Los mandatarios del núcleo duro de la Unión Europea (UE) decidieron que el mecanismo institucional que vehiculizará el salvataje financiero será el vigente Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y no el previsto Mecanismo Europeo de Estabilidad, que regirá desde el 1º de julio del año que viene. Se trata de un paquete total que cuando esté operativo podrá cubrir créditos a los bancos de la eurozona más urgidos de fondos frescos no contaminados por hasta 100.000 millones de euros, aproximadamente 125.000 millones de dólares. Actualmente, las situaciones de mayor vulnerabilidad se encuentran en España e Italia, aunque el catalizador del acuerdo fue la pendiente de debilidad fiscal que exhibe dramáticamente el Estado ibérico desde hace algunas semanas. El criterio de capitalizar directamente a las entidades financieras evitará que los Estados agranden sus entre grandes y enormes déficits. Asimismo, la eurozona acordó crear para fin de año una institución supranacional comunitaria de supervisión directa de los sistemas financieros nacionales, lo que a juicio de algunas voces vinculadas implica un primer paso hacia la unificación bancaria del bloque.

La última sesión bursátil de la semana que terminó el sábado registró alzas generalizadas de los principales índices, que reflejaron el renovado optimismo de los mercados frente a una definición oficial que debería representar una apuesta a la estabilidad general del área. El aspecto de asistencia directa a los bancos, que indirectamente refuerza la dimensión presupuestal de cada gobierno, permite romper el “círculo vicioso” que ata el financiamiento bancario a los respectivos erarios de la zona, evaluó el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy. No obstante, el rescate fue concebido fundamentalmente para los bancos españoles e italianos en problemas, así como para reducir los costos de endeudamiento de los países del sur del área. Si bien los mandatarios acordaron iniciar la aplicación de las decisiones el 9 de julio, la disponibilidad efectiva de los fondos podría concretarse no antes de fin de año, es decir, próximo a la instrumentación de la aludida supervisión comunitaria.

¿Cómo salió?

El servicio informativo BBC Mundo consignó que en el marco de la cumbre, las representaciones de Madrid y Roma rechazaron la instrumentación de una iniciativa destinada al apuntalamiento del nivel de actividad económica en la eurozona con un fondo de 120.000 millones de euros, unos 150.000 millones de dólares.

El gobierno de Alemania había reiterado explícitamente durante las últimas semanas su negativa a habilitar un salvataje directo a los bancos y defendió la idea de procesarlo por intermedio de los Estados, para que éstos se responsabilizaran frente a la región por la cobertura última de los préstamos. Del otro lado, las administraciones de Mariano Rajoy y Mario Monti pugnaron por el otro criterio, que se impuso finalmente para sorpresa de una abrumadora mayoría de involucrados y observadores. Hasta ahora, y desde que a inicios de 2009 la eurozona comenzó a coordinar acciones frente a la crisis, el Ejecutivo que encabeza Angela Merkel había impuesto, con escasas y no decisivas modificaciones, los montos y condiciones para el rescate de los países que lo necesitaron, a saber, Portugal, Irlanda y Grecia. España e Italia, que aplican programas de ajuste del gasto desde el año pasado por presión fundamentalmente de Berlín, no habían sido rescatados (en rigor, aún no lo fueron). En esta oportunidad, en cambio, aquellos dos Estados bañados por el Mediterráneo consiguieron que sus demandas sobre la operatividad del rescate sean jerarquizadas frente a la pretensión germana de reaseguro. En este punto, cabe señalar el registro de dos elementos intervinientes en el desenlace del viernes en Bruselas. Uno remite al juego de tensión que protagonizan los países deudores, como aquellos dos, y los acreedores, como Alemania, que al mismo tiempo de exigir y presionar por plazos y condiciones firmes de reembolso, debe guardarse de ahogar a Madrid, Roma y otras capitales de cuya suerte depende la propia economía exportadora germana (ver http://ladiaria.com.uy/articulo/2012/6/comunidad-de-intereses/) .

El otro elemento aludido refiere a la nueva posición de Francia en el asunto, modificada respecto de la anterior por el flamante presidente socialista François Hollande, partidario de orientar las decisiones políticas de alcance económico hacia la expansión del gasto y la asistencia a los deudores más vulnerables. En este contexto de división entre los liderazgos de los dos países más ricos e influyentes de la eurozona, el logro de Merkel el fin de semana en Bruselas habría sido el acuerdo en torno a la creación del organismo comunitario de supervisión de los sistemas financieros. Su creación y determinación de características, durante el semestre iniciado en la víspera, serán probablemente objeto de discusiones y tironeos entre quienes polarizan el debate regional sobre el camino para salir de la crisis entre austeridad y más gasto.