fórmula para impulsar el crecimiento europeo la extensión de las reformas fiscales impuestas por el gobierno conservador de su país de origen, Alemania, conocidas como Agenda 2010. En entrevista con el periódico especializado en economía Handelsblatt, emuló el concepto vertido por la canciller: “Espero que Francia aplique el pacto presupuestario sin modificaciones”, lo que significa llevar el déficit de las cuentas públicas nacionales por debajo de 3% del Producto Interno Bruto.

Pero la eventualidad aludida por Asmussen en el sentido de que Grecia deberá dejar la eurozona si incumple el compromiso fiscal asumido ante la UE y el Fondo Monetario Internacional fue evaluada por otro ejecutivo comunitario de nacionalidad germana como un desastre indeseado para el conjunto de la economía regional. “Sería una catástrofe”, aseguró ayer Klaus Regling, máximo responsable del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), mecanismo a cargo de administrar la asistencia directa a los Estados que se aproximan a situaciones de default. Aquel escenario, de tornarse real, tendría un “impacto enorme para el resto de los países”, alertó el también banquero comunitario. Luego amplió su perspectiva sobre la alternativa de un egreso de Atenas de la eurozona, que implicaría, “por supuesto, un impacto enorme no sólo en otros países del programa sino en los bancos y en la misma Grecia”, sin contar con que se produciría un efecto negativo sobre los acreedores del país heleno. “Sería una catástrofe para Grecia”, remarcó en tono de alarma según consignó la agencia italiana de noticias ANSA. Además, no está en absoluto sobre la mesa de los niveles ejecutivos de la banca comunitaria la opción de recapitalizar bancos en forma directa, camino sugerido por algunos dirigentes políticos para resapaldar efectivamente a las entidades financieras españolas que se encuentran al borde de la quiebra. Cabe recordar que dadas las dimensiones de la economía española y su interdependencia con las de Alemania y Francia, su colapso arrastraría inevitablemente a toda la eurozona hacia el descalabro. “Creo que está fuera de discusión que el Pacto Fiscal [política de austeridad y control de las cuentas públicas] y que el ESM [Mecanismo de Estabilidad Financiera, que reemplazará al FEEF desde el 1º de julio] serán decisivos para el futuro de la Unión Económica y Monetaria de Europa”, puntualizó, criticando luego por elevación el mantenimiento de esa fecha ante unas circunstancias especialmente críticas. “Cada demora tiene efectos negativos sobre los mercados, sin dudas”, alertó sobre la puesta en marcha del ESM. Por el contrario, abundó Regling, las ayudas del FEEF-ESM deben vehiculizarse a través de los Estados, para lo cual la suma a disposición de estas herramientas “cortafuegos” es adecuada. “No concuerdo con el pensamiento de los que sostienen que es poco dinero. Creo que 750.000 millones de euros (aproximadamente un billón de dólares) son más que suficientes como fondo de asistencia”.

Qué joder, tío

En España, en tanto, el presidente derechista Mariano Rajoy anunció ayer que el viernes su Ejecutivo aprobará un decreto cuyo objetivo será depurar al sector financiero doméstico de sus activos inmobiliarios “tóxicos”, sector de la economía cuya burbuja especulativa precipitó a ambos lados del Atlántico el descalabro económico-financiero global. La situación de insolvencia de la banca española es tan delicada que Madrid podría llegar a usar fondos públicos para rescatarla, admitió el mandatario, quien hasta el lunes negaba la intención de hacerlo. “Solamente entrará dinero público en una situación límite. Si eso fuera necesario para salvar al sistema financiero no renunciaría” a hacerlo, afirmó en entrevista con la emisora local Onda Cero.

El primer objetivo de la medida es que los bancos consoliden en sus balances el “precio real” de las viviendas y que los activos inmobiliarios “problemáticos” de las entidades, afectados por el derrumbe de la burbuja en 2008, sean vendidos “aunque pierdan todos, promotores y bancos”. El propósito de fondo, no obstante, sería obtener recursos para generar crédito con destino a pequeñas y medianas empresas, trabajadores por cuenta propia y familias, ámbitos cuya actividad se ha desplomado por efecto del programa de ajuste en curso. Los activos inmobiliarios relacionados a la promoción crediticia del sistema financiero español ascendían a mediados del año pasado a 323.000 millones de euros, de los cuales aproximadamente 175.000 millones están en mora o embargo.