En un momento la escena frente a la Torre Ejecutiva era singularmente extraña. Un grupo de “indignados” cortó la calle al grito de “Bonomi, inepto, vos sos culpable de esto”, a pocos metros de la esposa del ministro del Interior, la diputada Susana Pereyra, del Movimiento de Participación Popular.

Como era de esperar, ella fue una de las caras visibles del Frente Amplio que se quedaron en la plaza Independencia y no cruzaron hasta el edificio presidencial, donde finalmente le fue entregada una carta a José Mujica. La recibió el director general de Presidencia, Diego Pastorín, pocos minutos después de que el embajador itinerante Julio Baráibar mantuviera un cruce con manifestantes, en la puerta del edificio.

Del lado de la calle por el que optó la esposa de Bonomi, también se quedaron los diputados emepepistas Aníbal Pereyra, Ivonne Passada y Alejandro Sánchez, el socialista Julio Bango, el sociólogo Gustavo Leal -que durante el día argumentó por diferentes vías a favor de concurrir- y referentes de la corriente Articulación del PIT-CNT, como Fernando Pereira, Héctor Castellano, Fernando Gambera y Gustavo Signorelli. También estuvieron los diputados blancos Pablo Abdala y Álvaro Delgado, y el colorado Fernando Amado.

“Sabíamos que esto podía ser una movida de Vamos Uruguay y terminó siendo; vinimos a manifestarnos contra la violencia y resultó ser otra cosa”, evaluó Aníbal Pereyra al final de la actividad. Amado, sin embargo, negó que el sector haya estado en la organización y tomó distancia del modo como se desarrolló la dinámica: “No podemos copiar lo peor de los argentinos; el ‘que se vayan todos’ no sirve para nada. Los fanatismos siempre son malos”.

La proclama y los gritos

Durante las dos horas que duró la concentración se escuchó de todo, pero lo central fue un texto de dos carillas y media que había circulado durante la tarde en las redes sociales. Allí se solicitaba que el gobierno tome medidas para “defender a los trabajadores honestos”. “Queremos vivir en paz, trabajar, producir, tener y criar a nuestros hijos, sentirnos parte del mismo país para todos, recrear un país vivible”.

La encargada de leer la proclama fue la diseñadora gráfica Romana Ferrer, que en todo momento reconoció su pertenencia a Vamos Uruguay. En el sitio web del Congreso Ideológico del Partido Colorado aparecen varios textos firmados por ella.

Ferrer intentaba leer la proclama frente a las cámaras y los flashes, con un megáfono que no funcionaba bien. A dos metros de ella se escuchaban más las interrupciones de los manifestantes que el intento de lectura. Ahí se pudo oír gritos del estilo “Bonomi tiene guardaespaldas”, “lo echaste a Paternain por dar las cifras correctas” o “derechos humanos para el laburante” y cánticos que iban por el lado de “que se vayan todos”, “no más muertes”, “que den la cara”, “andate Bonomi, sos un inservible” hasta un llamativo “el pueblo unido jamás será vencido”. “Sí, ése lo usaban ellos, pero ahora la tortilla se dio vuelta y es nuestro”, comentó una mujer.

En un momento la polémica se instaló en torno a qué tipo de cosas convenía exclamar. Un muchacho con gorra gritó: “Mataste a un policía por la espalda; tenés que irte, Bonomi”. De inmediato lo corrigieron: “No se puede decir barbaridades porque no nos van a tomar en serio”. Luego el primero volvió a gritar, pero generalidades: “Tupamaros asesinos”, vociferó. Unos minutos después se escuchó un “afuera, putos”, y el mismo corrector sugirió: “Putos no, asesinos”.

Los carteles

En uno de ellos se podía leer: “Nos invaden, nos atacan, nos matan, nos envenenan a nuestros hijos. ¿Dónde están los guerrilleros del pueblo?”. El señor que lo portaba, de unos 50 años, les explicaba a todos los que se acercaban que no pertenecía a ningún partido y que su único propósito era “que despierten los gobernantes”.

Una mujer un poco mayor que él llevaba otro cartel que decía: “El gobierno muerde la mano que le da de comer”. Al lado, un muchacho exhibía otro que indicaba: “Los asesinos no preguntan de qué partido sos”.

La velada también tuvo toques de patriotismo: se cantó el Himno Nacional -en este caso el énfasis estuvo en el “sabremos cumplir” y no en el “tiranos temblad”- y las banderas de Uruguay fueron, por lejos, mayoritarias. Un hombre de unos 40 años llevaba una en los hombros y repetía incesantemente: “Pagamos impuestos, pagamos impuestos”.

A su lado, otro filmaba la escena con una cámara de mano y ensayaba una especie de manifiesto para “subir a Youtube”, según explicaría más tarde. “Somos ciudadanos dignos en mano de una ola delictiva que ya no se soporta”, se declaraba, por lo pronto, a sí mismo. Una señora con lágrimas en los ojos decía: “Nunca pensé venir a una marcha de éstas. Pero verlo así en la tele me impactó..., un padre de familia con cinco hijos. Podrían ser mis nietos”.

Las opiniones

Una coincidencia entre los “indignados” parecería ser la necesidad de aumentar las penas y de calificar como muy negativa la gestión del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay. Sin embargo, después surgían matices en cuanto a qué tipo de pena merecería, por ejemplo, la persona que mató al trabajador de La Pasiva, y por eso se daban diálogos como éstos:

-Cuando agarren a ese asesino [de La Pasiva] lo tienen que meter toda la vida adentro, porque fue una vida lo que quitó. Yo digo que hay que armarse; vivo al lado de La Pasiva y no se puede vivir.

-Lo que pasa es que después hay que bancarlos toda la vida, les terminamos pagando la comida 50 años. Hay que matarlos; pena de muerte. Si ponés pena de muerte vas a ver que no hacen cualquier cosa.

Otra opción que manejaron al menos dos entrevistados consistía en “mandarlos aislados a la Isla de Flores”. “Pero sin gastar plata, que coma el que pesca y el que no pesca que no coma”, propuso un señor de 62 años que luego fundamentaría su estado de congoja diciendo: “Vos, botija, porque no conociste el Uruguay que yo conocí”.

Los organizadores evaluaron positivamente la concurrencia, pero algunos esperaban más gente. Por ejemplo, una señora argentina se mostró visiblemente molesta con la participación: “Allá cuando pasó lo de [Juan Carlos] Blumberg salimos todos. El uruguayo no sale, se queda mirando por la tele”, reflexionó. Ella no está de acuerdo con la iniciativa de la pena de muerte que plantearon otros “indignados”. “Sí quiero que haya más dureza para castigar, pero matarlos no. Yo soy cristiana”, respondió.