A los 21 años Fito Páez ya había lanzado su primer álbum, Del 63 (1984), y al año siguiente se había confirmado como compositor e intérprete con el disco Giros (1985), que incluye enormes canciones como “11 y 6”, “Cable a tierra” y “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. En los años posteriores compuso otros cinco discos, se dedicó a mostrarse en los escenarios y se codeó con músicos de la talla de Charly García, Luis Alberto Spinetta y Caetano Veloso.

Cuando en 1992 grabó El amor después del amor, que lo catapultó a la masividad absoluta, contaba con el reconocimiento de la comunidad de músicos de Argentina, que -quizá sabiendo que éste no sería un disco más- prestaron su talento al joven rosarino. Participaron en la grabación Charly, Spinetta, Mercedes Sosa, Andrés Calamaro, Fabiana Cantilo, Gustavo Cerati, Celeste Carballo, Daniel Melingo y los uruguayos Osvaldo Fattoruso y Gabriel Carámbula, entre otros.

El resultado fue un contundente disco que enganchaba un hit tras otro sin altibajos. Páez paseaba por la rabia rockera en “Tráfico por Katmandú”, la melancolía de “Pétalo de sal”, la dulzura de “Un vestido y un amor”, y muestra además obras que se han convertido en himnos para propios y ajenos como “A rodar mi vida”, “Brillante sobre el mic” o la propia “El amor después del amor”, que da nombre al disco. Apelando a su enorme sensibilidad, el autor muestra las distintas caras del amor, un concepto que deambula en todo el álbum y al final concluye con un mensaje alentador, porque en definitiva, y según reza el tema de apertura del disco, después del amor la vida continúa.

A los que les gusta desentrañar las circunstancias personales en las que estaba envuelto el artista -como si con eso alcanzara para develar el misterio detrás de las palabras- tal vez les interese saber que Páez había concluido su relación sentimental con Fabiana Cantilo y vivía la reciente llegada de su nuevo amor, la actriz Cecilia Roth, con quien más tarde adoptaría un hijo. El propio Páez declaró que este trabajo fue un renacimiento en lo artístico y en lo personal. Cinco años antes había atravesado sus años más oscuros por el asesinato de sus abuelas que quedó testimoniado en Ciudad de pobres corazones, y consideró que esta creación llegó como una forma de premio, como un luminoso torcer de su destino.

Hazte fama

Hace un tiempo contó Páez a la prensa argentina que la idea de celebrar el vigésimo aniversario de El amor después del amor surgió de casualidad, como un comentario en una ronda de amigos. Escuchando el disco completo después de muchos años se sorprendió porque notó que todavía estaba vivo y sonaba muy bien. Decidió embarcarse en una gira mundial que se inició el 2 de junio en Santiago de Chile y que además del recital del Velódromo de este sábado incluye destinos tan disímiles como San José de Costa Rica, Caracas, San Pablo, Miami, Londres y París.

La del sábado es una buena ocasión para ver uno de los discos más frescos del artista. La idea es recorrer los temas del disco de punta a punta en el orden original, en un show que promete una puesta en escena que jugará también con lo visual. En cada visita, Páez suele meterse en el bolsillo al público uruguayo, ya sea sólo con un piano, como cuando presentó Rodolfo en el teatro Solís, o en un toque eléctrico en escenarios más grandes, en los que demuestra que sigue con la voz intacta. No es un instrumentista virtuoso, pero es un poeta con pluma honesta, elegante y brutal, un dibujante de climas y tonalidades dramáticas y eufóricas. Es, en definitiva, un creador de canciones. Y son las canciones que lo catapultaron a lo más alto del panorama cultural argentino las que presentará el sábado.